“Mi padre era agricultor en Ica y tenía tierras. El gobierno de Velasco le quitó todo. Como comprenderás, para mí la opción comunista no existe”, dice Diana (56), una peruana que reside en Toronto, Canadá, hace más de 20 años. En este país, Fuerza Popular obtuvo más del 76% de los votos.
La mujer prefiere mantener en reserva su identidad. Cuenta que tras el inicio de la Reforma Agraria su familia terminó huyendo a Costa Rica, pero cuando los militares dejaron el poder, regresaron al Perú. Un año después, su padre murió repentinamente. Hecho que, para ella, “probablemente comenzó con la reforma”.
Muchos años después, cuando ya había formado su propia familia, Diana se instaló en Canadá. Actualmente trabaja en el sector minero. “Solo he votado por Keiko porque era la opción que tenía. Para mí no tiene ética y es demasiado corrupta. Me molesta votar por ella, pero me molesta más que el Perú sea comunista. Es la única razón por la que fui a votar”, comenta la mujer cuando le preguntamos por qué eligió al fujimorismo.
Una razón similar empujó a July Dávila (50) a votar por la hija de Alberto Fujimori. Ella vive en Denver, Estados Unidos, el país donde Fuerza Popular pasó la valla del 80% de los votos. “Emigramos por medio de una hermana que se casó con un americano. Yo soy peruana casada con un ciudadano americano. Obtuve mi residencia antes de conocer a mi esposo”, cuenta.
La mujer nunca había acudido a votar, a pesar de que sus padres eran un par de devotos apristas. En esta ocasión, frente al peligro “del candidato comunista”, dice, no dudó en manejar dos horas hasta su local de votación, vestida con una camiseta de la selección peruana de fútbol. Fuerza Popular, asegura, no tiene las mejores propuestas, “pero están del lado democrático”.
Dávila es contadora, trabaja para una transnacional de venta de alimentos y tiene a toda su familia allá, a excepción de su hermano menor que sigue viviendo en Perú. Ahora que este está de visita en el país norteamericano –y que Castillo es virtual presidente– le ha pedido que se quede. “Le digo eso nada más por miedo. Yo sé que no nos van a hundir en un día, pero ¿donde has visto un país comunista racional?”, dice la mujer, que asegura haber conversado con cubanos y, en sus visitas a Perú, con venezolanos que le contaban “lo horrible que era vivir en comunismo”.
Pero en el país capitalista por excelencia, aunque en minoría, vive Tatiana Bejar (47), quien defendió los votos de Perú Libre en Nueva York. La socióloga sanmarquina se inscribió como personera del lápiz en un ambiente donde claramente no eran favoritos. El profesor apenas alcanzó el 18.9% de las preferencias en ese país.
“En mi mesa estuvieron muy parcializados con los fujimoristas. En el conteo, yo quise impugnar un voto que era un asterisco, pero no hubo acuerdo entre los miembros de mesa. Llamamos al representante del consulado. Su labor fue convencer a la presidenta de mesa que acepte el voto, a pesar que yo decía que era inválido, porque las instrucciones eran claras: aspa o cruz”, afirma.
Bejar dice que tuvo “el privilegio de salir del país” gracias a dos de sus hermanos que ya vivían en Estados Unidos. En el Perú, no se sentía cómoda. “Quería vivir en una ciudad más abierta, cosmopolita. Me casé y me quedé aquí”, cuenta.
Hoy impulsa iniciativas de derechos humanos y organización ciudadana. Trabaja con inmigrantes que tienen subempleos, como las trabajadoras del hogar. “A nosotros nos interesa crear espacios para que ellos puedan eventualmente entrar en política y representar su sector”, apunta. Para ella la candidatura de Pedro Castillo representaba esa posibilidad.
La indignación también motivó su inscripción como personera del lápiz. “Veía en las redes memes racistas, anticomunistas y fascistas, ¿qué le pasa al Perú? Acá eso se veía [con Trump], pero fuera de las ciudades grandes. Verlo en Lima me parecía alucinante”, comenta. Una campaña de terror que, según ella, el fujimorismo impulsó con amenazas de deportación en el vecino estado de Nueva Jersey.
El voto europeo
El peruano Julio Alcántara (49) vive en la ciudad de Zurich, Suiza, hace 11 años. No tenía muchas razones para quedarse en el Perú. “Me casé con un suizo. Acá existe el matrimonio igualitario. Tú sabes que la situación de una persona LGTBIQ+ en el Perú no es como la de una persona heterosexual. Más que un futuro, uno debe buscar su tranquilidad”, cuenta este fotógrafo profesional, que vive con su pareja y su perro en el campo, rodeados de la naturaleza del lugar.
A pesar de que la agenda por los derechos LGTB no existía para Perú Libre, Alcántara votó en segunda vuelta por Pedro Castillo. “Siempre he votado más o menos así [por candidatos de izquierda]. En la elección anterior voté por Humala; ahora [en primera vuelta], por Verónika Mendoza”, explica.
Como su candidata quedó fuera de competencia, su decisión fue casi automática cuando se enteró por Twitter que Castillo, un desconocido para él, había pasado a la segunda vuelta junto a Keiko Fujimori. “Era fácil. No podía votar por Fujimori, porque es una persona que tiene muchos cuestionamientos. Uno no puede confiarle su casa a alguien que sabes que ha robado, aún si es algo pequeño”, asegura. Incluso su esposo, Conrad, le decía que no le parecía justo que la hija de un dictador y con acusaciones a cuestas esté postulando a la presidencia.
Alcántara es parte del 31.8% de los peruanos en Suiza que votaron por el lápiz. En este país europeo, Fuerza Popular arrasó con el 68.2% de los votos. El fotógrafo cree que la decisión de sus compatriotas no fue necesariamente por las propuestas fujimoristas. “Tengo amigas que iban a votar por Fujimori porque decían que Castillo no sabía hablar. Y yo les decía que me parecía un poco absurdo”, comenta.
La aparición de Pedro Castillo fue una sorpresa para todos los peruanos en el extranjero con los que Sudaca pudo conversar. Nina Arias (55), por ejemplo, que reside en Roma, dice que “ni siquiera había notado [a Castillo] cuando vio la cédula en primera vuelta”. Fue después, gracias a su padre y los chats familiares de WhatsApp, que conoció mejor al profesor. Para el 6 de junio ya no tenía dudas de su voto.
“Eso te viene automático. Yo prefiero escoger a una persona que no conozco antes que a una delincuente. Fue Pedro Castillo, pero en realidad pudo ser cualquier otro. Aunque si hubiera sido el pescadito [Frepap], ahí sí hubiese votado en blanco», bromea esta enfermera peruana.
Arias vive en la capital italiana desde 1993, un año después del autogolpe del gobierno fujimorista. No escapaba de ninguna crisis ni del régimen recién instaurado. Llegó, dice, para “trabajar sin hacer proyectos para el futuro”, cuando tenía 27. Fue cuando conoció a su actual esposo, un italiano de nombre Marco, que todo cambió. Casarse la motivó a estudiar enfermería y firmar una familia.
Arias y Alcántara le ponen rostro al sorpresivo a ese 43% de los electores que votó por Pedro Castillo en el continente europeo, aunque Keiko Fujimori se impuso con casi 57%.
Madrid, por ejemplo, fue un bastión importante para el fujimorismo, donde obtuvo más del 60% de votos. La abogada Alicia (52), que pide la reserva de su identidad, vive allá hace 22 años. Cuenta que terminó quedándose en esta ciudad luego de haber ido a visitar a unos amigos. Al poco tiempo vino la maestría y el matrimonio con un compatriota ancashino. “Mi caso fue algo excepcional, no tenía necesidad material de venir a España”, comenta.
Alicia votó en blanco en primera vuelta porque “no veía a nadie que en realidad estuviera a la altura de las circunstancias”. Pero el pasado 6 de junio eso cambió. Aunque no admite haber votado por Fujimori, dice que se vio en la “obligación de acudir a votar para conservar la democracia”.
Latinos, y el curioso caso chileno
A pesar de que en el 2011 la comunidad peruana en Chile votó mayoritariamente por Keiko Fujimori (74%) frente a Ollanta Humala (25%), en esta ocasión la extrema izquierda logró un sorprendente 43%.
La socióloga peruano-chilena Tamara Jerí (43), quien radica hace 37 años en Santiago, cree que el lápiz sacó más votos de los esperados porque los peruanos en Chile “han visto que los cambios más radicales no siempre están asociados a una pérdida total de la institucionalidad”.
A Jerí le tocó nacer en el Perú porque su familia, chilena, era de izquierda y tuvo que huir de la dictadura de Pinochet. Cuando cursaba la primaria, ya con el dictador derrocado, volvió a Chile. Pero hace tres años que tramitó su DNI durante una visita a nuestro país.
Esta segunda vuelta fue la primera vez que la socióloga acudió a las urnas. “Me pareció que, más allá de la viabilidad de su proyecto, Pedro Castillo sí propone algo que desean los peruanos. Voté por el proyecto de equidad, de mayor distribución de la riqueza y mayor participación, no por él ni el partido”, se justifica Jerí.
La socióloga confía en que Castillo podrá impulsar cambios significativos, aunque no cree que pase más de dos años en el poder. “No creo que vaya a durar en el gobierno. Le va a pasar como a todos los proyectos de izquierda peruana. El fujimorismo va a mover los hilos para boicotear la posibilidad de continuidad. No me extrañaría que sea vacado”, afirma.
Ese es el mismo temor de Reyna Torres (43), una peruana que vive en Buenos Aires, Argentina. «Lo que me a mí me da miedo es que algún día lo saquen a patadas. Soy consciente de que no está preparado», dice.
En el país gaucho se repitieron las cifras del 2011 y Keiko Fujimori se impuso con el 57% de las preferencias. Pero Torres, junto a su hija Rossmery, apostaron por su paisano, el profesor Pedro Castillo. Ella también es de Cajamarca.
La peruana migró hace cuatro años en busca de oportunidades. Hoy se dedica a limpiar oficinas y cuidar adultos mayores por horas, mientras su hija se forma en la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Es casi lo mismo que hacía en Perú, pero la diferencia es que mi hija no hará lo mismo. Mi sueño es que sea una buena médica», afirma.
Torres nunca tuvo como opción al fujimorismo, por la actuación obstruccionista de su lideresa en estos últimos años. Tenía claro su voto por Perú Libre desde la primera vuelta, pero confiesa que no tenía mucha esperanza de que Castillo alcance la instancia final. Cuando vio que el profesor competiría con Fujimori por la presidencia no lo podía creer. El pasado 6 de junio ratificó su apoyo.
«Es una persona como yo, que viene de abajo. Mi familia es del campo, rondera. Mi hermano es el presidente provincial de las rondas campesinas de Cutervo ahora», cuenta. Y aunque cutervinos y chotanos no son conocidos por el cariño que se profesan, esas tonterías desaparecen cuando uno está fuera.
**Fotoportada e infografía por Leyla López