Informes

Si te ofrecieran ser presidente de un país en crisis, ¿aceptarías? Es sábado, casi medianoche, cuando Julio Guzmán levanta el teléfono y llama a Gino Costa para hacerle ese pedido. Hace veinte años que la democracia peruana es como un borracho que camina al borde del abismo, pero no se cae. De alguna manera, siempre pega una pirueta y se ríe del peligro.

Ese sábado, sin embargo, la democracia tiene todo listo para irse a pique hacia el despeñadero. Ya ha pasado casi una semana desde que vacaron al presidente, han muerto dos personas protestando en las calles y miles de jóvenes todavía siguen siendo baleados por la Policía. El país está saliendo de una pandemia para entrar en una crisis económica.

Aún así, Costa conversa brevemente con Guzmán y acepta su propuesta. Irá como candidato para asumir las funciones de presidente de la República.

***

En los días previos, el Partido Morado había puesto todos los huevos en la canasta del Tribunal Constitucional (TC). La consigna, consensuada entre sus dirigentes, fue presionar públicamente para que allí se revirtiera la vacancia. Que Martín Vizcarra continúe con su gobierno hasta el final les parecía la salida más factible. Recién el sábado por la noche comprendieron que quizás les iba a tocar gobernar a ellos mismos.

Puestos a decidir, Costa tenía dos características que lo colocaban por delante del resto de su bancada. Así lo explican tres fuentes de alto rango en el escalafón morado. La primera: sus años en la política. La segunda: que no está inscrito en el partido. Con esto último buscaron garantizar que el Ejecutivo se maneje con cierta ‘independencia’, dicen las fuentes. O al menos, que ese sea el mensaje.

Pero la iniciativa les duró bien poquito. En la mañana del domingo, Costa llegó a la Junta de Portavoces con el bolo fijo de los morados para presidir la nueva Mesa Directiva del Congreso y, con las mismas, fue obligado a retirarse. Luis Valdez, de Alianza para el Progreso (APP), reclamó que solo debían permanecer los voceros titulares de cada bancada. Por el Partido Morado se quedó Francisco Sagasti.

Las bancadas que habían vacado a Vizcarra no estaban dispuestas a darle la presidencia a alguien a quien consideraban ‘demasiado vizcarrista’. Costa, que hace un año le cedió su escaño a Salvador Del Solar para que presente la cuestión de confianza con la que se disolvió el anterior Congreso, fue vetado inmediatamente. ¿El problema? Tampoco podían volver a repartirse el botín entre ellas. La calle solo aceptaría una nueva Mesa Directiva con congresistas no vacadores. Y la única bancada que había votado en bloque en contra de la vacancia era la morada.

Durante toda la negociación, los morados tuvieron la ficha de la calle como ventaja: de una u otra forma iban a tener que aparecer en la foto. La pregunta era quién lo haría. Junto a Gino Costa, en la mañana del domingo comenzó a circular una opción que agradaba más al resto del Congreso: Carolina Lizárraga. Hacia las 10 de la mañana del domingo, su nombre desató una guerra de bases moradas en Twitter, que arrastró a varios periodistas. Las que no la querían hicieron significativamente más bulla.

Fuentes cercanas a la negociación confirman que Lizárraga fue propuesta por las bancadas sin que ella lo pidiera. Para adivinar el porqué no hace falta ser un gran analista político. Lizárraga tiene una encarnizada disputa interna con Guzmán desde hace varios meses. No acude a las reuniones del Comité Político y casi no interactúa con otros miembros de la cúpula partidaria. En septiembre, el ala guzmanista emitió un comunicado acusándola de “traición” y “sabotaje”.

Apostar por Lizárraga era la única movida disponible para poner a los morados en jaque: o darle poder a la rival de su líder o mandar el mensaje de que su primera prioridad no era salir de la crisis. En el Partido Morado la decisión siempre fue no respaldarla. Y eso nunca se puso en duda, ni cuando parecía que no tendríamos presidente por varios días. “Yo no he pedido ningún cargo”, escribió luego ella, en su cuenta de Facebook.

***

Hacia el mediodía del domingo, la negociación empezó a ponerse mucho más dura. En las calles (y en las redes sociales) el repudio al Congreso se sentía cada vez más pesado. Al Partido Morado también le llovían las críticas por su incapacidad para cerrar una lista y ganarla por la fuerza de los votos. El país necesitaba un nuevo presidente, sin excusas de por medio, y los dirigentes morados estaban preocupados.

Poco antes de las 12, empezó lo que llamaremos la ‘pequeña debacle’ del guzmanismo. A esa hora Julio Guzmán publicó un comunicado en el que ofrecía lo siguiente: que Sagasti asuma como presidente encargado, que convoque rápidamente a un pleno para anular la vacancia y que Vizcarra regrese a tomar el mando del gobierno. Tres horas después, la bancada lo contradijo y tuiteó algo distinto: proponían a Sagasti como presidente, pero de toda la transición.

“Ese comunicado [de Guzmán] fue un error garrafal”, dice una fuente. Otras dos confirman que los congresistas morados vieron en ese mensaje un riesgo grande: seguir pegados para siempre a la etiqueta de ‘vizcarristas’. Además, aseguran que para entonces la figura de Vizcarra –contra quien ya se había dictado impedimento de salida– les pareció demasiado manchada. ¿Tenía sentido pedirle que vuelva? Julio Guzmán, que ya había conversado sobre el tema en la interna, se allanó y respaldó la nueva decisión de su bancada.

En la negociación posterior, ese comunicado crispó los ánimos de los demás congresistas. A estos les era muy difícil quitarse la idea de que darle la Mesa Directiva al partido de Guzmán era proceder automáticamente con la restitución de Vizcarra. “Nos costó mucho revertir esa percepción, convencerlos”, cuenta otra fuente.

Luego vinieron una serie de sucesos inexplicables. Sin poder conseguir el domingo los votos suficientes para su lista, Sagasti estampó su firma como primer vicepresidente en la de Rocío Silva Santiesteban, del Frente Amplio. Esta candidatura generó un intenso debate en redes: muchos la acusaban injustamente de ‘radical’. En la interna morada la percibían como una persona ponderada, sí, aunque igual tenían algunas reticencias porque era de izquierda.

Luego –pese a ser un hombre muy cuidadoso– Sagasti solicitó sacar su firma de la lista alegando haberla puesto con demasiado apuro. ¡Pero horas después volvió a meterla! Finalmente, el Congreso cerró el domingo con una actuación vergonzosa: no aprobó nada. Y un botón: APP volvió a traicionarse a sí misma. Luego de anunciar que respaldaría en bloque la lista, 7 de sus congresistas se abstuvieron.  No habría humo blanco hasta el lunes.

***

Aquí hay que hacer una breve pausa para recordar una historia más antigua. En febrero de este año, los morados tuvieron la primera negociación parlamentaria de su historia como partido. Fue por la Mesa Directiva y perdieron contra la fórmula que acaban de expectorar. La falta de reflejos políticos –la indecisión, en realidad– les costó caro aquella vez. Luis Valdez, hasta hace tres días primer vicepresidente del Congreso, les dijo públicamente que las negociaciones en el Congreso son como “el juego de las sillas”. Y que ellos se habían quedado sin sentarse en alguna.

Anteayer, en un momento crucial para la historia del país, el Partido Morado parecía enfrentarse a lo mismo: a que los agarren de lornas. Pero debemos recordar que esta vez tenían una ficha clave bajo la manga, la calle. Apoyados en ella, en la habilidad de negociación de algunos de sus congresistas y en una movida audaz decidida la noche del domingo pudieron revertir lo que parecía una nueva derrota parlamentaria.

El consenso que alcanzó ayer la nueva lista presidida por Sagasti se empezó a gestar hace dos días. Fuentes de la bancada aseguran que el domingo ya se empezaron a acercar congresistas para adelantarles que estarían dispuestos a darles un voto. No se llegó, sin embargo, a cocinar nada concreto. La semana terminaba en suspenso.

Entonces, en la noche Julio Guzmán puso en marcha una inteligente estrategia de choque elaborada junto a los miembros de su Comité Político, vía chat de Telegram. Su partido dejó atrás los remilgos previos, que habían llevado a sus congresistas a asumir que no podrían ser gobierno, y presentó una lista compuesta únicamente por militantes. La presidía Sagasti y la integraban Zenaida Solís, Angélica Palomino (Piura) y José Antonio Nuñez (Arequipa).

La presencia de estos dos últimos congresistas regionales era un mensaje en clave, también. Ambos se habían alineado con Lizárraga en votaciones sobre temas mediáticos previamente, pero reconocían mediante su firma el compromiso con el ala guzmanista del partido. Lizárraga aún apela en su precandidatura presidencial a las bases regionales.

Además, Guzmán se presentó en medios criticando el accionar del resto de bancadas. La estrategia buscaba recuperar el terreno alto; la posición de poder en la negociación. ¿El ficha-candado bajo la manga? Vale repetirlo: la calle. El mensaje era este: si no apoyaste mi lista, atente a las consecuencias. Las bancadas respondieron rápidamente.

“Ha sido una medida de presión”, explica un congresista de Acción Popular. [Los medios y los manifestantes] nos iban a agarrar como piñata. Eso hizo que las bancadas presionáramos a nuestros voceros para encontrar consensos”, asegura. El lunes por la mañana la actitud del Congreso cambió radicalmente.

***

Fuentes moradas explican que los primeros en acercarse fueron congresistas de APP y del Frepap. La vocera alterna de este grupo parlamentario, María Cristina Retamozo, aseguró que darían su voto sin pedir a cambio ninguna vicepresidencia. El consenso se alcanzaría –aceptaron ambas bancadas– si se armaba una lista con congresistas que no hubieran votado a favor de la vacancia, pero que fueran también de otros partidos.

Entonces, empezó la suma y resta parlamentaria. Luis Roel Alva, quien entró en la segunda vicepresidencia, trajo 8 votos ‘disidentes’ de la Acción Popular de Burga y Merino. Mirtha Vásquez, hasta hace unos meses poco conocida congresista por Cajamarca, apareció como la única figura del Frente Amplio que no espantaba votos de otros partidos. Percibida como menos ‘radical’ que Silva Santiesteban (pese a que no necesariamente lo es en la realidad), su lugar en la lista se habría potenciado –para el Frepap, por ejemplo– por sus convicciones religiosas. Luego, le tocó a los parlamentarios morados ponerse a negociar. Gino Costa, defenestrado candidato inicial, trajo a parte de Somos Perú, partido en el que ha militado. Cuando alcanzaron 60 votos que necesitaban, el resto cayó en cascada.

Fuentes parlamentarias indican que este acuerdo entre el Partido Morado, APP, el Frepap, y partes del Frente Amplio y Acción Popular podría ser el germen de una alianza política que garantice gobernabilidad para el Ejecutivo que presidirá Sagasti. Un hombre que –luego de un pasado de izquierda– hoy se ubica ideológicamente en el centro. Todas las fuentes consultadas destacan su disposición para llegar a acuerdos.

Sagasti empieza un gobierno de 9 meses plagado de esperanza, nacido de una movilización de jóvenes que hoy sienten que la política no les es ajena. Sin embargo, no todo lo que tiene delante es un camino de rosas. También deberá calmar a un país golpeado por el desempleo y la recesión causada por el Covid-19. Su manija política se pondrá a prueba al momento de negociar con el Congreso iniciativas similares –digamos– al retiro de fondos de las AFP, con la que estuvo abiertamente en desacuerdo.

El Perú puede parecer, a veces, un país demasiado grande y diverso para un político que estudió ingeniería industrial pero se dedica principalmente a la docencia, la consultoría y la investigación. Sobre todo, para alguien cuyas maneras refinadas y estilo de vida de alta alcurnia no tienen por qué conectar inmediatamente con la mayoría de peruanos, sobre todo los más pobres. Su primera tarea será escuchar directamente sus demandas y llegar a ellos con soluciones concretas.

Tags:

Congreso, Francisco Sagasti

El jueves, mientras la ciudadanía se movilizaba, Alberto Beingolea respondía virtualmente a estas preguntas. Dijo, entre otras cosas, que le parecía irresponsable salir a marchar. Este domingo, minutos después de la renuncia de Manuel Merino y un días después del asesinato de dos jóvenes, agregó un comentario que se consigna al final de esta entrevista.

Empecemos con el tema obligado. Fue uno de los candidatos más votados en las elecciones en las que se eligió al Congreso que ha vacado al presidente. No consiguió el escaño, pero si hubiera estado en el pleno del lunes, ¿cuál hubiera sido su voto?

Solamente déjame insistir en que no conseguí el escaño habiendo tenido más votos que 127 de los que estaban ahí sentados. Mi voto hubiera sido en contra de la vacancia.

El año pasado, cuando Vizcarra cerró el Congreso, usted publicó que se había perpetrado un golpe de Estado. ¿También considera que lo que ha sucedido el lunes es un golpe de Estado?

No. Lo políticamente correcto en este momento es decir lo contrario a lo que voy a decir, pero para que haya un golpe de Estado lo que tiene que ocurrir es que un poder del Estado sea cerrado de manera irregular, inconstitucional. Lo que ha pasado ahora es que, siguiendo estrictamente las reglas que fueron escritas antes que existiera Vizcarra y antes que existieran estos congresistas en el panorama político, se ha procedido con la vacancia. Que yo no esté de acuerdo es otra cosa. O sea, yo no estoy de acuerdo con el voto, pero de ahí a decir que ha habido una irregularidad jurídica, no. Ha sido estrictamente lo que mandaba la ley.

Entonces, las razones por las que usted está en contra son políticas, porque jurídicamente cree que sí se ha respetado el debido proceso y la vacancia sí es constitucional.

Jurídicamente creo que se ha respetado la ley. Una ley que podía terminar en una votación a favor o en contra. Eso se llama democracia. No estoy de acuerdo, creo que ha sido una enorme irresponsabilidad ese voto, creo que estamos en la mitad de una crisis espantosa, pero los congresistas lamentablemente han seguido empeñados en su pleito personal con Vizcarra y viceversa. Es una actitud que yo deploro. Pero hablar de golpe de Estado es hablar de una calidad jurídica que no corresponde a lo que ha pasado ahora. Lo que plantean muchos es que es inconstitucional porque se le ha vacado argumentando incapacidad moral permanente y que ese concepto no está definido. Bueno, okey. Se le está pidiendo al Tribunal Constitucional (TC) que defina el concepto. Mientras eso ocurra, la norma existe, no se puede desconocer. Los congresistas han aplicado la ley. Si el Tribunal Constitucional dijera después que la forma de interpretar correctamente es una u otra, esa es otra historia. Por razones [también] jurídicas, yo hubiera votado en contra de la vacancia. Hubiera interpretado que aquí no había incapacidad moral permanente porque no se han probado las imputaciones sobre Vizcarra. Se tendrán que probar cuando acabe el trabajo de la fiscalía. En tanto no ocurre, no hay forma de saberlo.

¿Esa es la posición oficial del PPC después de la vacancia?

Hemos sacado un comunicado. Básicamente, dice que nosotros advertimos esto con anticipación, que dijimos que se iba a generar una situación indeseada por esta inestabilidad política y que, dadas las cosas, pedimos al nuevo gobierno que entienda que es un gobierno de transición, que la principal tarea es asegurar elecciones libres, entregarle el poder a un gobierno elegido por el pueblo. También que, como no tiene legitimidad, porque este es un gobierno legal pero ilegítimo, no se atreva a tomar decisiones en algunos puntos sensibles. Primero, que no se le ocurra hacer ningún indulto, por lo menos no a un político. Segundo, que el Congreso de la República no se aboque a ver el tema de la elección del TC. Tercero, que no se toque el tema de la reforma universitaria, ni Sunedu. Y, por último, una invocación al pueblo peruano: comprender que si estamos en esta situación es porque hace menos de un año tuvimos que ir a las urnas y evidentemente nos equivocamos de nuevo. En unos meses vamos a tener la posibilidad de corregir eso. Ojalá toda la ira se transforme más bien en seriedad para votar bien.

Entonces, ustedes proponen que la solución es aceptar el gobierno de Merino y que cumpla sus funciones hasta julio del próximo año. ¿Esa es la solución al problema político?

¿Cuál sería si no? Estoy pidiendo una salida posible, jurídica y políticamente. Lo que toca es tener una actitud vigilante para que este gobierno de transición sea eso, un gobierno de transición, al que hay que exigirle que enfrente inmediatamente la crisis sanitaria y la reactivación económica, que no se meta en más. Si vemos que se meten con Sunedu, o que pretenden nombrar al TC, indultar a Antauro, o cualquiera de esas barbaridades, tenemos que salir directamente a impedirlo.

El lunes usted declaró que estaba en contra de las manifestaciones en las calles…

Perdóname, yo estoy muy a favor de las manifestaciones en las calles. Creo que la gente tiene todo el derecho a manifestarse libremente. Lo que declaré el lunes es que vi a un candidato presidencial que salió al estilo Toledo a convocar a la gente a las calles [se refiere a Julio Guzmán]. A mí me pareció que es un irresponsable, más bien, porque lo que no puedo olvidar es que todo esto está ocurriendo en medio de una pandemia. Dios no lo quiera, pero dentro de 15 días espero que no comencemos a enterrar personas que se han contagiado en esas marchas. O sea, me parece altamente irresponsable lo que ha ocurrido. Yo hubiese entendido una convocatoria más serena, mejor programada, que busque guardar la distancia social. En las imágenes de la televisión no hay ninguna distancia social guardada, mucha gente está sin mascarilla. La protesta es súper justa, me parece muy correcto que la gente se manifieste. Los cacerolazos son, por ejemplo, algo que aplaudo, me parece estupendo, ¿pero hacer estas convocatorias? Es un tema de biología, no son ciencias sociales, son ciencias naturales. ¿Qué pasa si en dos semanas comienza a morirse la gente?, ¿qué pasa si arrancamos una segunda ola? Me parece que, si alguien aspira a ser gobernante, en los momentos más difíciles es cuando más serenidad debe mostrar. Algunos me han llamado a criticarme: “Alberto, pero este es el momento”. Cuando más difícil es el problema, más sereno tienes que estar. Un líder político tiene que pensar fundamentalmente en la vida de la gente. Sin vida no hay derecho. ¿De qué derecho me hablas si vas a estar muerto?

¿Cree que una posible solución es cambiar la Constitución?

No, porque no está mal la Constitución, sino su aplicación. Reconozco que hay algunas cosas que tienen que cambiar, pero esas son modificaciones. Por ejemplo, hay que definir correctamente qué cosa es incapacidad moral permanente. Pero eso no te lleva a un cambio de Constitución. Ese es el modelo chavista, ¿no?, que nos tienen así de las narices en toda América Latina y nos van ganando la pelea. Ese es el abecé: “vamos a crear zozobra, vamos a deslegitimar el sistema, vamos a convocar nueva Constitución, refundación de la república”. Vamos, abramos los ojos, está pasando en toda América Latina. Ahora está comenzando a pasar en Perú. No. No me parece que esto sea necesario. Creo que lo que hay que empezar a hacer es una aplicación correcta. Los países civilizados no cambian Constitución por quítame estas pajas. En el Perú tenemos que aprender eso de una vez. Tenemos una Constitución, es una buena Constitución. A mí me gustaba más alguna otra, está bien, pero es un tema de gustos. Lo que no podemos hacer es, en función al capricho de turno, estar cambiando constituciones.

Decía que el cierre del Congreso del año pasado sí fue un golpe de Estado y lo de esta semana no. Desde esa óptica, ¿el Congreso ha vacado a un golpista?

No. Porque el TC lo santificó. Yo estuve en contra del fallo del TC que, dicho sea de paso, fue un fallo de cuatro contra tres, o sea, no es que fue clarísimo. Cuatro contra tres, bien apretadito. Y si soy un hombre de derecho, que lo soy, tengo que aprender a respetar las normas jurídicas. Es importante que la gente entienda. O sea, no se trata de que, cuando estoy de acuerdo, todo bien y cuando estoy en desacuerdo catalogo a todos de golpistas. Yo puedo tener convicciones muy firmes, o estar con ideas muy claras, pero si democráticamente soy derrotado, soy derrotado pues, y esto hay que aceptarlo. Para mí, el cierre fue un golpe porque no se siguió el cauce constitucional. El Tribunal Constitucional, sin embargo, dijo lo contrario.

¿Cree que la votación del lunes fue definida por Alianza para el Progreso? Se especulaba que ellos iban a votar en contra y terminaron votando a favor.

Sí. No sé qué habrá pasado ahí, habrá que preguntarle a Alianza para el Progreso. No tengo una bola de cristal.

Pero, ¿cree que es la bancada que definió todo?

No lo sé. Yo escuché a Acuña unos días antes decir que él iba a votar en contra y de repente vi a su bancada votar a favor. No entendí nada, así que eso pregúntenle a ellos, yo no tengo nada que ver con ellos.

Eso me lleva a preguntar si, después de haber visto todo lo que sucedió, ¿se siente aliviado de que se haya roto la alianza con APP?

Eso ya es pasado. Yo, francamente, no hablaré de eso. Solamente diré que ningún socio nuestro hubiera votado de esa manera, no lo hubiéramos permitido.

Hay algunos exmilitantes del PPC que han terminado en otras orillas políticas. Uno de ellos es Ántero Flores-Aráoz . ¿Cómo vio su designación en ese cargo? ¿Cree que debió aceptarlo en estas circunstancias?

Yo no voy a juzgar si las personas deben o no deben aceptar, pero hace un instante decíamos que frente a estos hechos debemos tratar de exigirle al gobierno una serie de circunstancias y yo lamento mucho que la crispación política de hoy nos está llevando a que las mejores personas no acepten los cargos. En eso también tenemos que reflexionar todos los peruanos, y no estoy hablando solamente de esta crisis, ah. Te hablo en general, ya desde antes.

¿Se le ofreció algún ministerio a algún militante del PPC?

No. No hubiera tenido ningún sentido, porque nosotros estamos en plena competencia electoral. Hubiera sido un absurdo.

¿No hubieran aceptado?

Pero porque estamos en plena competencia electoral. Sería absurdo, no tiene sentido. ¿Qué es lo que sí te estoy tratando de decir? Estamos espantando a los mejores peruanos. Y no estoy hablando de esta crisis, por Dios, estoy hablando de los últimos años, desde hace treinta años viene esto, pero se ha ido poniendo cada vez peor. Los peruanos responsables, que hacen bien su chamba, que tú dirías “oye, este pata podría ser bueno en el Congreso, este pata sería un gran ministro”. Anda y ofrécele, ¿qué te contesta? “No, cuñado, estás loco, o sea, nada que ver, déjame tranquilo en mi casa, mi mujer me mata” o “mis hijos… no, olvídate”. Entonces, lo que estamos haciendo es espantando a todos. Hoy necesitamos al mejor gabinete posible, pero al mismo tiempo decimos “nadie va a aceptar una convocatoria”. Nos condenamos nosotros solos. Tenemos, como sociedad, que reflexionar en lo que estamos haciendo, porque yo creo que estamos hundiéndonos cada vez más, estamos cavando cada vez más profundo el hoyo, haciendo más difícil la salida. Pero no puedes decir: “qué indignante que esta porquería nos gobierne, que a nadie se le ocurra venir, ah”, porque, entonces, ¿cómo hacemos?, salvo que quieras una anarquía, ¿no?

Nota de edición: Después de la muerte de dos jóvenes en las protestas del sábado y la renuncia de Merino el domingo, Beingolea agregó el siguiente comentario:

Todo el problema ha tenido su origen en la votación de los peruanos. Nosotros elegimos a este Congreso, nosotros elegimos a aquel presidente y a su vicepresidente. Desde que comenzó este conflicto, que fue con PPK hace cuatro años, vacado por un Congreso que elegimos nosotros, con un vicepresidente que se convirtió en presidente a quien elegimos nosotros, que cerró el Congreso para que venga otro Congreso al que elegimos nosotros. Hemos elegido a una serie de autoridades que, ahora nos quejamos, no tenían ni siquiera un nivel de estudios como el que debiera tener una autoridad pública. Yo no entiendo cómo es que siempre nos quejamos diciendo que debería haber condiciones mínimas de estudios para los congresistas, pero a la hora de elegirlos los elegimos sin esas condiciones. Espero que hayamos aprendido la lección: que tenemos que votar conscientemente, porque si no, vamos a generar estas crisis. Votamos por agrupaciones que no son partidos serios, que son grupos de poder que se reúnen alrededor de una figurita de turno. El problema es que nos dejan una bancada en el Congreso, como lo que acabamos de ver. Y estas elecciones que vienen van a ser más de lo mismo. Necesitamos elegir a grupos políticos que de verdad sean equipo, que se conozcan desde antes. Ya no más improvisación. Ojalá que esa sea la lección que quede. Lamento muchísimo la muerte de estos dos chicos. Se pudo evitar. Esperemos que este capítulo se cierre con una nueva elección y que se consigne a una persona que sí represente a los peruanos.

Tags:

Alberto Beingolea, Marchas

Por Fabrizio Ricalde y Paolo Benza

Miles de peruanos, de distintas tendencias ideológicas, lograron en las calles un cambio político. En el séptimo día, sin embargo, el Congreso no logró concluir la obra. La clase política ha vuelto a demostrar su desconexión con el país y sus necesidades ayer domingo, al no ponerse de acuerdo para elegir una sucesión democrática. Le ha fallado, una vez más, a los ciudadanos.

Mientras que los medios internacionales difunden al mundo la ambigüedad del caso peruano -crisis política, pero movilización ciudadana efectiva-, en la Universidad de Harvard hay un profesor que tiene más de dos décadas estudiando el fenómeno del Perú. Steven Levitsky ya no tiene fe en los actuales congresistas, pero encuentra razones para entusiasmar al país con una nueva generación que -quizás- pueda alcanzar reformas. Para ello, sin embargo, necesita organizaciones que la representen.

Se suele decir  que la sociedad peruana está desconectada de la actividad política, pero nosotros dos siempre hemos creído que en realidad está desconectada de sus políticos. 

[Los peruanos] no están desconectados totalmente. Lo que pasa es que se sienten mal representados. Hay un nivel de rechazo muy alto en el voto y en las encuestas. Pero están prestando atención y no les gusta lo que ven. Ahí es donde una figura como la de Vizcarra destaca. Muy criticado (y en algunos casos con razón) por los medios, los analistas y los políticos, pero es el único político desde Fujimori que ha logrado tener cierta legitimidad con la opinión pública. Él sí cae bien. Pero casi todo el resto de políticos post-Fujimori han sido desastrosos. Y la movilización en el Perú ha sido baja en los últimos veinte años, si lo comparas con Chile, Ecuador, Brasil, Bolivia y Argentina. Lo de hoy ha sido inédito desde el 2000. Yo espero que sea una sociedad que participa más que solo cada cuatro años.

¿Qué es lo que tienen en común Vizcarra y Fujimori para ser los únicos dos con legitimidad popular en tres décadas? Están en polos ideológicos opuestos y Vizcarra, incluso, ha sido un abanderado del antifujimorismo. 

Vizcarra ha sido también un outsider de la política. Tiene una visión más técnica y no es tan populista como fue Fujimori. Pero no le interesa quedarse en el mundo político y lo critica mucho. Su olfato no ha estado mal y eso lo distingue del resto. Hay un temor en la clase política relacionado a no romper el modelo económico, aunque el pueblo lo demande y el gobierno pierde legitimidad a costa de no hacerlo. Vizcarra ha tenido más afán de conectarse con la gente y estuvo dispuesto a utilizar el apoyo popular para tener logros políticos. Llamó a plebiscito y cambió algunas normas. Es un político mucho más dispuesto a actuar de cerca a las preferencias públicas y rompe con la cultura de mantenerse dentro de lo que define el CADE.

¿Tenemos una clase política incapaz de cambiar el statu quo económico y eso favorece a estos outsiders

[Los políticos] no afectan la economía y la protegen a todo costo. Mira a Alan García: destruyó su carrera política porque no estaba dispuesto a lanzar políticas redistributivas, aunque tuvo un montón de plata en su segundo gobierno. En el Perú, parece como si la política no pudiera jamás afectar la economía…

Pero la termina afectando igual…

Sí, si no hay un sistema político funcional y legítimo, en algún momento va a tocar la economía.

Entonces: si lo que hace populares a Vizcarra y Fujimori es escuchar los pedidos de la gente, ¿qué está pasando en el sistema electoral y político para que la mayoría de políticos no escuchen al ciudadano? 

Hay una o dos generaciones [de políticos] en el Perú que siguen viviendo el efecto de la crisis de los ochenta. Quizás la juventud en las calles no. Pero luego de la violencia y el colapso de la economía, hay un temor por politizar la economía. Evitar a toda costa el retorno de una crisis [económica]. Sin embargo, en democracia, los políticos tienen que escuchar a la gente y generar cierto equilibro entre la gestión pública y la opinión pública. No pueden ignorarse el uno al otro.

Luego, tienes el colapso de los partidos políticos y de la carrera política. Hace mucho que los congresistas, los gobernadores y los alcaldes no son políticos partidarios. Son agentes libres, son empresarios. Compran su espacio en la lista para hacer negocios. Ojalá fuera exagerado, pero es concretamente así. Todavía existen ‘partidos’, pero ya desaparecieron hace rato. UPP, Somos Perú, Acción Popular: los llamamos partidos, pero no lo son. Son franquicias alquiladas a la gente para llegar al Congreso y hacer plata o negocio. Eso no es política. Eso genera un sistema electoral de corrupción que ha extinguido a los partidos y a la carrera política. El sistema absurdo protege a las viejas organizaciones e impide el surgimiento de nuevos (y verdaderos) partidos. ¿Para qué sirve UPP?

La pregunta es: ¿a quiénes representan más allá del momento electoral?

¡A quién representa UPP! ¡A quién representa Somos Perú! Tengo un doctorado en ciencias políticas y no sé qué carajo significan esos partidos políticos. No son partidos, son franquicias. Y por eso tenemos un Congreso lleno de novatos sin experiencia, sin carrera y sin conocimiento sobre el funcionamiento del Congreso y de la democracia. No están ni mínimamente socializados en las normas y prácticas del sistema. Tal vez no sea bueno vacar al presidente cada vez que te da la puta gana. Tampoco piensan en el futuro, porque ahora no se pueden reelegir. Entonces en poco tiempo van a maximizar sus intereses. Si fueran políticos de carrera de verdad estarían pensando en generar alianzas, cohesiones, en entender el sistema y aplicarlo bien para tener una buena imagen. Estos congresistas entraron por la ventana y compraron su lugar.

Pero hay congresistas, como Merino y otros, que aprueban leyes llamadas populistas. Por ejemplo, el retiro de fondos de las AFP. Eso es ir en contra del statu quo económico. Entonces, ¿por qué igual los odian?

El Congreso desde hace mucho tiempo tiene ya ganada y se merece una imagen negativa por su incompetencia, ineptitud y corrupción. Los congresistas defienden sus intereses personales. ¡Es muy obvio! No tienen principios, hay investigaciones en su contra, tienen denuncias. Es la corrupción percibida en el Congreso lo que pesa más.

Los odian porque sencillamente son malos políticos, ¿entonces?

Ni siquiera son políticos. Son empresarios. Llegaron para hacer su negocio. Y la gente lo sabe, porque es obvio. La coalición liderada por Merino que agarró el poder por cinco días ni siquiera intentó esconder o disimular su lucha por intereses personales. Están al desnudo, y la gente no es tonta. Creo que esa imagen pesa mucho más. Veinte años de pésimo rendimiento como políticos y han deslegitimado la democracia. La gente ha formado su opinión sobre el Congreso no por sus posiciones programáticas ni por sus leyes, sino porque son muy malos.

Cerremos hablando sobre el choque generacional. Esa política apolillada, anciana y conservadora que se contradice con una juventud más abierta, liberal y soñadora. ¿Cree que vaya a consolidarse un movimiento juvenil a partir de lo ocurrido?  

Esperábamos algo parecido en el 2000. Hablábamos de una manera muy parecida de la juventud en esa época cuando se bajaron a Fujimori con la Marcha de los Cuatro Suyos. Pero eso no produjo una nueva clase política.

¿Qué les faltó?

Partidos políticos.

Organizaciones que canalicen sus demandas. 

La coalición toledista murió desde el principio porque Toledo no formó partido. El antifujimorismo no tuvo un partido. La izquierda siguió muy débil por razones históricas. Nunca se construyó una fuerza liberal, progresista y en el lado antifujimorista. Se fragmentó en mil pedazos y la gente se cansó de la política. Quizás por voluntad propia o porque sus partidos murieron. Incluso muchos se volvieron más conservadores, como Juan Sheput.

Si no se canaliza en un partido la movilización de los jóvenes, ¿se va a dispersar indefectiblemente?.

Se vuelve más difícil. Es más probable que así la sociedad no aproveche el momento. Pero no es imposible. Una experiencia cómo esta, de salir a la calle, sufrir ataques de gases, organizarse para participar y defenderse, genera la posibilidad de construir una sociedad colectiva y movilizada. Pero es muy temprano para hablar de una nueva generación política. Lo que da es esperanza.

Y, en eso, se vienen las elecciones en seis meses. 

La próxima elección puede generar algo muy parecido a los últimos años: un presidente mediocre, sin popularidad, y un Congreso lleno de la misma mierda. Es muy posible eso. Esta crisis y la movilización social podría cambiar la dinámica, sin eso estaríamos peor aún. El problema es la oferta política. Difícilmente estas generaciones van a encontrar líderes en los candidatos actuales, son un desastre. Una mezcla entre outsiders -algunos muy peligrosos y otros mediocres- y dinosaurios, como los llama Julio Guzmán -donde vamos a poner también a Keiko Fujimori-. La fuerza de estas protestas no tiene un liderazgo dentro la oferta política actual.

¿El Partido Morado?

Podría ser. El mal menor, como siempre. Guzmán ha buscado crear algo, ha reclutado gente decente, pero no le fue muy bien en la elección pasada. Me cae muy bien, es mi amigo, pero hasta ahora no ha logrado ser un talento político y no ha mostrado su capacidad electoral. En las encuestas no le va muy bien. Sería un cambio enorme si el partido nominara a alguien diferente a Guzmán.

Parece imposible que un partido político pueda proponer un proyecto valioso en un sistema malogrado como este. 

Algo ha hecho bien Vizcarra. No es casualidad estar siempre por encima del 50% de aprobación. Eso no lo hizo Toledo, ni Humala, ni García ni PPK. Desde Fujimori, nadie ha tenido eso. Algo deben aprender de Vizcarra. El Partido Morado es el único que ha sido coherente en esta crisis, el más limpio y defensor, pero no tiene un candidato presidencial formidable hasta ahora y eso es algo clave.

Tags:

Congreso, Steven Levitsky

La violenta represión policial durante la marcha nacional de ayer sábado 14 de noviembre dejó, por lo menos, la muerte confirmada de dos jóvenes universitarios. Ambos fallecieron luego de ser atacados por proyectiles de armas de fuego. Jack Bryan Pintado Sánchez (22) y Jordan Inti Sotelo Camargo (24) perdieron la vida mientras protestaban contra el gobierno de Manuel Merino, que no tiene –ni tuvo– ninguna legitimidad popular.

Desde Sudaca llamamos a que sus muertes no queden impunes. El rol que tendrá el Ministerio Público para que los responsables sean sancionados y las víctimas alcancen justicia será determinante.

Manuel Merino, el primer ministro Antero Flores Aráoz y el renunciante ministro del Interior, Gastón Rodríguez, tendrán que ser investigados por la Fiscalía de la Nación, según especialistas consultados por este medio. La titular de ese despacho, Zoraida Ávalos, tiene la prerrogativa de iniciar una investigación preliminar de oficio ante los graves hechos perpetrados por la Policía durante la noche del sábado.

En diálogo con Sudaca, el exprocurador Antonio Maldonado precisa que si la fiscalía califica estos hechos como homicidio calificado, de ser condenados, Merino y Rodríguez podrían recibir hasta 25 años de pena privativa de la libertad. “El asesinato de estos jóvenes alcanza a una ejecución extrajudicial”, asegura.

“No solo hay responsabilidades políticas, sino constitucionales y penales. Respecto de las constitucionales, acá hay una responsabilidad de quien encabezó todas estas operaciones, quien no puede ser otro que el señor Merino de Lama, debajo de él están todos sus ministros”, afirma.

Según el constitucionalista Luciano López, la muerte de los dos jóvenes constituye un delito de “grave violación de los Derechos Humanos”, que es tanto responsabilidad de Merino, como de Flores-Aráoz y su Gabinete. En el caso de Merino, es debido a la figura de la ‘autoría mediata’, por la que –por ejemplo– se juzgó al expresidente Alberto Fujimori en los casos La Cantuta y Barrios Altos. La estrategia, sin embargo, quedará en manos de la fiscalía.

Vale recordar que el viernes, después de la brutal represión de la marcha del día anterior, el primer ministro –junto al extitular del Interior– agradeció en persona la labor de las fuerzas policiales. Les dijo que siempre encontrarían en él a “un defensor” para sus actos de represión.

El expremier Juan Jiménez Mayor opinó en concordancia con la tesis de López en su cuenta de Twitter, donde aseguró que lo ocurrido ayer es “uno de los pocos tipos penales constitucionales que genera responsabilidad” y que debe “ligarse con los delitos especiales [aquellos que requieren de una cualidad específica para ser cometidos, como ser premier o ministro] del Código Penal”.

Sobre el resto de ministros de Estado, once de los cuales presentaron su renuncia en la madrugada de ayer, Maldonado aseguró que ello “no procede” para deslindar responsabilidades. Desde Sudaca advertimos que la brutal represión de la primera marcha -la del jueves 12- ya hacía prever que habría muertes. No haber visto ello es inaceptable.

“Es el cuarto día de la protesta social y de la represión desproporcionada. Eso no procede, han pasado varios días donde ellos conocían qué estaba pasando y finalmente hay responsabilidades penales graves, donde la lista principal la encabeza el ministro del Interior, que se ha venido manifestando de manera arrogante, falsa, diciendo que los policías no usaban proyectiles que causaban lesiones graves”, remarca. Uno de los jóvenes muertos recibió 11 disparos, varios de ellos en la cara, según el reporte oficial del Hospital Almenara.

Según el artículo 128 de la Constitución, además, “todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el Presidente de la República o que se acuerden en Consejo [de Ministros], aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatamente”. La renuncia de ministros, que cayó en cascada en la madrugada de hoy, se tras varios días de pública y conocida represión policial. 

Para López, los ministros han renunciado demasiado tarde como para evitar su responsabilidad solidaria en la muerte de los jóvenes. Renunciar luego de que la violencia por parte de las fuerzas del orden se tradujo en dos muertes “no es una renuncia inmediata”, asegura.

Maldonado sostiene, además, que la hipótesis fiscal debiera apuntar a que existió un “patrón de represión sistemático y rigurosamente planeado, concebido en la más alta jerarquía policial, y por lo menos con instrucciones del señor Merino”. Algo que Sudaca ha podido comprobar con reporteros apostados en distintos puntos del Centro de Lima durante las manifestaciones. “Acá la fiscalía tiene que ser muy clara en lo que ha pasado, no se trata solo de ver el Código Penal, [eso] sería un error del Ministerio Público. Se trata de figuras complementarias en el ámbito de Derechos Humanos”, declara.

“Lo que debe quedar claro es que no hay nada que esperar, si Merino está intentando fugar del país, la primera medida coercitiva tendría que hacerla ya (la fiscal de la Nación)”, resalta también Maldonado. Repetimos: que la muerte de Jack Bryan y Jordan Inti no queden impunes.

*Actualización (13:00 pm): El Ministerio Público abrió investigación preliminar en contra de quienes resulten responsables del delito de homicidio en agravio de Inti Sotelo y Jack Pintado y otros, en el contexto de graves violaciones de derechos humanos. El caso está a cargo de la Tercera Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Terrorismo y Derechos Humanos. Además se abrirá investigación por lesiones leves y lesiones graves en agravio de los heridos, y sobre los casos de desaparecidos en la movilización social. 

En esta instancia deberán ser incluidos los altos mandos policiales y agentes a cargo de los actos de represión durante las protestas, como el Subcomandante General de la Policía, Jorge Lam Almonte, y el jefe de la Sétima Región Policial Lima, General Jorge Cayas Medina. Hasta el momento, la Fiscalía de la Nación no se pronuncia sobre apertura de investigación a Manuel Merino y ministros

Tags:

Manuel Merino, Marchas

Fernando Meléndez

Fue uno de los congresistas que habló más alto en el debate por la vacancia de Martín Vizcarra. “Tenemos un deber moral con la patria, porque esto no es un juicio de una sala del Poder Judicial, este es un foro político y su cuestionamiento mayor es que ha mentido”, aseguró, casi sin poder hilar dos ideas consecutivas, en una chapucera intervención de más de 12 minutos. Incluso, se atrevió a citar a Manuel González Prada. “Rompamos el pacto infame de hablar a media voz”, dijo. El tono de su discurso sorprendió a la prensa.

Antes de iniciar el debate del lunes, los votos de Alianza para el Progreso (APP) se contaban indiscutiblemente en contra de la vacancia. De hecho, César Acuña, su líder y próximo candidato a la presidencia, había declarado que Vizcarra debía llevar las investigaciones a través de sus abogados y dedicarse a gobernar los meses que le quedaban. Pero finalmente los votos de APP fueron los que inclinaron la balanza: 20 a favor de destituir al expresidente y solo una abstención.

“Su gobierno es un gobierno espurio, fruto de la mentira, de la conspiración, del engaño y la traición”, dijo Meléndez, pese a que la traición de su bancada empezó, precisamente, con su discurso. Desde su escaño, el vocero de APP resaltó la incapacidad moral de Vizcarra para ejercer el cargo, pese a tener ocho veces más investigaciones fiscales que él. De acuerdo a información revelada por el portal El Foco, Meléndez tiene –sí, solo él– 85 procesos fiscales en curso. Entre otros, se le acusa de peculado, abuso de autoridad, coacción laboral, contaminación ambiental, usurpación, estafa y lavado de activos.

 

Como muestra, solo dos ejemplos. Meléndez es investigado por haber presuntamente favorecido a la empresa Cacao del Perú Norte, del empresario estadounidense Dennis Melka, acusada por la ilegal depredación de 1.900 hectáreas de bosque en Loreto, según Ojo Público. “Es su consciencia que le cuestiona, que no le deja dormir”, aseguró, sin embargo, sobre Vizcarra.

Meléndez también es investigado por negociación incompatible y aprovechamiento ilícito del cargo en la compra de 17 mil mochilas que hizo el Gobierno Regional de Loreto en el 2017. Por este caso, la Fiscalía allanó sus oficinas aquel año. En APP, además, hay otros 13 congresistas investigados por el Ministerio Público. Esto la convierte en la bancada con la mayor cantidad de congresistas en esa situación. 

Meléndez y Vizcarra tienen algo en común: ambos fueron gobernadores regionales. Cada uno en un extremo distinto del país. Mientras que Vizcarra es acusado por recibir coimas para la ejecución de obras públicas en Moquegua, la mayoría de procesos de Meléndez tiene que ver con su paso por el mismo cargo en Loreto, entre el 2015 y el 2019. Pero Meléndez, sin un gramo de vergüenza, dijo que “[Vizcarra] llegó al Gobierno sin título moral, sin honradez, y se encargó de destruir lo que es la institución presidencial”.

Cero en salud

Ante el asombro de los espectadores, que esperaban un pronunciamiento en línea con lo expresado previamente por Acuña, Meléndez también criticó duramente el mal manejo de la pandemia del gobierno de Vizcarra. Dijo que el expresidente “no es capaz de reconocer que hay miles de peruanos que reclaman sus deudos” por culpa suya, y que estos “han fallecido en los hospitales de la seguridad social por falta de un balón de oxígeno”.

¿Qué hizo Meléndez por la salud de la región que representa en el Parlamento, una de las más golpeadas en los primeros meses de la pandemia? No mucho. Según la prensa loretana, Meléndez es uno de los principales responsables en la demora de la construcción del nuevo Hospital de Apoyo de Iquitos, llamado César Garayar García. Este centro de salud funciona en una sede de contingencia desde el 2017, cuando él era gobernador. La nueva infraestructura debía ser entregada en noviembre del 2019, pero aún está inconclusa. Es un caso que recuerda mucho a las demoras que tuvo el Hospital de Moquegua, inaugurado con tres años de retraso, después de la gestión de Vizcarra.

La gestión de Meléndez tampoco fue buena con otro hospital de Loreto, el regional. “La historia de Loreto es crítica. Hemos tenido una serie de gobernadores regionales que no se han preocupado por el sistema de salud. El hospital regional no ha podido en los últimos cuatro años mejorar su atención y colapsó”, le  recordó Fiorella Molinelli, presidenta ejecutiva de EsSalud, cuando fue citada a la Comisión de Fiscalización. “Creo que el congresista se olvidó de su breve paso por EsSalud, donde ha trabajado”, agregó. Tras dejar el GORE Loreto, Meléndez fue designado como asesor en EsSalud, puesto por el que pasó sin pena ni gloria.

Negativo en educación

Otra crítica de Meléndez para empezar a justificar el voto de su bancada a favor de la vacancia fue la supuesta destrucción de las instituciones perpetrada por Vizcarra. En septiembre de este año, sin embargo, Meléndez propuso al Congreso un proyecto de ley que le devolvía las plazas a cerca de 15 mil maestros despedidos por no pasar o no presentarse a la evaluación docente. Eso fue un golpe directo a la reforma magisterial, que –más allá de su evaluación de fondo– es de los pocos procesos institucionales que han sobrevivido a cambios de gobierno. Al mismo tiempo, la región que representa continúa con los peores niveles de educación en el segundo grado de primaria del país. 

Al cierre de la gestión de Meléndez como gobernador regional, en el 2018, según información censal recogida por el Minedu, sólo el 6% de los colegios públicos de Loreto contaban con servicios básicos (agua, desagüe y luz) para los más de 340 mil alumnos inscritos. El promedio nacional en este indicador es de 44%. De ello también da cuenta el Colegio de Economistas de Loreto. Solo 14% de colegios cuentan con todas sus aulas en buen estado.

En el ámbito docente, la situación no es mejor. Según cifras del Minedu, Loreto es una de las regiones con mayor falta de docentes en relación a la demanda en la actualidad y lo será también si el cálculo se proyecta al 2023. Por ejemplo, en la educación primaria, a Loreto le faltarían 2,944 profesores para abastecer la demanda en los próximos tres años, la más alta solo detrás de Piura. Además, Minedu informa que Loreto tiene la tasa más alta de alumnos por maestro para inicial y primaria.

Según los argumentos que Meléndez expresó públicamente –el congresista no quiso dar declaraciones a Sudaca–, su proyecto de ley resolvería esas carencias. Al regresar a la carrera pública a los docentes despedidos, regiones como Loreto se beneficiarían con un incremento sustancial de profesores. De hecho, según cifras oficiales, la región de Meléndez cuenta con el segundo número más alto de docentes cesados (más de dos mil), solo por detrás de Lima.

Un proyecto inconstitucional

Antes de la inesperada vacancia presidencial, Sudaca preparaba un informe en profundidad sobre el problema de los docentes interinos y los vacíos de la reforma magisterial, a propósito de la iniciativa impulsada por Meléndez. Ese informe verá la luz –dada la coyuntura– todavía en algunas semanas. Sin embargo, vale la pena adelantar dos puntos.

El primero es que el proyecto de Meléndez es una salida facilista: simplemente recontratar a los docentes despedidos para cerrar la brecha. Contratarlos porque hay espacio. Pero lo cierto es que la ley vigente de la carrera pública magisterial, aprobada en el 2007 y reglamentada desde el 2012, no reconoce la figura del docente interino. Según Ricardo Cuenca, investigador principal del IEP, estos son profesores eventuales que debieron pasar a ser regulares en periodos cortos de tiempo con la obtención del título profesional.

Lo de Meléndez, en cambio, se parece más a una movida netamente política y clientelista. Entre noviembre del 2018 y el cierre del Congreso en el 2019, 40 congresistas reenviaron en total 45 oficios a la Mesa Directiva para que incluya el debate de un dictamen de la Comisión de Educación que reincorporaba a los docentes interinos a la carrera pública.

Esto ocurrió por la insistente presión de hasta tres grupos sindicales o frentes nacionales de maestros. “Fernando Meléndez es para todos los docentes interinos un héroe, admiramos el empuje que a la dado a la lucha por el reconocimiento de nuestros derechos”, dice Edgardo Escobar, docente interino de Pasco por casi treinta años y hoy secretario general del Sindicato Nacional de Maestros Despedidos del Perú. Apoyar a los maestros cesados da capital político.

Lo segundo es que el proyecto de ley impulsado por Meléndez contraviene un fallo del Tribunal Constitucional. El 23 de abril del 2019, ese colegiado dictó una sentencia que declaraba infundada la demanda por reincorporación de la profesora interina cusqueña Esperanza Pacheco. El Pleno del Congreso votó a favor de restituir a los docentes cesados en octubre del 2020, pero luego reculó y decidió devolver el texto a comisión para profundizar su análisis.

Tags:

Fernando Meléndez

 

Fotos: Luca Daniel / Texto: Sudaca

Esta semana la Policía le ha recordado al país su cara más perversa. Aquella que sirve de instrumento de represión ciudadana para gobiernos sin respaldo popular. Durante toda la semana, en lugar de proteger a los peruanos los han atacado. Y anoche, en el Centro de Lima, esa represión se volvió ensañamiento. Con perdigones, toneladas de gas lacrimógeno y una estrategia de brutal acorralamiento, la Policía embistió sin piedad contra manifestantes que protestaban –que no quepa ninguna duda– pacíficamente.

 

No es que no se sepa ya que la Policía normalmente sirve a los intereses de quienes dictan las órdenes. No es, tampoco, que no se hayan visto antes episodios de injustificada violencia en marchas y protestas pacíficas. Ayer, sin embargo, la Policía dejó claro algo: su cara más ruin ha empezado a perder la vergüenza. Y bajo esa premisa, el escenario que le espera al país parece cada vez más oscuro.

¿Cómo no reprimir sin pudor, si la única respuesta de la que parece capaz Manuel Merino es esa? ¿Y qué más se puede esperar de la Policía si el nuevo premier, Ántero Flores-Aráoz, pertenece a una casta de políticos absolutamente desconectados de la realidad? Hoy por la mañana, incluso, el premier ha agradecido al cuerpo policial por su deshoronsa labor de anoche. “Lamentablemente muchas veces no se comprende que a igual que los civiles tienen derechos humanos, los policías también los tienen. En mí encontrarán siempre un defensor”, les dijo.

La marcha de ayer fue inusualmente puntual. A las 5 de la tarde, la Plaza San Martín comenzó a llenarse de gente que, sin otra motivación subrepticia, deseaba manifestar su rechazo a la vacancia presidencial perpetrada hacía tres días por el Congreso. Para entonces, ya llegaban reportes de inexplicable represión en algunas regiones del país. En Madre de Dios, por ejemplo, la Policía echó gas lacrimógeno a una manifestación de apenas 60 personas.

El miércoles, incluso, ya se habían producido detenciones arbitrarias en las primeras movilizaciones en Lima. Sin embargo, para el jueves 12 de noviembre la Policía tenía preparada una estrategia mucho más dura. Un ejemplo: a las ocho, cuando los manifestantes estaban detenidos en la Av. Abancay, cruce con el Jirón Leticia, la Policía empezó a gasearlos desde tres frentes distintos. Las bombas lacrimógenas no fueron usadas para dispersar a los manifestantes, sino para acorralarlos. Y para atacarlos cuando no tenían salida.

Tres reporteros de Sudaca, apostados en distintas zonas del Centro de Lima, comprobaron que algo similar ocurrió –tiempo después– en el Óvalo Grau, frente al Palacio de Justicia, en la Av. Wilson y a la entrada de la Plaza San Martín. En esta última, incluso, los policías advirtieron con sorna a la gente que los llenarían de gas. Y nuevamente ocurría lo mismo: lacrimógenas desde todos los frentes. Acorralamiento sistemático para causar miedo e infligir sufrimiento. A ello se sumaron los perdigonazos.

El fotógrafo de El Comercio Alonso Chero fue herido por la espalda con un perdigón. Al periodista Alonso Balbuena, de Ojo Público, le reventaron la pierna con una lacrimógena. Según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos hay, por lo menos, cuatro periodistas heridos tras la marcha de ayer. Atacar a la prensa es un signo inconfundible de que un gobierno ha perdido el rumbo democrático. Desde Sudaca condenamos abiertamente este inaceptable comportamiento.

Tags:

Bicentenario, Manuel Merino, Marcha

Martín Vizcarra encarna una contradicción que guía la política peruana. Muchos ciudadanos de este país consideran que la corrupción es uno de sus principales problemas, pero están dispuestos a votar por un líder fuerte –que haga las cosas– a pesar de que sea corrupto. ¿Cómo se explica la aprobación inusualmente alta con la que el expresidente se ha ido a casa, acusado de haber recibido sobornos? En términos de valoración ciudadana y percepciones sobre democracia, la respuesta parece estar detrás de aquella incoherencia.

Se trata de una idea que, además, desbarata el argumento central de vacar a un presidente por incapacidad moral. Se publicó en mayo de este año en el Barómetro de las Américas, un estudio de opinión pública diseñado por una universidad de Nashville, Tennessee, a cinco mil kilómetros del Perú: 8 de cada 10 peruanos que justifican tener un líder fuerte, aunque no cumpla las reglas para alcanzar sus logros, aprueban a Vizcarra. Una forma elegante de describir el criollo ‘que robe, pero que haga obra’.  

Vizcarra es aprobado por una ciudadanía que cada año normaliza a los líderes presuntamente corruptos, según un sondeo de Proética del 2019. Usualmente, Perú registra apenas 27% de rechazo definitivo a actos concretos de corrupción. Sin embargo, la misma población que aprueba la presencia de un liderazgo capaz de pervertir su moral en servicio de sus resultados y lo tolera, también reconoce que la corrupción es el principal problema del país. La cifra que arroja el Barómetro al 2019 es de 36%, el porcentaje más alto de la región y cerca del doble del segundo lugar, Colombia (ver gráfico).

Esa bipolaridad es el pilar de un sistema democrático en crisis permanente. Pero que, pese a la crisis, engendra cada cierto tiempo figuras inusualmente queridas. Llamémoslo, a tono con los tiempos, ‘El fenómeno Vizcarra’. Un presidente que logró interpretar que la lucha anticorrupción era un gesto para la tribuna en un momento específico de la historia política del país. Por tanto, la abanderó en todo momento de su mandato: al asumir, al cerrar el Congreso e, incluso, al aceptar su vacancia sin más. Sin embargo, quizás Vizcarra no entendió bien el fenómeno que giraba –y lo impulsaba– a su alrededor.

 

¿El discurso o la acción? 

El estudio de Vanderbilt University, en Tennessee, que genera cada dos años el Barómetro de las Américas, le daba a Vizcarra en el cierre de su gobierno una aprobación de 56%, cuatro veces más alta que a Toledo, García o Humala en las mismas circunstancias. El doble que Kuczynski. Todo ello a pesar de no contar con una bancada parlamentaria propia ni con un partido político que lo defienda. Lo dijeron también las encuestas de Ipsos Perú antes de la vacancia: 78% de desaprobación a retirar a Vizcarra del cargo.

Es sorprendente –desde la teoría y la historia– que un Congreso con una amplia desaprobación haya podido vacar a un presidente con índices tan altos de popularidad, comenta el analista político Félix Puémape. De hecho, es uno de los presidentes más aprobados de América Latina, según un recuento elaborado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). A meses del fin de su gobierno, estuvo a la par de los presidentes de Argentina, México y Uruguay, y muy por encima de Brasil, Colombia, Chile o Ecuador.

Desde el inicio de su gobierno, y a diferencia de su predecesor Kuczynski, Vizcarra logró llegar a la gente con el discurso anticorrupción, en un universo dominado por el escándalo Lava Jato y con un mensaje dirigido a entender los reclamos populares y prometer satisfacerlos. Pero de ahí se derivan varias preguntas: ¿es el discurso anticorrupción lo único que explica su alta popularidad? ¿No se hubiera caído, entonces, tras revelarse presuntos sobornos en los mismos términos que se han revelado para sus adversarios políticos?

La relevancia de la corrupción en el escenario peruano es frágil. Si bien los ciudadanos la ven como un problema, una etiqueta negativa, no constituye la línea de fondo al momento de valorar a un político. “Las encuestas nos dicen que, en realidad, a la gente le importa más tener buenos servicios, buena economía personal y ver el trabajo realizado”, dice la investigadora Patricia Zárate, encargada del Barómetro en el Perú. El desencanto con la decisión de la vacancia no es, por tanto, un apoyo al discurso de Vizcarra, sino un descrédito natural por la figura del Congreso, el lugar donde más percibe la gente que no se toman decisiones en beneficio de los intereses de todos.

Las conclusiones del Barómetro incluyen una noción clara de que las personas no perciben tan cercana ni tan palpable la gran corrupción. Por ejemplo, para Zárate, la gente odia al Congreso no por corrupto, sino “porque [los congresistas] no hacen nada y ganan mucho dinero”. Lo de la corrupción es, apenas, un aliciente. En ese sentido, el sistema democrático está en deuda con la ciudadanía por la ineficiencia, más que por permitir el robo. En sencillo: solo los goles, así sean con la mano, ganan los partidos.

El ‘Fenómeno Vizcarra’ también se explica con la elección de su estrategia para gobernar. No tuvo una bancada llena de políticos sin capacidad de ejecución –los congresistas impopulares–, sino que gobernó con el apoyo de los gobiernos regionales y locales, de los militares y, por supuesto, de la ciudadanía. Formar un partido para que sea como el resto y no tuviera representación era una inversión que prefirió ignorar. “Para Martín, vale más tener el control sobre las personas que trabajar en equipo, menos con una figura como los congresistas con los que hay que dialogar”, comenta César Caro, ex asesor de Vizcarra en su gestión regional.

Para Vizcarra, era mucho más rentable (y práctico) en términos de imagen personal aliarse con figuras ejecutivas y dependientes del presupuesto público. Para qué meterse a negociaciones con el Congreso sí, según el Barómetro al 2019, la mitad de la población no apoya a la democracia y no se interesa por esa forma de hacer política. De hecho, Perú comparte los últimos lugares de la tabla en la región en estos indicadores, junto con democracias igual de frágiles como Bolivia, Guatemala y Honduras.

El surgimiento de liderazgos como los de Vizcarra se gesta en esas bipolaridades. En la desaprobación hacia un sistema que, por décadas, falla en entregar valores tangibles. Pero incluso así, para Zárate, ni siquiera puede hablarse de un apoyo masivo y tangible a un presidente como Vizcarra, por más popular que sea en las encuestas. “En la dirección que sea, la ciudadanía está desconectada de la representación que debería recibir de los políticos”, sentencia Zárate.

 

¿Al menos hace obra?

Hasta aquí, la lógica del ‘Fenómeno Vizcarra’ mandaría lo siguiente: para ser mayoritariamente aprobado como presidente hace falta oponerse férreamente a quienes nunca van a poder entregar resultados tangibles -los congresistas- y aliarse con quienes sí. La lucha contra la corrupción es una bandera útil (a nadie le gusta la corrupción), pero más retórica que práctica. Al final, lo que importa para ser querido es hacer cosas. ¿Vizcarra cumple con ese perfil?

En la pequeña región sureña de Moquegua hay una obra que carga con serios cuestionamientos por corrupción pero, al mismo tiempo, es también sinónimo de ineficiencia. Su trascendencia radica en que a Moquegua, con apenas 200 mil habitantes, le hace falta el agua. Sus ríos están secos por once meses cada año.

En 2013 Vizcarra, ingeniero de profesión y entonces gobernador regional, prometió a los moqueguanos un proyecto no tan complejo y barato a escala nacional, pero de gran simbolismo para la comunidad: trasladar el agua de este a oeste, entre las zonas altas y lluviosas, hasta la costa de Ilo. Una tubería larga de 60 kilómetros recorrería arenales por dentro de la tierra, con una capacidad de 900 litros de agua por segundo, hacia un reservorio que luego la distribuiría a 36 parcelas por otros 15 kilómetros, para generar agricultura en lo que siempre fue un desierto. Un milagro.

Pero el ingeniero no pudo dar nacimiento a su obra maestra. La gestión regional sucesora dio conformidad a la obra sin probarla, y colapsó meses después al tratar de hacerla operativa. El consorcio que hizo la obra, Obrainsa-Astaldi, deslinda hasta hoy el problema al gobierno regional. A la fecha, ya se han invertido cuatro más extras y más de 50 millones de soles -y contando- para tratar de hacerla andar.

Según todas las fuentes locales consultadas por Sudaca en Moquegua, entre periodistas, miembros del gobierno regional y ex trabajadores de Vizcarra, Lomas de Ilo era su obra más emblemática. La otra puramente suya, el hospital regional, tomó ocho años en terminarse y aún tiene cuestionamientos. El expresidente parece no tener nada más que mostrar en cuatro años de gobernador regional y otros tantos a la cabeza del Poder Ejecutivo. “Fue una gran decepción que no hiciera nada por su región”, señala César Caro, que acompañó al gobernador durante toda la gestión regional y lo siguió incluso hasta Palacio de Gobierno cuando fue vicepresidente.

A nivel nacional, le ocurrió algo similar. La gran oportunidad que tuvo PPK de demostrar su valía ante la población, con Vizcarra como vicepresidente y ministro de Transportes, fue la crisis de El Niño Costero. El Congreso opositor dejó que se destinaran miles de millones en recursos para reconstruir el norte y otras principales ciudades afectadas. “Pero el gobierno, conformado por líderes técnicos incapaces de gestionar a nivel regional lo que hiciera falta, no pudo conectar con las demandas de la ciudadanía”, recuerda Santiago Mariani, profesor de ciencias sociales y políticas de la Universidad del Pacífico.

A Vizcarra se le presentó un escenario similar en el 2020. Tras batallar por más de un año contra el Congreso opositor, logró disolverlo. Ya sin una oposición clara, la pandemia del COVID-19 parecía un momento ideal para conectar con la gente. Pero hizo todo lo contrario. Mariani propone dos grandes fallas. Primero, seis mil millones de soles invertidos en empresas grandes a través de Reactiva Perú y siete millones de personas desempleadas sin capacidad de reacción del Estado. Segundo, a pesar de que el discurso inicial fue que estábamos preparados para una pandemia por los éxitos macroeconómicos de años anteriores, el exceso de muertes del Perú ha superado los 60 mil.

Entonces, si Vizcarra tampoco ‘hace obra’, tampoco ejecuta, ¿cómo se explica su alta aprobación? El ‘Fenómeno Vizcarra’ ha mostrado que, en el escenario político actual, es más rentable oponerse a quienes no entregan resultados concretos que entregarlos uno mismo. La imagen de un político, pese a ser un mal gestor, puede tranquilamente construirse si el enemigo de turno es efectivamente peor. Y los congresos que le ha tocado enfrentar a Vizcarra han cumplido con esa premisa. Nuevamente: no por corruptos, sino por inútiles.

Lo que queda

Manuel Merino asume un gobierno que él mismo cataloga de transición. Aún así, su gobierno trae la incertidumbre típica de un accionar de bloqueo. Para Mariani, el hecho de que un poder del Estado haya decidido bloquear a otro es motivo suficiente para dudar sobre su proceder democrático. Y es que cuando hay dos poderes que fueron elegidos por la ciudadanía, que uno asuma la disolución del otro no puede interpretarse como una necesidad del pueblo.

Pero lo cierto es que ambos poderes se bloquearon mutuamente en un lapso histórico tan breve como un año. El golpe final, sin embargo, no es contra ellos. Lo más perjudicado es la representación social de la política, la institucionalidad de los partidos y la confianza en los procesos electorales. El golpe es hacia esa ciudadanía que en el 2019 nos convirtió, ante el Barómetro, en el país sudamericano con mayor tolerancia al cierre de un Congreso y a los golpes militares.

Hoy, miles de peruanos marchan en contra del Congreso y del nuevo gobierno, y no necesariamente a favor del ‘Fenómeno Vizcarra’. Un fenómeno gaseoso y sin sustancia, explicado netamente por oposición. La personificación de una paradoja vacía. En cambio, aunque parezca contraintuitivo, las marchas no son extrañas en el Perú. Nuevamente, el Barómetro da al país el segundo lugar de la región en cuanto al uso y aparición de manifestaciones sociales, solo detrás de Bolivia.

“Me retiro a mis labores de ingeniero y a revisar temas con mi abogado”, dice a los medios Vizcarra, el día siguiente a la vacancia. Se despide como un personaje que no encuentra mayores elementos para continuar en la lucha política. Deslegitimado en su bandera anticorrupción, desnudado en el fuero de su núcleo más cercano e incapaz de demostrar con cifras, obras u otros los logros de una administración de gobierno que se ha desvanecido de un día al otro. Así de endeble, como si nunca hubiera existido.

Tags:

Martín Vizcarra

 

“El fútbol a sol y sombra” es un libro hermoso en el que Eduardo Galeano reseña –entre otras cosas– la historia de los Mundiales. Cada capítulo inicia con un contexto distinto. “Un atentado terrorista había derrumbado las Torres Gemelas”, dice para Corea-Japón 2002. “El mundo se quedaba callado de Frank Sinatra”, lamenta para Francia 98. Pero hay una frase que se repite, capítulo a capítulo, con obstinado sarcasmo, de los sesenta en adelante: “Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro”. Una caída que siempre iba a producirse “en cuestión de horas”.

Galeano usa esa muletilla para burlarse de un tipo de anhelo muy particular: algo que se vocea y vocea con persistencia, porque a algunos grupos políticos les sigue interesando que ocurra, pero que la mayoría de personas ya tiene claro que no va a ocurrir. Al menos, no según el sentido común. La trampa está en que hablar sobre un tema, así sea cada vez más improbable, lo mantiene vigente. En los últimos cinco años, un posible premierato de Ántero Flores-Aráoz se había convertido en eso: la caída del régimen de Fidel Castro. 

Con cada renovación de Gabinete (que no han sido pocas en este gobierno), de algún lado llegaba el rumor de que uno de los voceados para ser primer ministro era el Dr. Flores-Aráoz. Alguien –quién sabe si él mismo– se encargaba de filtrar la información con la esperanza de que llegara a los círculos de prensa. Pero la prensa seria, y con el tiempo la otra también, terminó por entender que el rumor no tenía sustento. ¿Por qué alguien le daría el premierato a Flores-Aráoz en el 2020? El tema comenzó a verse como un chiste. “¿Y ahora quién va a la PCM? Ántero, seguro”.

Desterrado del PPC hace más de una década, Flores-Aráoz se había convertido en un político huérfano e incapaz de recuperar el capital electoral que en un momento –es cierto– sí tuvo. En las últimas elecciones, las del 2016, en las que postuló con el Partido Político Orden, quedó último con el 0,4% de los votos. Ni siquiera grabando el infame video del ‘Gato Fiero’ pudo conectar con una ciudadanía que ya parecía haberlo jubilado, sin que él se diera cuenta. En las redacciones de los principales diarios del país, incluso, ya existía un veto tácito a consultarle como analista. No por alguna tendencia ideológica particular, sino por esta honesta pregunta: ¿hoy a cuántas personas representa su opinión?

“[Winston] Churchill, en el Reino Unido, tuvo que ponerse adelante en momentos muy difíciles. Nadie mejor que él [Flores-Aráoz] para asumir un reto de esta naturaleza”, dice Luis Alfonso Morey, asociado en licencia de su firma de abogados y quien, como candidato a la alcaldía de San Isidro, propuso construir un muro alrededor de su distrito. Luego aclaró que se trataba de un “muro de valores”. En la carrera municipal del 2018, Morey obtuvo un porcentaje ligeramente superior al de Ántero en la presidencial: 1,9%.

Pero la soledad política de Flores-Aráoz no solo se ha reflejado en su juramentación unipersonal –algo que también le ocurrió al expremier Vicente Zeballos tras el cierre del Congreso–, sino en la creciente protesta callejera contra el gobierno que ahora representa. “No he visto violencia”, dijo en la mañana de ayer, ya ungido como premier. “Que [los manifestantes] se tranquilicen, pues”, pidió luego, ya sin poder cerrarle los ojos a la realidad. Horas después, la exministra de Salud Pilar Mazzetti le dio un portazo en la cara descartando –en medio de la pandemia– formar parte de su futuro Gabinete. Ántero la había estado llamando sin que ella le levantara el teléfono.

“Ha juramentado solo y con protestas cada vez más fuertes en la calle. Eso es digno de García Márquez. Ya ni siquiera es El otoño del patriarca, sino ‘El crudo invierno del patriarca’”, dice el psicoanalista Jorge Bruce. “Ántero no es un caso delirante y aislado. Sí representa todavía a una parte del pensamiento de la élite. Pero creo, y sin estar siendo demasiado optimista, que representa solo a la parte más atrasada”, asegura.

Flores-Aráoz ha tomado el premierato como representante de un sector de políticos que el electorado ha castigado en las últimas elecciones. Es sintomático, por ejemplo, que una de sus primeras entrevistas como primer ministro haya sido en UCI Noticias, entrevistado por Jorge Del Castillo, histórico dirigente aprista, pero cuyo partido obtuvo apenas 2,7% de los votos en las últimas elecciones congresales.

¿Por qué de ser presidente del Congreso, elegido congresista durante once años consecutivos, en ocasiones con más de 150.000 votos, Ántero Flores-Aráoz ha pasado a ser un político cuya toma de mando en PCM se considera una resurrección? La principal razón es, explica Bruce, lo que da origen al título de este perfil: su inocultable racismo. 

Un lapsus que pinta un océano

Ántero es un político racista en una sociedad en la que el racismo todavía está profundamente arraigado. Con el auge global de la ‘incorrección política’, uno podría pensar que eso lo mantendría vigente. Sin embargo, su caso es distinto: el electorado peruano –aunque se trate de una sociedad que se sigue manejando en esos códigos– no premia la discriminación desde posiciones de privilegio. Por el contrario, la sanciona drásticamente. Si un candidato tiene aires de virrey y rechaza un chicharrón, no puede pretender tener éxito.

Durante décadas, Flores-Aráoz disimuló ese racismo con una imagen ‘criolla’ y ‘desvergonzada’, pero en los últimos años se le ha desbordado. “No entiendo cómo gente inteligente puede haber presentado esto […]. Si esto lo hubiera presentado Juan Pérez Mamani, de repente”, dijo en Ampliación de Noticias, en el 2018, al criticar la Ley Mulder sobre publicidad estatal. “Decir ‘los pueblos olvidados del Perú’, ¡no me jodan!”, dijo, cuando pensaba que la cámara no lo estaba grabando, al documental La Espera, que trata sobre el Baguazo. Su argumento: que es imposible llevar servicios básicos a todos los rincones del país, porque el dinero no alcanza.

Imagen: Andina

Pero hay un episodio que describe con mucha más claridad el racismo de Ántero. Ocurrió en junio del 2006. El periodista Ramiro Escobar trabajaba en un programa de Canal N llamado ‘Sin Rodeos’, auspiciado por el Instituto de Defensa Legal (IDL). Por entonces se discutía la ratificación parlamentaria del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y el Perú. Desde la izquierda, una idea -cuya factibilidad era, es cierto, cuestionable- había surgido en el debate: convocar un referéndum para decidir si se debía ratificar el convenio bilateral.

Escobar -quien reconstruyó el episodio en diálogo con Sudaca– llegó al Congreso para entrevistar al entonces presidente de la Comisión de Constitución, Ántero Flores-Aráoz. Ya en su oficina, mientras el camarógrafo preparaba la toma y en las conversaciones previas a la entrevista, ocurrió el siguiente diálogo informal. El hoy premier hablaba bajo la seguridad de que, al no haber iniciado la entrevista, sus palabras no serían reproducidas. Esta es una transcripción literal que Escobar hizo pocos días después del incidente y que reafirmó para Sudaca:

—¿Y usted cree, congresista, que debe aprobarse el referéndum?

—Noo, ¿para qué? ¿Le vas a preguntar a las llamas y vicuñas sobre el TLC?

—¿Cómo dijo, congresista? ¿A quién se refiere con “llamar y vicuñas”?

—¿A quién? A la gente, pues

—Oiga, eso es insultante. Me está ofendiendo a mí y a numerosos compatriotas. Eso es ofensivo.

—Es mi opinión, pues, y por último no la estoy diciendo públicamente.

Escobar cortó la entrevista rápidamente y, por supuesto, no utilizó las declaraciones de Flores-Aráoz para su reportaje. Sin embargo, sí tomó una decisión periodística: revelar lo que el entonces congresista había dicho con el micro apagado. “[Flores-Aráoz] me miró como diciéndome tú me entiendes”, recuerda. Junto al conductor del programa, Hans Landolt, relataron el episodio y le hicieron un llamado público a la rectificación. Escobar, luego, también escribió una columna al respecto en Perú21.

El incidente tuvo repercusiones menores. Hace 15 años, la condena pública a los actos de racismo no era tan robusta. Pero Escobar sí recuerda una anécdota: frente a la firma de abogados de Flores-Aráoz, en Corpac, San Isidro, se convocó una manifestación de la que participó una llama. “La habrán conseguido de la [universidad] Agraria. El caso es que le pusieron un cartelito que decía ‘yo también quiero opinar sobre el TLC’ o algo similar”, cuenta.

Como toda persona racista, Ántero ha negado varias veces serlo. También lo han hecho sus allegados, como Morey. “No tiene el más mínimo grado de consciencia de que encarna el racismo más rancio de la sociedad peruana, porque lo reitera una y otra vez. Lo vuelve a hacer con lo del Baguazo, por ejemplo. Ahora, que él se niegue a entender la realidad de su desprecio o el daño que hacer es problema suyo. Lo asombroso es que lo nombren primer ministro”, dice Bruce, quien analiza el episodio de las llamas y las vicuñas en su libro “Nos habíamos choleado tanto”.

En una entrevista con Fernando Vivas, para El Comercio, Ántero ha intentado maquillar lo inmaquillable, diciendo que sus palabras fueron mal interpretadas. Asegura que se refería a las llamas tanto como a las piedras. “Mis padres eran quechuablantes y de la sierra. Así que eso, a mí, particularmente, me agredió. Me acordé de mi vieja, de mis abuelos. ¿Cómo me va a decir una cosa así?”, dice Escobar.

No hace falta explicar la grieta que un discurso como ese abre en la psicología colectiva de los peruanos. Sin embargo, para que quede claro que este perfil no es un recuento ‘moralista’ de hechos, sino uno pragmático, vale explicarlo. “Desalienta cualquier espíritu de cambio y genera un sentimiento de desasosiego profundo en los ciudadanos. Estos se retraen de la vida pública porque dicen ‘si nuestros dirigentes dicen eso, ya qué nos espera’”, dice el psicoanalista Bruce. Reciclar políticos abiertamente racistas aleja a los peruanos aún más de la política. Y esa desconexión ha explicado mucho de lo que hemos visto en los últimos cuatro años.

“Pero me preocupa aún más que muchas personas terminen por autodiscriminarse. Es una figura como la del niño que sufre porque su padre es violento, pero trata de entender por qué lo hace. Luego, termina creyendo que hay algo de cierto. Eso genera atraso cultural, social y un daño psicológico profundo. Ah, y también atraso económico, por supuesto”, agrega Bruce. Un país con ciudadanos que no se reconocen como iguales a sus dirigentes está condenado al fracaso. 

“Mi propósito no es atacarlo, sino hacer notar algo que ocurrió y que se debe tomar en cuenta cuando alguien toma el poder. No puedes decir eso y tratar de gobernar un país, resolver cosas importantes para la sociedad”, dice Escobar.

Defensor de universidades denegadas

El fracaso político del 2016 obligó a Ántero a recluirse en su trabajo como jefe de una firma de abogados que lleva su apellido. En la arena pública, se mantuvo como columnista del diario Exitosa. Hasta que resucitó como premier. Dado el nuevo poder que ahora tiene sobre el devenir institucional del país, es necesario cerrar este perfil con unos renglones sobre un tema clave: su posición sobre la reforma universitaria. Una que ha esgrimido en por lo menos media docena de columnas y otros tantos pronunciamientos públicos.

Para Flores-Aráoz, la reforma universitaria ha ‘discriminado’ a las universidades privadas denegadas, muchas de las cuales no cumplieron con ninguna de las ocho condiciones básicas de calidad que evalúa la Sunedu. “Ha habido un doble rasero. Por un lado, a las universidades públicas no licenciadas se les dio otra oportunidad, que se la han negado a las privadas. Vamos a tener un cuarto de millón de estudiantes en la calle”, le dijo a TV Perú en el 2019.

Este argumento se desprende del Decreto Supremo 016-2019, emitido por el gobierno del expresidente Vizcarra, en el que se obliga a las universidades públicas denegadas -solo dos, hasta octubre último- a elaborar un plan de emergencia, reorganizarse y volverse a presentar al licenciamiento. También se las sanciona si no lo superan en la segunda oportunidad.

Como han analizado los abogados Wilder Oyola y Diego Méndez para el portal jurídico IUS 360, el decreto no es discriminatorio porque también permite a las universidades privadas no licenciadas (48) hacer lo mismo, solo que sin el financiamiento ni acompañamiento del Estado. “Por su naturaleza, las normas del citado DS no son aplicables a estas universidades, puesto que se trata de sujetos privados, financiados con sus propios fondos y que se rigen por decisiones de sus órganos. Así, como ha señalado el Tribunal Constitucional, el principio de igualdad exige tratar igual a los que son iguales y distinto a los que son distintos. Se trata de personas jurídicas de distinta naturaleza”, aseguran ambos juristas.

Sin embargo, Ántero ha repetido el discurso de la discriminación. Uno que, coincidentemente, también ha esgrimido con fervor la Universidad Privada Telesup, de José Luna Gálvez, también fundador de Podemos Perú. De hecho, Morey ha sido el asesor jurídico de Telesup en todo este proceso, que incluyó una medida cautelar ganada en un juzgado de Bagua.

Morey asegura haber tomado el caso de Telesup ‘a título personal’. Para ello, dice, pidió licencia del estudio Flores-Aráoz. “Es como un profesor universitario que no está dictando clase. No estoy viendo ningún caso con el estudio, pero formo parte de él como abogado asociado”, aseguró a Sudaca. “En el seno del estudio estuvimos todos de acuerdo que por lo mediático del tema iba a hacer la defensa [de Telesup] de forma individual”, agregó. Según él, que el nuevo premier tenga el mismo discurso que Telesup -el cual reafirmó a medios ayer- es simple coincidencia de posiciones.

El tema cobra aún más relevancia porque apenas al día siguiente de la caída de Vizcarra, el 10 de noviembre, poco antes de que juramentase el nuevo primer ministro, Telesup envió una carta notarial al superintendente de la Sunedu, Oswaldo Zegarra. En la carta, argumenta por qué la medida cautelar de Bagua –luego revertida– sigue vigente y le da 24 horas a la entidad para aplicarla. Es decir, para imterrumpir el proceso de cierre de Telesup y restituir su derecho a admitir alumnos.

Lo sintomático del documento, sin embargo, son sus últimos párrafos. Con inusitada confianza, el gerente general de Telesup, Luis Felipe Luna Morales, amenaza a Zegarra con denuncias penales y le dice que -todo este tiempo- la Sunedu se ha aprovechado de una “posición de dominio” porque tenía el “respaldo del gobierno” de Vizcarra.

A renglón seguido, Luna Morales asegura –sin miramientos– que “una vez que su posición de dominio y respaldo gubernamental haya llegado a su fin, conforme el devenir político del país”, Telesup recuperará su supuesto derecho a seguir operando. Así las cosas, Flores-Aráoz, doctor honoris causa por Telesup, y Manuel Merino, nueva cabeza del Ejecutivo, deberán definir si, de cara a la creciente ola de protestas callejeras, apoyarán públicamente a la Sunedu como ente rector del proceso de reforma universitaria.

Tags:

Antero Flores-Aráoz

En el 2019, el gobierno de Martín Vizcarra cuadruplicó el presupuesto de apertura de Pasto Grande y, con ello, dotó a Lomas de Ilo de inusuales S/ 22 millones. Poco tiempo después, la mitad de aquel monto fue girado al consorcio Obrainsa-Astaldi para el pago de laudos arbitrales. Hoy, un aspirante a colaborador eficaz acusa al presidente de haber recibido S/1 millón en coimas de ambas compañías. Lomas de Ilo, la obra ‘estrella’ de Vizcarra cuando fue gobernador regional, sigue inoperativa.

Para los moqueguanos, Pasto Grande es tan emblemático como Machu Picchu. Pero el enorme proyecto de irrigación, que lleva agua a más de 7 mil hectáreas de ese pequeño departamento, tiene un problema. Su problema se llama Lomas de Ilo. Gestionada en el 2013 por el entonces gobernador, Martín Vizcarra, y construida por el consorcio italoperuano Obrainsa-Astaldi, la ampliación ‘Lomas de Ilo’ debía canalizar el agua de Pasto Grande hacia las tierras de la zona costera de Moquegua en el 2014. Todavía no lo ha hecho, porque colapsó en la primera prueba.

Pero, increíblemente, ese no es meollo del asunto. Una edificación inútil, mal construida y vinculada a presuntos sobornos ya no resulta extraña en el Perú. Lomas de Ilo sería apenas un renglón perdido en la larga lista de obras vinculadas a corrupción si no fuera por ese apellido: Vizcarra. Su principal impulsor hasta hoy. Desde que asumió como presidente, el gobierno central ha aumentado los recursos para el proyecto de infraestructura más mimado de su gestión regional. Aquel por el cual hoy un aspirante a colaborador eficaz lo acusa de corrupción. ¿Por qué? Sudaca viajó hasta Moquegua para encontrar la respuesta.

El 2019 fue el primer año en el que el gabinete de Vizcarra pudo armar el proyecto de presupuesto público y decidir en qué se gastaría el dinero del Estado. Eso se vio claramente reflejado en las partidas destinadas a Moquegua. Luego de tres años sin presupuesto de apertura, Lomas de Ilo abrió el 2019 con uno inusualmente alto: S/22 millones. La cifra es más extraña aún si se observan los montos que esa obra había ejecutado en el 2018: apenas S/3,7 millones, conseguidos sobre la marcha. ¿Por qué necesitaría siete veces más dinero una edificación que todavía no puede empezar a operar?

Hasta el cierre de este informe, el Ministerio de Economía (MEF) no respondió a esa pregunta, alcanzada por Sudaca desde Moquegua.

La partida de Lomas de Ilo fue, a su vez, parte de los más de S/ 61 millones que recibió todo el proyecto Pasto Grande para el 2019, la gran mayoría provenientes del gobierno central. Una cifra que cuadriplicó su presupuesto del año previo y que las autoridades regionales de ese entonces aseguran no haber solicitado. Se trata, de hecho, de la asignación presupuestal más alta en los 16 años que el GORE Moquegua ha administrado el proyecto.

“Recibimos S/ 61 millones de parte del MEF a pesar que nosotros habíamos considerado menos para Pasto Grande. Ellos no especificaron en qué actividades usar ese dinero, por lo que consultamos si podíamos moverlo a otras partidas donde hubieran servido más. La sectorista del MEF me dijo que la Directora General de Presupuesto Público [entonces, María Antonieta Alva] había destinado ese presupuesto específicamente a Pasto Grande, que el dinero tenía nombre propio [el del proyecto] y que no se podía dar a ninguna otra unidad ejecutora”, dice William Pineda exjefe de planeamiento y presupuesto del GORE Moquegua.

Pasto Grande tiene un presupuesto que solo aumenta significativamente cuando se va a realizar una nueva obra. Por ejemplo, entre el 2008 y el 2009, se triplicó para la construcción de la conducción Jaguay Rinconada. Algo parecido ocurrió entre el 2013 y 2015 para levantar las fallidas Lomas de Ilo. Pero en el 2019 y el 2020 Pasto Grande no tiene especificada ninguna obra nueva en particular. Ricardo Tapia, ingeniero agrónomo con más de 40 años trabajando en actividades vinculadas al proyecto, asegura que ya no hay obras de gran envergadura contempladas para inversión. Solo proyectos pequeños.

¿Qué ocurrió, entonces, con la inusual cantidad de dinero que entró a Lomas de Ilo, a través de Pasto Grande? Parte importante terminó siendo girada al consorcio Obrainsa-Astaldi, conformado por dos empresas que, según un aspirante a colaborador eficaz, habrían pagado S/1 millón en coimas a Vizcarra para adjudicarse aquella obra.

Laudos, laudos y más laudos

Para entender mejor ese giro de dinero hace falta irse unos años para atrás. Durante su gestión como gerente general de Pasto Grande, entre el 2017 y el 2018, el ingeniero Johan Vilchez intentó que el GORE de Moquegua no pague los cerca de S/ 11 millones en arbitrajes que dicho consorcio les había ganado en el 2016. Todos derivados de la construcción de las Lomas de Ilo. Así lo demuestra un informe que Vílchez presentó a la Contraloría, en el que solicita una inspección detallada de la obra para evaluar “los contratos hechos con empresas investigadas” y las “tamañas deficiencias en el proceso constructivo”.

En su informe, Vilchez también detalla que al menos cinco de los siete arbitrajes perdidos serían, en realidad, responsabilidad de la empresa contratada para elaborar el expediente técnico y para supervisar la obra: ATA, del exministro de Agricultura José Hernández. De hecho, entre el 2015 y el 2018, Pasto Grande judicializó los laudos y buscó reducir el importe total a pagar. No tuvo éxito. Así, una obra que se licitó en S/80 millones, que costó finalmente S/ 92 millones y que está inoperativa, terminó -además- debiéndole al consorcio constructor un saldo adicional por arbitrajes perdidos.

“Como nos denegaron la nulidad de los arbitrajes y la Contraloría no respondía, intentamos levantar inspecciones para abrir laudos arbitrales [de nuestro lado] que superen el monto que habíamos perdido. Pero para eso se necesita presupuesto, la partida de Lomas de Ilo no tenía dinero asignado [en el 2018] y se nos acabó el tiempo de pedir transferencias”, señala Vilchez. En el 2018, el ingeniero se reunió con Vizcarra para pedirle un presupuesto mayor para Pasto Grande. Le dijo, asegura, que necesitaba apenas S/14 millones. Vizcarra no atendió su solicitud.

“Reunión de julio del 2018 entre el ingeniero Johan Vílchez, entonces gerente de Pasto Grande, y el presidente Vizcarra. Acompañan personajes del círculo moqueguano”

 

La intención del presidente, según Vílchez, era que Pasto Grande pasase a ser administrado por el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri). Algo improbable dada la importancia del proyecto para la región. “Es como si a Cusco le quitaran Machu Picchu para que lo administre otro”, dice el ingeniero Tapia. Recién cuando quedó claro que eso no ocurriría, llegó el grueso aumento presupuestal. Los modestos S/14 millones pedidos por Vílchez fueron cuadruplicados. Pero el ingeniero, que era reacio a pagar los arbitrajes perdidos, ya no estaría para administrarlos.

 

Pese a haber hecho caso omiso al pedido de ampliación presupuestal de Vílchez en el 2018, apenas el Poder Judicial emitió sentencias negando los argumentos presentados por Pasto Grande, en julio de ese año, el MEF corrió a agendar el presupuesto sobredimensionado del proyecto para el 2019, que terminó en el pago de los laudos a Obrainsa-Astaldi. Según fuentes de esta entidad, el proyecto de ley de presupuesto del año por venir se cierra, a más tardar, entre julio y agosto. Abogados especialistas en arbitrajes explicaron a Sudaca que, si bien por norma un fallo arbitral debe ser ejecutado inmediatamente, en la práctica es muy extraño que el Estado tramite estos pagos con tanta premura. De hecho, normalmente una empresa que busca cobrar un laudo al sector público debe esperar algunos años.

 

En enero del 2019, el GORE Moquegua fue asumido por el profesor Zenón Cuevas, y Vilchez fue reemplazado. Según periodistas regionales, Vizcarra apoyó abiertamente a Cuevas en su primer intento por llegar a la gobernación de Moquegua, en el 2014. Cuando Vizcarra disolvió el Congreso el año pasado, Cuevas lo celebró con un evento en la Plaza de Armas de su ciudad. Ambos, en el 2008, fueron líderes vitales del llamado ‘Moqueguazo’.

 

A los pocos meses de la gestión Cuevas, en agosto, David Espinoza, nuevo gerente general de Pasto Grande, le dijo al medio regional Telesur Expresión que ahora sí estaba previsto el pago de los arbitrajes ganados por Obrainsa-Astaldi. Al ser consultado sobre de dónde había presupuesto para pagarlos, Espinoza declaró que había llegado dinero del MEF con la indicación explícita de que sea destinado a eso. En conversación con Sudaca, Espinoza aseguró que en su declaración se referió a indicaciones establecidas en documentos heredados de la gestión anterior.

 

Ese mismo agosto, Pasto Grande devengó casi S/ 11 millones en favor del consorcio Obrainsa-Astaldi para atender el pago de los arbitrajes. El dinero salió de la partida de Lomas de Ilo llamada “Ampliación de línea de conducción de sistemas de riego”, con función agropecuaria. Apenas un mes después, en septiembre, hubo escándalo en Moquegua: se publicaron audios del entonces gerente del GORE, Alberto Jiménez, en los que instaba al gerente de asesoría legal de Pasto Grande, Wilfredo Zapata, a que firme y publique la resolución de pago de los laudos. Todo bajo la excusa de aumentar el nivel de ejecución del proyecto.

Jiménez fue cesado de su cargo tras el barullo político, pero el dinero, en varios cheques, finalmente fue girado.

Girados pero no pagados

Desde hace dos meses hay un nuevo hombre fuerte en Pasto Grande. Se llama Agapito Mamani. Hasta el cierre de esta nota, él optó por no brindar las declaraciones solicitadas por Sudaca. El actual gerente del proyecto de irrigación había dicho en una entrevista al diario Prensa Regional que su prioridad será “las Lomas de Ilo”. Mamani fue gerente regional de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente en el GORE Moquegua durante los cuatro años de la gestión de Vizcarra. Luego se ha desempeñado como parte de la mesa de diálogo para el Ministerio de Energía y Minas (MEM) frente al proyecto Quellaveco, durante la presidencia de Vizcarra. “Mamani es parte del personal de confianza del presidente”, asegura una fuente que ha sido muy cercana al mandatario durante casi una década.

A la designación de Agapito Mamani la acompaña la de Edmer Trujillo, el amigo de Vizcarra que -pese a sus interminables críticas por su labor al frente de dos ministerios- sigue rondándolo en distintos puestos de la administración pública. Trujillo ha sido contratado por el Ministerio de Agricultura para realizar una asesoría en el desarrollo de Lomas de Ilo, y en setiembre fue destacado a Moquegua con un contrato de servicios por S/ 30 mil. Así, las conexiones de Vizcarra en Pasto Grande, el proyecto que lo obsesiona desde que lo presidió cuando tenía 26 años, a finales de los ochenta, son cada vez más fuertes.

Desde el inusual aumento de presupuesto en el 2019 hasta hoy, alrededor de S/60 millones han sido designados a actividades relacionadas con Lomas de Ilo, un proyecto entregado hace tres años pero que no está operando. Además del pago de los laudos arbitrales a Obrainsa-Astaldi, se ha usado dinero para el saneamiento físico legal, infraestructura extra por la duplicación de parcelas en el área de distribución de la irrigación, los rescates arqueológicos en los terrenos vendidos, que no se contemplaron como parte del proyecto inicial y que ya llevan extrayendo más de 150 momias del subsuelo de Ilo (con una inversión de más de S/15 millones), entre otros.

Según información del consejero regional Luis Miguel Caya, para el 2021 se habría separado ya una partida presupuestal de más de S/ 50 millones de soles a ser invertidos en Pasto Grande. De estos, se volverían a considerar altos recursos para Lomas de Ilo. En otras palabras, además del especial interés por pagar los laudos arbitrales, el gobierno de Vizcarra parece francamente convencido de que puede arreglar el desastre que dejó cuando estuvo en el GORE.

Pero aquí una sorpresa: el dinero para pagar los arbitrajes llegó del MEF para Pasto Grande, y fue devengado y girado en favor de Obrainsa-Astaldi, pero estas compañías aún no pueden cobrarlo. ¿Por qué? El 20 de enero de este año, Wilfredo Zapata, el exgerente de asesoría legal de Pasto Grande, elaboró un informe en el que asegura que no procede el cobro porque el consorcio no tiene los mismos representantes legales que cuando solicitó los arbitrajes. En su informe, Zapata le dice a Obrainsa y Astaldi que pidan el dinero por la vía judicial. Mientras, la plata ha sido depositada en una cuenta intangible a la espera de ser cobrada.

El argumento de Zapata carece de sustento legal, pero él parece ser el único funcionario con interés en frenar (o demorar) el desembolso a una empresa investigada por el caso Club de la Construcción. Hoy ha pasado a ser asesor legal de todo el GORE Moquegua. “Lo que debe hacer la empresa es enviar el caso a un juez que certifique la validez de los representantes legales, para que se cumpla el pago de las deudas”, comenta el abogado experto en arbitrajes, Carlos Valderrama.

Pero antes de acudir a la justicia, Obrainsa-Astaldi recurrió el 30 de julio pasado al Minagri. En una carta expedida ese día, dirigida al titular del despacho, José Luis Montenegro, el consorcio le expone todos los argumentos por los cuales asegura que debe cobrar el dinero. El ministro Montenegro reenvió el pedido al gobernador Cuevas el 19 de agosto. El consorcio ha decidido presionar al GORE a través del Ejecutivo.

Mientras, Zapata ha dejado Pasto Grande, hoy copado por personajes cercanos al presidente. El dinero de los laudos arbitrales -que según los exfuncionarios entrevistados por Sudaca fue específicamente destinado para eso por indicación del MEF- ya ha sido girado. Revertir su desembolso, demorado por Zapata, es teóricamente imposible. Lomas de Ilo, con crecientes montos de asignación presupuestal, sigue paralizada. Una nueva moción de vacancia, por el presunto pago de coimas al presidente, ha sido admitida en el Congreso. Y los agricultores del valle de Ilo -los que realmente deberían importar- siguen preguntándose por qué la prometida ampliación de la frontera agrícola de su región sigue postergándose.

Tags:

Martín Vizcarra
x