Pie Derecho

En los últimos días se ha generado una batalla campal en las redes sociales entre algunos candidatos o voceros de Avanza País, de Hernando de Soto, y Renovación Popular, de Rafael López Aliaga.

Frente a ello, han surgido algunas voces alarmadas que, templanza en ristre, han advertido que hacen mal peleándose entre afines y que el verdadero enemigo está en la izquierda y que frente a ello hay que unir esfuerzos.

Lo cierto, sin embargo, es que, lejos de lamentarla, debe saludarse tamaña trifulca y que de una vez por todas se marque la cancha entre la derecha liberal y la derecha conservadora, que no tienen nada que hacer juntas.

Si algo de bueno hay que saludar del desmembramiento del fujimorismo y su crisis institucional es que le ha permitido a la derecha desflemarse y mostrar sus claras diferencias ideológicas. Una de ellas, la señalada en este comentario, entre liberales y conservadores.

Hay margen suficiente para que la derecha se divida y no se sienta en la obligación de juntarse a pie forzado. La gran mayoría del electorado -lo confirman todas las encuestas- se define de centro y de derecha. Hay sinfín de interpretaciones para ello: la huella mnémica del terrorismo y su asociación a la izquierda, el fracaso económico de los 80 vinculado al populismo fiscal y monetario que un sector de la izquierda sigue pregonando, la migración individual rural-urbana, la proliferación de iglesias conservadoras en sectores populares, etc.

En esa medida, es refrescante que se produzcan encendidos debates entre las derechas. Es verdad que hasta el momento, no ha pasado de troleo en redes y artificios verbales, pero es claro que una cosa es una derecha liberal en lo económico, democrática y moralmente libertaria, y otra una derecha mercantilista, autoritaria y ultramontana en temas morales. No tienen casi nada en común.

A la postre, el electorado va a saber distinguir o va a aprender a hacerlo y a darse cuenta de que lo que comúnmente se ha definido como la derecha en el Perú admite muchas variantes. Por lo menos, a la opción más moderna, que es la liberal, le conviene plantear ese debate.

Tags:

Derecha

Lo que ha hecho el Congreso en las últimas horas, con la nueva ley agraria y la que pone topes a las tasas de interés, casi no tiene parangón en términos de incompetencia y demagogia populista inútil (porque ni siquiera va a producir el efecto deseado por la norma).

Lo que en la norma agraria cabía era mantener, con pocas variantes, un esquema laboral idóneo para la actividad y para una realidad de mano de obra poco calificada, y alterar, eso sí, un régimen tributario de escándalo. Bueno, pues, la norma aprobada ha hecho las cosas casi al revés.

Y respecto de las tasas de interés, cualquier economista serio lo que hubiera aconsejado es que el Parlamento investigue las causas del problema y así se habría dado cuenta de que lo que falta en el sector bancario es competencia, no controles absurdos. Más competencia hubiera logrado mucho más eficazmente y sin vulneraciones financieras básicas, el objetivo buscado.

Ojalá el 2021 nos traiga una elección en la que no solo triunfe una opción pro mercado, favorable a la inversión privada, y que además logre tener una bancada mayoritaria que lo acompañe. Sería lo mejor que le podría pasar al país para salir del trance que nos ha tocado cruzar.

Un gobierno de izquierda sería económicamente catastrófico y un gobierno de centro aguachento lo único que haría es prolongar la agonía y dejarle la cancha servida para que en la siguiente elección gane una opción ya abiertamente radical, antisistema y disruptiva con el modelo económico.

Va a ser difícil que ello ocurra este año entrante, dada la dispersión en candidatos con pequeños porcentajes de intención de voto. Lo más probable es que disputen la segunda vuelta dos postulantes que bordeen el 10% de los votos válidos, lo que hará que tengan una bancada claramente minoritaria.

En ese talante, queda al menos la esperanza de que se vote por mejores parlamentarios y en particular por aquellos identificados con las reformas liberales que el país necesita a gritos para salir del entrampamiento en el que se halla. Y los hay diseminados en varias agrupaciones. Que haya un voto derechista consciente y con capacidad de discriminar y elegir lo mejor, es mi deseo mayor para un 2021 que, de otro modo, podría ser peor, inclusive, que el malhadado 2020 que hoy nos deja.

Tags:

2021, Congreso

Es hora de que en el Perú se empiecen a discutir estos temas al punto de generar creciente masa crítica que permita algún día llegar a esos niveles de libertades morales. Por lo pronto, con el aborto, y no sólo con el terapéutico o en caso de violación, como hasta el momento se suele discutir, sino con aquel pleno de derechos.

Hay que dejar de hablar a media voz e ir por todo, que la estrategia de ir avanzando de a pocos ha demostrado su inutilidad, más aún en medio de una sociedad que mayoritariamente es conservadora en el Perú, pero que lo seguirá siendo si desde la clase política y periodística no surgen voces que hablen claro sobre el tema y desplieguen con energía los argumentos a favor de la opción liberal.

Del mismo modo, debe hacerse con un tema como el del matrimonio homosexual. Ya estuvo bueno eso de buscar fórmulas intermedias, con afán de ser progresivas, como las de la unión civil patrimonial. Acá se va por todo o nada. El Perú debe aprobar la unión matrimonial plena de derechos de personas del mismo sexo y a la vez reconocer todas las variantes de identidad de género que nuestro erotismo permite.

Y ya no puede dejar de estar en la agenda nacional la despenalización de la producción, distribución y consumo de las drogas. Cualquier riesgo potencial de que ello genere un aumento del consumo -cosa bastante improbable, porque ya hoy en día cualquier droga se consigue en todas las esquinas del país-, es nada comparado con el enorme y republicano beneficio de erradicar el narcotráfico, principal fuente del delito y la corrupción en el Perú.

La agenda moral liberal debe empezar a plantearse sin ambages. Si algún día queremos ser una sociedad de libertades civiles plenas hay que empezar a dar la batalla contra el conservadurismo reinante, cuya mayoría es real, pero no es aplastante.

Tags:

Aborto, Argentina

Resulta inverosímil que el Apra haya visto frustrada la inscripción de buena parte de sus listas congresales por un error informático o por un personero despistado. Estamos claramente ante un acto conspirativo de la gerontocracia aprista en contra de las nuevas generaciones que se habían desplegado en la plancha y listas conformadas. Han sido los cincuentones y sesentones del APRA los autores intelectuales y materiales del despropósito.

Muchos errores ha cometido el aprismo a lo largo de su historia. Para no remontarnos a los tiempos aurorales de Haya de la Torre hablemos tan solo del periodo alanista. Cuando su opción era convertir a su primer gobierno en una opción socialdemócrata sensata optó por un desquiciado populismo estatista que llevó al país a su ruina mayor. Su ignorancia económica y su soberbia megalomaníaca causaron el mayor desastre político, social y económico de nuestra historia.

Y cuando regresó por segunda vez al poder, lo que mejor hizo fue impulsar la inversión privada (récords históricos), pero ese estímulo pichicatero de los capitales no vino acompañado de ninguna reforma promercado y mucho menos de reformas institucionales. García desaprovechó los tiempos de vacas gordas (acentuadas por el boom de los minerales) y tiró por la borda la que podría haber sido la última ocasión de construir un capitalismo liberal en el país.

Pero, a despecho de los errores señalados, uno de los grandes activos que el APRA ha sabido construir en los últimos años es el de la renovación generacional. Hay un grupo de cuadros entre treinta y cuarenta años, muy bien formados, aunque quizás se les pueda acusar de ser demasiado alanistas, pero que gozan de solvencia académica, experiencia política y dotes de elocuencia. Además, habían tenido un envión anímico con el ingreso en las lides de la hija de Alan García, Carla, quien seguramente hubiera tenido un papel protagónico.

Todo ello ha sido tirado por la borda por los viejos del partido que no toleran no poder postular ellos y temen, con pavor que Nidia Vílchez, aguerrida lideresa partidaria y estos jóvenes hubiesen podido lograr una buena performance, que los cancelase políticamente. En clara vocación suicida y delirante, han preferido sacar al partido de la contienda, hacerlo perder su inscripción y dejarlo atravesar cinco años de desierto político.

Tags:

Apra

La izquierda celebra alborozada las encuestas que indicarían que la mayoría de la población está a favor de un cambio de Constitución. Así, por ejemplo, la última encuesta de Ipsos señala que el 60% de la ciudadanía considera que se debe convocar a una Asamblea Constituyente para hacer una nueva Constitución, frente a un 12% que estima que debe mantenerse la Constitución sin cambios.

Del mismo modo, en la medición del IEP, se aprecia que un 49% considera que se deben hacer algunos cambios a la Constitución mientras que un alto 48% cree que hay que cambiar a una nueva Constitución.

¿Triunfo de la postura maximalista y reiterativa de la izquierda peruana? ¿Por fin llegó el momento de tirarse abajo el modelo de libre empresa que aunque rengueante por las múltiples perforaciones mercantilistas que el Estado ha permitido a la economía de mercado, nos ha gobernado los últimos treinta años?

La respuesta no es tan simple. La izquierda no se puede atribuir ninguna victoria ideológica ni mucho menos. La gente no quiere el cambio del modelo económico. Quiere novedades, pero no esas. En la primera encuesta, la de Ipsos, cuando se entra en detalle y se le pregunta a la gente cuáles son los cambios que se le quiere hacer a la Constitución, un 65% señala “mejoras en la educación”, un 59% “mejoras en la salud”, un 57% “combatir la delincuencia con mayor efectividad” y un 53% “más eficacia para combatir la corrupción”. Recién con 46% aparece algo que se pueda vincular al modelo económico: “leyes más favorables para los trabajadores”.

En el caso de la segunda encuesta, la del IEP, los resultados indican lo mismo. Un abrumador 74% estima que se debe cambiar la Constitución para que haya “penas mayores para delincuentes y corruptos”, frente a un 36% que habla de “fortalecer la intervención del Estado en la economía” y un sorprendente 25% “fortalecer los valores tradicionales y la tradición católica”.

Mejor gestión pública y más mano dura pide la gente respecto de sus expectativas de una nueva Constitución. El cambio de modelo económico es una cansina ilusión de la izquierda, que no tiene arraigo y que explica en gran medida, su poca fortuna electoral en las últimas elecciones. No registra la real demanda ciudadana.

 

 

Tags:

Izquierda

La izquierda peruana ha agregado a su arremetida contra la minería la del sector agroindustrial, uno de los sectores más productivos y modernos del país. Insiste en un programa dadivoso en gasto social y a la vez se empeña en afectar a actividades que cómo la minería proveen la mayor cantidad de recursos tributarios.

Hay decenas de proyectos mineros enterrados bajo protestas sociales ideologizadas y ahora hay violencia destructiva detrás de la agricultura moderna, la que más formal es, mejores sueldos paga y mayor productividad laboral tiene. Injusta la exoneración tributaria de la que goza, a la que debería ponérsele término rápidamente, pero en términos laborales se ajustan plenamente a la realidad del sector en el que opera.

La izquierda parece haberse quedado fijada en la primera mitad del siglo XIX. Es premarxista, inclusive. Los cánones marxistas clásicos señalan que es preciso llegar al agotamiento de las fuerzas productivas de un sistema -en este caso el capitalismo- para recién esperar que las fuerzas sociales irrumpan contra él y provoquen el advenimiento de un nuevo orden.

Pese al pronóstico, el capitalismo ha sorprendido a propios y extraños y ha mostrado una capacidad tal de adaptación que ha superado inclusive los parámetros de la revolución industrial. Tiene vida y para rato. Pero eso no parecen entenderlo los voceros de la izquierda antediluviana peruana.

Verónika Mendoza maneja conceptos tan arcaicos de economía que francamente da terror lo que pudiera hacer si llegase al gobierno. Sería una mezcla de chavismo con el primer García.

Lo que el Perú necesita a gritos es retomar la senda del crecimiento de la inversión privada a los niveles que los dejó el segundo gobierno de García y que Humala malversó hasta niveles de mediocridad y que luego de él, alguien considerado abanderado del capitalismo moderno, como PPK, desdibujó aún más.

Hace falta una revolución capitalista, pasar del capitalismo mercantilista que hoy nos rige a uno liberal, pletórico de libre competencia, con un Indecopi con dientes que rompa los nudos de privilegios que en muchos sectores subsisten. Hace falta un gobierno con clara voluntad política para hacerlo.

La tradición republicana que hay que resguardar, que ha surgido con fuerza estas décadas y se ha expresado en las recientes protestas contra los abusos de la clase política, merece ser acompañada de una reforma pro mercado radical y profunda, que siga sacando a los peruanos de la pobreza y convirtiéndolos en ciudadanos plenos, materia prima justamente de la República que se quiere construir a partir del bicentenario.

 

Tags:

DBA, Izquierda

Muy interesante el Test de Orientaciones Políticas, Económicas y Sociales (TOPES) que acaba de publicar Ipsos. Investiga la autopercepción de la gente y distingue entre dimensión política, económica y moral/social. Y los resultados son básicamente alentadores.

En cuando al aspecto político, un 56% se considera semidemócrata y un 15% demócrata (71% en total), en comparación a un 22% semiautoritario y un 7% abiertamente autoritario. Quizás haya que entender lo de semidemócrata como al creyente en una democracia enérgica, con mano dura. En esa línea, se puede ponderar y claramente, hay un tope marcado a quienes desde la derecha y la izquierda consideran que la democracia es algo que se puede saltar a la garrocha en pro de algún bien mayor.

Respecto del tema económico, la cosa es aún más propicia. Un 47% se define como defensor del semilibremercado, y un 14% de libre mercado (61%), contra un 26% semicontrolista y un 13% abiertamente controlista. Cuando algunos analistas celebran alborozados que el país está girando a la izquierda habría que remitirlos a la data. Dos tercios del país valora el libre mercado y no una economía planificada por el Estado. La mayoría pide un mercado cautelado pero no subordinado. Casi treinta años de estabilidad macroeconómica y buenos resultados en crecimiento de la riqueza, disminución de la pobreza, el desempleo y las desigualdades en base a un relativo modelo de mercado, han rendido frutos ideológicos.

En el aspecto que, desde un punto de vista personal, aún hay esfuerzo que librar es en el moral/social. Un 28% se considera conservador y un 37% semiconservador (65%); mientras que un 30% se considera semiliberal y solo un 5% liberal. Toda la lucha por el matrimonio gay, la despenalización de las drogas, la libertad de abortar, etc., no encuentran eco mayoritario en la población. La enorme influencia de sectores religiosos ultraconservadores en sectores populares ha surtido efecto y hay mucho por hacer al respecto (la batalla no está en los sectores altos sino en el pueblo).

Las dos primeras batallas están siendo ganadas. A ponerle empeño a la vinculada a los aspectos de moral individual (en el resultado puede influir también que esa lucha sea tan pudorosa y básicamente restringida a los cenáculos de algunas ONG). Demócrata, promercado y moralmente conservador es el perfil tipo del peruano promedio.

Tags:

DBA, Izquierda

Realmente digno de un análisis sociológico de realidades políticas y percepción de la opinión pública merece la constatación del alto grado de aceptación popular del expresidente Vizcarra en contraste con los logros reales que pudo plasmar a su paso por Palacio de Gobierno.

No hay necesidad de remontarse a una reforma política mostrenca, que fue su caballito de batalla los primeros días de su gestión, veamos lo que hizo durante la pandemia. Fracasó en la estrategia de contención, no pudo conseguir provisión adecuada de pruebas moleculares, asegurar la cuota de oxígeno suficiente (cosa que era absolutamente previsible en cuanto a su necesidad), ni disponer a la velocidad debida la previsión de camas UCI, etc.

En paralelo, le metió un trancón a la economía sin ton ni son, desechando cualquier intento de colaboración del sector privado, extendiendo más de la cuenta la cuarentena por no tener la capacidad de un manejo fino de las variables productivas, etc. El resultado: una de las peores recesiones mundiales.

A ello se suma un manejo político poco fino, gratuita y premeditadamente confrontador, pensando solo en los resultados de las encuestas, que finalmente lo condujo a una vacancia que a estas alturas uno llega a pensar si no fue hasta provocada para evitar el balance crítico que le hubiera tocado afrontar.

Porque la cereza del pastel es la constatación de que en cuanto al manejo de las vacunas ha habido negligencia pura, torpeza mayúscula e indolencia burocrática que va a costar miles de vidas. Y todo ello disfrazado de mensajes engañosos señalando que ya todo estaba encaminado.

Vizcarra no merece la fortuna política que lo acompaña ni los altos niveles de aprobación que muestra. Ha sido mediocre y taimado, sin capacidad de encaramarse sobre la coyuntura y gobernar como estadista. Astuto, sin duda, pero es difícil creer que ello es una virtud política de lustre.

Acosado además por serias denuncias de corrupción, cuando se logre despejar el humo que ha vendido la prensa vizcarrista a su favor, se le deberá colocar en su justo lugar y entender que lo suyo dista mucho de albergar un futuro político y no pasa de ser un accidente malhabido y fortuito de la historia.

Tags:

Economía, Planes de Gobierno

Hizo bien el presidente Sagasti en romper su silencio dando hoy una conferencia de prensa para absolver muchas dudas de la opinión pública, en particular aquellas vinculadas al tema de las vacunas (aunque, la verdad, el mensaje pecó de difuso y ambiguo en muchos aspectos).

Lo que ha sido una excepción debiera convertirse, sin embargo, en un acto mucho más regular del mandatario. No parece dable que replique la profusión de apariciones de su antecesor Martín Vizcarra, se trata de que vaya construyendo su propio estilo, pero es imperativo que Sagasti construya una relación política con la ciudadanía.

A la fecha, las encuestas aún lo favorecen, como una suerte de resaca de su traumático ascenso al poder. Según la encuesta de IEP, tiene un 58% de respaldo, superior al 52% que tenía Vizcarra al mes de su mandato. Pero en Ipsos no le va tan bien. Apenas tiene un 44% de aprobación y ya un significativo 35% de desaprobación.

A pesar de la cortedad de su mandato, Sagasti tiene varios desafíos mayúsculos que resolver y claramente el piloto automático no lo va a ayudar en absoluto. Requiere reconectar con esa ciudadanía mayoritaria que se opuso a la vacancia de Vizcarra y que salió a las calles a impedir el despropósito restaurador de Manuel Merino y Flores Aráoz.

Sagasti, por ejemplo, tiene que reconstruir los lazos políticos que Vizcarra mantenía muy bien con gobernadores regionales y alcaldes provinciales y distritales. Debe construir su propia base de apoyo popular porque es eso lo único que lo sostendrá políticamente de acá al 28 de julio del 2021.

Si Sagasti cae significativamente en las encuestas la mafiosa coalición vacadora no va a dudar un segundo en tratar de sacarlo del poder y auparse en él para acometer todas las trapacerías que tiene en mente. Y depende del empaque político del inquilino palaciego impedir que ello ocurra.

Los protocolos palaciegos son narcotizantes y pueden hacerle daño a un personaje como Sagasti que no es precisamente un dechado de virtudes populacheras. En términos metafóricos, el primer mandatario tiene que sacarse el pañuelo y sintonizar con las expectativas ciudadanas del momento. Se necesita un Presidente que se arremangue y se ensucie los zapatos recorriendo el país. Un gobernante del país de a pie, no una suerte de coordinador del Acuerdo Nacional para dirigir la infernal maquinaria del Estado peruano.

Tags:

Francisco Sagasti, Martín Vizcarra
x