Pie Derecho

Mañana se verá si estamos ante un Congreso con las agallas suficientes para contener los desmanes políticos que este gobierno ha perpetrado con fruición en estos sus primeros sesenta días de mandato.

Todo comenzó con la designación del gabinete Bellido, un conjunto de impresentables, ligados algunos de ellos al Movadef, radicales cerronistas, acusados de violencia de género o abiertamente incompetentes para el cargo. Salvo contadas excepciones, un desastre por donde se le mire.

Y allí, cuando ese gabinete fue a pedir la confianza del Legislativo, éste claudicó y se la otorgó. El peor gabinete ministerial de nuestra historia republicana salió triunfante gracias a la debilidad moral de los dos principales partidos de centro a la fecha: Acción Popular y Alianza para el Progreso.

Se espera que mañana, dadas las numerosas denuncias periodísticas que vinculan al ministro de Trabajo, Iber Maraví, no solo con Sendero Luminoso sino, inclusive, con atentados terroristas, el Congreso sepa proceder, luego de la interpelación, a un pedido de censura, y al cabo del plazo previsto, lograr los 66 votos que se requieren para censurarlo y sacarlo de un gabinete en el que nunca debió estar.

Si el presidente Castillo no tiene la capacidad de liderazgo suficiente para enmendar el menjunje indigesto que ha armado de gabinete (según encuesta de Ipsos de hoy, el 61% de la ciudadanía cree con razón que Castillo carece de condiciones de líder), pues que el Congreso empiece a desplegar una de sus responsabilidades, como es fiscalizar al Ejecutivo.

Grandísima responsabilidad a cuestas será la que tendrá el Congreso en los próximos meses y lo que dure este gobierno. Ya se avecina la tercera ola y pronto también los coletazos recesivos del desplome de la inversión privada, producto de la incertidumbre que el propio gobierno se encarga de sembrar. Vendrán o se acrecentarán los conflictos sociales y tendremos nuevamente una tormenta perfecta de crisis: sanitaria, política y económica.

Con un gobierno timorato y un Presidente ausente, es de temer lo que en tales circunstancias pueda pasar si el Congreso no toma las riendas del poder que le corresponden. Nuestros legisladores deben prepararse para afrontar responsabilidades políticas mayores. El pueblo no merece pagar las consecuencias de un régimen deleznable y mediocre.

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censura, Congreso de la República, Iber Maraví

Hoy se cumplen sesenta días del gobierno de Pedro Castillo, el profesor de Chota, quien ha armado una coalición de todas las izquierdas para emprender, supuestamente, los grandes cambios estructurales que el país requería, dado el presunto agotamiento del “modelo neoliberal”.

El resultado no puede ser más desastroso. Salvo el exabrupto ideologizado del premier Bellido amenazando a Camisea, y hecho con el afán de seguirle el guión a Vladimir Cerrón, quien busca dinamitar por dentro la mencionada coalición, para entronizar a Perú Libre como gestor omnipotente del gobierno, ni siquiera puede decirse que estemos ante una gestión de izquierdas, sino simple y llanamente ante un régimen signado por la más rampante mediocridad.

Eran dos los objetivos centrales del gobierno -como los que hubiera tenido cualquier otro gobierno en las actuales circunstancias-; la reactivación de la economía y la lucha contra la pandemia.

En cuanto a lo primero, los gestos sensatos del ministro de Economía Pedro Francke chocan y se diluyen ante la arremetida recurrente del grupo cerronista para destruir la poca confianza que el titular del MEF pueda despertar en los inversionistas privados. El alza del dólar no es otra cosa que un síntoma epidérmico de un fenómeno subyacente más grave, que es la abstinencia inversora, que ya ha llevado a pronosticar para el próximo año crecimientos negativos de la inversión privada.

Respecto de la lucha contra la pandemia, el gobierno ha tenido la fortuna de que su mandato coincida con la sima de la crisis de contagios y muertes, y que, además, el gobierno anterior lo haya provisto de la suficiente cantidad de vacunas ya adquiridas. Habrá que ver, en medio de la pronta tercera ola, si el régimen dispuso lo necesario para contar con camas UCI, oxígeno y atención primaria. Si la gestión de Cevallos repite la misma línea de mediocridad del gobierno, estamos fritos.

El desconcierto campea en un gobierno que adolece del más grave de los defectos: el de falta de liderazgo presidencial. Castillo es un hombre básico y no conoce un ápice del quehacer gubernativo. Eso se entiende y puede generar algún grado de tolerancia que paulatinamente se empodere del cargo. Pero lo que no es admisible es que zafe el cuerpo a la toma de decisiones y permita que su gobierno sea un zafarrancho de combate entre todas las facciones convocadas.

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camas uci, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

El controvertido tuit del premier Guido Bellido amenazando con expropiar Camisea confirma, obviamente, un perfil ideológico sobre el manejo de la economía que Perú Libre ya había esbozado en su plan de gobierno. En ese sentido, Bellido no ha dicho nada nuevo.

Lo llamativo, políticamente hablando, es que ocurre en medio de una circunstancia en la que el titular del MEF, Pedro Francke, había señalado explícitamente que no se iba a expropiar Camisea y el presidente Castillo, reunido con inversionistas extranjeros en su reciente periplo norteamericano, había asegurado que la economía se iba a manejar con sensatez y respetando el Estado de Derecho (como, luego del arrebato de Bellido, ha reiterado).

Ha sido una pataleta política de Vladimir Cerrón en la búsqueda de alcanzar un mayor protagonismo al interior del gabinete. La verdad es que solo tiene tres ministros: Bellido, el de Ambiente, Rubén Ramírez, y Dina Boluarte, pero quien viene mostrando crecientemente rasgos de independencia que la apartan del sector de origen cerronista. Vladimir Cerrón solo tiene, pues, dos alfiles entre los ministros y, claramente, quiere más, y quiere incordiar a los que más incómodos le resultan. Eso explica el exabrupto de Bellido sobre Camisea.

Y en ese sentido destacan los ataques a los titulares de Justicia y el MEF, Aníbal Torres y Pedro Francke, contra quienes cargan las tintas todos los periódicos truchos inventados con dineros oscuros para apoyar al régimen y en particular a Cerrón.

No es casual que en la última encuesta de IEP, aparezca Bellido con un nivel de desaprobación de 58% y de aprobación de apenas 33%, mientras que los ministros no cerronistas lo superan: el aranista Hernando Cevallos, de Salud, es aprobado por el 67%; el mendocista Pedro Francke, de Economía, por el 54% y el castillista Aníbal Torres, de Justicia, por el 49%.

Finalmente, caben algunas precisiones económicas. Camisea ya paga casi el 65% en impuestos. No es verdad que se lleve todo el inversionista privado. El Estado recibe ingentes recursos gracias al proyecto. Expropiarlo, dicho sea de paso, costaría alrededor de 30 mil millones de dólares que el Estado peruano, por exigencia constitucional, debería pagar antes de expropiar (un despropósito por donde se le mire) y, además, el “modelo” ecuatoriano o boliviano, en el que parece inspirarse Cerrón, ha sido un fracaso absoluto (Bolivia, por ejemplo, tenía, antes de la nacionalización de Evo Morales, 24 trillones de pies cúbicos de reservas de gas, el 2018 se habían desplomado a 10 trillones).

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Camisea, Guido bellido, Vladimir Cerrón

La izquierda cree que ha ganado la elección gracias a sus postulados ideológicos y que, por ende, puede desplegar a su antojo, sin ningún consenso de por medio con otras fuerzas políticas, cualquier acción pública. Por lo que se ve, estima que puede hacer lo que le venga en gana desde el poder.

El primer gran error es de interpretación. Castillo ganó gracias a la pandemia, que generó un estado de zozobra social, política y económica de tal envergadura (solo el drama de que exista un millón de deudos, podría explicar el desenlace), que facilitó la aparición de un candidato disruptivo, antiestablishment, que, además, no encontró un rival que siquiera se interesase en explotar ese perfil, como ocurrió con Keiko Fujimori, quien lo que hizo de bueno en la primera vuelta, lo tiró por la borda en la segunda por pura terquedad.

El 51% del país no es de izquierda y si votó por esa opción fue por las razones señaladas. Las encuestas siguen mostrando que el perfil ideológico mayoritario de la ciudadanía peruana es de centro y de derecha. Castillo no tiene, pues, el mandato social y político para zurrarse en los dos tercios del país y querer hacer, desde el poder, lo que el manual ideológico de Cerrón o del Movadef le sugiere.

Producto de esa arrogancia y soberbia, la historia le va a cobrar una factura grande a la izquierda. Es improbable que se perpetúe en el poder, sea legal o ilegalmente. Hay demasiada mediocridad y estupidez en el tinglado plurideológico del régimen (cerronismo, filosenderismo, caviarismo y demás perlas), como para atribuirles la habilidad de generar un respaldo popular masivo, que aplaste cualquier resistencia institucional, sobre todo de un Congreso opositor.

Se va a ir a los cinco años dejando un país sumido en una crisis política, social y económica gigantesca, que hará muy difícil que el electorado vuelva a inclinarse por una opción semejante. Así como el recuerdo de Susana Villarán y su pésima gestión hacen imposible que alguien de izquierda gane las elecciones ediles limeñas, pronto, el ingratísimo recuerdo del desastre de Castillo, alejará al ciudadano de a pie de cualquier alternativa semejante.

-La del estribo: qué placer encontrar publicaciones extraordinarias como Imaginario y memoria: 200 años de la Biblioteca Nacional del Perú. Una historia escrita y gráfica de una institución significativa del devenir nacional en nuestra República y que ha sido capaz de sobrevivir a tragedias enormes. Bajo la coordinación general de Natalia Ames y Kristel Best, la coordinación editorial de Gracia Angulo, la edición general de María Luisa del Río y la edición gráfica de Cecilia Larrabure, el libro es de colección imperdible.

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Izquierda, Presidente Castillo

¿Cabe la posibilidad de que las derechas peruanas se unan bajo un solo techo? Es casi imposible. A ello están abocados algunos tratando de crear una nueva agrupación partidaria. Las diferencias ideológicas no son pocas, sin embargo, y hacen difícil esa unión.

Lo que sí cabe, sin duda, es que los partidos de derecha con representación en el Congreso actúen de modo coordinado (Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular), cosa que ni siquiera ocurrió a la hora de presentar una lista común a la mesa directiva del Legislativo.

Pero es demasiado prematuro tratar de conformar una suerte de Frente Democrático con tamaña anticipación y sin saber siquiera, a ciencia cierta, qué rumbo político tomará el mediocre gobierno que hoy nos rige.

Claramente, si Castillo decide no seguir el camino de la moderación programática, mantiene su alianza con Cerrón y el Movadef, y además hace cuestión de Estado el despliegue de una Asamblea Constituyente, la unidad ya no solo será imperativa sino que deberá incorporar no solo a la derecha sino también al centro. Ya estaríamos en otro escenario.

Debe quedar claro, no obstante, que el problema no es de demanda política. Según todas las encuestas, el país sigue siendo de centroderecha mayoritariamente, salvo las zonas andinas, y si Castillo está sentado en Palacio es por el voto antikeikista, antifujimorista y antiestablishment que la pandemia atizó. Aún así, si López Aliaga renunciaba a su candidatura, como sugerimos en plena segunda vuelta (debido a su gran cantidad de anticuerpos, en la definición electoral perdía de todas maneras), quien pasaba a la segunda vuelta era De Soto, no Keiko, y no sería Castillo el Presidente de la República.

Lo que se requiere es mejorar la oferta. Botar al elenco estable y plantear nuevos nombres. Desde el centro a la derecha conservadora hay rostros frescos que podrían renovar el ambiente. Dimos algunos en una reciente columna. Los reiteramos y agregamos otros: en el centro, Salvador del Solar, Flor Pablo, Marianella Ledesma, Jorge Nieto, Alberto de Belaunde, Richard Acuña, Carolina Lizárraga; en la derecha, Roque Benavides, Carlos Añaños, Enrique Ghersi, Norma Yarrow, Carla García, Úrsula Letona, Patricia Chirinos.

Cinco años de izquierda mediocre e incompetente, como parece tendremos, menguará la posibilidad de candidatos como Antauro Humala o Indira Huillca, que son los que se asoman en ese segmento ideológico. El 2026, si no antes, será ocasión de la centroderecha de recuperar el país y volverlo a enrumbar a la senda del desarrollo y la democracia plena.

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Derecha, Presidente Castillo

Según ha trascendido, el presidente Castillo no hará cambios en el gabinete ministerial hasta el día 100 de su gobierno. Una vez más cede ante Vladimir Cerrón, quien ya le ganó la pulseada cuando conformó el gabinete (que, en principio, tenía otros nombres convocados), y luego con el intento de Castillo de cambiar a Bellido y alguno más, en la famosa reunión en la casa del titular de Justicia, Aníbal Torres.

Cerrón lo ha vuelto a hacer. Supuestamente, Castillo, a su retorno del periplo que lo llevó por México y Estados Unidos, venía con el sable desenvainado dispuesto a tomar varias decisiones: alejarse de Cerrón, sacar a Bellido, Maraví y varios otros del gabinete, romper con el Movadef y amenguar los ímpetus de una Asamblea Constituyente. Al parecer, eso se ha postergado, sabe dios por qué extraña razón política.

Lo cierto es que este hecho nos ratifica en la percepción de que estamos en medio de la peor de las situaciones políticas: con la de un Presidente incapacitado para tomar decisiones difíciles o controversiales, si ello le va a suponer algún costo. Un holograma nos gobierna.

Entre tanto, el país se ve sumido en la creciente desesperanza. A la crisis política permanente que vivimos se sumará pronto la económica. El BCR ha pronosticado un crecimiento de 0% en la inversión privada el próximo año. Algunos economistas estiman que podría, inclusive, ser negativa. Y a ello pronto se le agregará un grado ascendente de conflictividad social, producto de la frustración de las sobreexpectativas generadas entre sus propios votantes.

En tales circunstancias, se espera que el Congreso tome las decisiones correctas pronto y las sepa ratificar, más adelante, si el proceso social, político y económico del país se deteriora en medio del pasmo presidencial.

Por lo pronto, sería extremadamente grave que el Legislativo no censure a un ministro denunciado por filosenderista como Iber Maraví, primero, y que luego no vaya a la carga contra otros impresentables (léase, por ejemplo, el ministro de Cultura, autor del papelón internacional que hemos hecho como país en un evento como la Feria del Libro de Guadalajara).

Y luego, el Parlamento deberá estar atento, si es que la degradación política del gobierno continúa y nos lleva a una situación de ingobernabilidad, que empiece a complicar los principios mínimos básicos de convivencia social. No se pueden tolerar cinco años de destrucción impune del país.

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Congreso de la República, Iber Maraví, Presidente Castillo

Este 30 de setiembre acude al Congreso, a ser interpelado, el ministro de Trabajo, Iber Maraví. Su caso, sin embargo, es tan contundente, que el desenlace a anticipar es que el Legislativo lo censure y lo saque del gabinete, tarea que en verdad debió ejecutar el propio Presidente, pero ya conocemos de las deficiencias de carácter de las que adolece nuestro primer mandatario.

No es admisible ni un milímetro de concesión al filosenderismo que exhiben algunos miembros allegados al gobierno y, en este caso, un ministro de Estado, que ha sido denunciado en sinfín de ocasiones por medios como La República o Beto a saber, mostrándose serias denuncias de haber sido partícipe de Sendero Luminoso y de haber perpetrado, directa o indirectamente, atentados terroristas. Figura su nombre, en ese sentido, en atestados policiales de la época.

No se puede normalizar la presencia de exsenderistas activos o filosenderistas, como los del Movadef, en el entorno del gobierno. Puede llegar a ser, inclusive, causal de vacancia por incapacidad moral que un Primer Mandatario nombre o se vincule a gente con ese pasado o presente.

Ojalá no seamos testigos en esta ocasión de la claudicación moral de las bancadas del centro, en particular, las de Acción Popular y Alianza para el Progreso, quienes le extendieron el voto de confianza a un gabinete impresentable, el peor consejo de ministros que se recuerde en toda nuestra historia republicana, por lo menos desde los 80 hasta la fecha.

Frente a un gobierno, que hasta que no se defina internamente, conforme lo trascendido (sin Bellido, Cerrón, Maraví, Constituyente, ni Movadef), lo correcto, en términos de la oposición, es ser intransigente, dura y enérgica, sin concesiones ni contemporizaciones, que lo único que hacen es envalentonar al régimen y reforzarlo en su idea, si acaso la tiene, de que puede gobernar los cinco años restantes albergando en su seno la morralla descrita.

La censura a Maravi, sobre quien, parece, el gobierno no hará cuestión de confianza, es una prueba de moralidad del Congreso. La primera valla no la pasó, al darle la confianza al gabinete Bellido. Esta segunda, si la transita con probidad y consecuencia, debería ser el inicio de una tendencia de fiscalización extrema a un régimen que, probado está, solo parece funcionar a punta de ajustes y presiones.

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exsenderistas, filosenderistas, Iber Maraví, Movadef

El reciente incidente político, que ha comprometido al premier Bellido y a la Cancillería, donde el primero le ha llamado la atención a su colega ministerial a través de un tuiter, invitándolo a renunciar si no sigue la presunta “línea” del gobierno en materia de política exterior, solo corrobora la inmensa precariedad política con la que se maneja este gobierno, con la anuencia silente del holograma que tenemos de Presidente, el profesor Castillo.

Tiempos muy difíciles, signados por la inoperancia y la mediocridad, se avecinan, si el presidente Castillo, no se empodera del cargo, no asume su investidura, y no toma decisiones radicales respecto del guiso indigesto que ha armado de gabinete.

Tienen que salir Bellido, Maraví, tres o cuatro más, tiene que romper definitivamente con el cerronismo, expectorar al Movadef y adláteres, tiene que bajarle los decibeles al absurdo tema de la Constituyente, y luego de eso dedicarse a gobernar un periodo que, si no fuera por su propia medianía, se ofrecería como propicio y promisorio.

¿Lo podrá hacer? Habría que guardar un pequeño atisbo de optimismo. Esperar a que reaparezca el Castillo líder de la huelga magisterial y que se imbuya de ese mismo ánimo beligerante, que entonces puso en jaque a todo un gobierno, y que con ese talante sea capaz de tomar las decisiones referidas, que no son fáciles, pero que son imprescindibles si se quiere construir un escenario mínimo de gobernabilidad.

Si no lo hace, serán cinco años de espanto, donde a la crisis política en curso se le sumará pronto una crisis económica, producto del desplome de la inversión privada, y seguramente crisis social, con protestas en las calles, producto de la frustración de las sobreexpectativas que ha generado un gobierno surgido de abajo.

Mantener el statu quo es condenar el país a perder cinco años, en medio de una situación externa económica que debería, por el contrario, convertir este lustro en un ciclo de prosperidad. Se espera que al regreso de su periplo por el exterior, Castillo tome las decisiones necesarias. Si, por el contrario, cree que puede seguir postergándolas, “jugando a la casita” en Palacio, simplemente se confirmaría, para desgracia del país, que elegimos a un inepto crónico, muy por debajo de la talla mínima para ejercer algún rol de mando.

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Crisis política, crisis social, Inversión privada, Presidente Castillo

El proyecto de ley presentado por el congresista Abel Reyes, de Perú Libre, que propone declarar de necesidad pública “la justa y equitativa distribución del espectro electromagnético y radioeléctrico” de la radio, la televisión y otros medios de comunicación, es claramente un intento de amordazar a la prensa y controlar los contenidos periodísticos.

Bajo el pretexto de que se despliegan en frecuencias del espectro electromagnético, que son propiedad del Estado, es una vieja aspiración de la izquierda controlar los contenidos de los medios y hacer así “más democrática” la información.

¿Quieren crear desconcentración en la radio y la television y que de ese modo no haya oligopolios? Pues, que se acelere el apagón analógico, que se abran las señales abiertas al mercado digital, que las nuevas frecuencias se subasten (no que se asignen a dedo, como se hizo con los actuales canales de señal abierta) y que de esa manera se multiplique por diez o veinte el número de medios de comunicación radiales y televisivos.

¿Quieren evitar que la publicidad estatal se convierta en “mermelada” que acalle voces críticas y afecte directamente la independencia empresarial y periodística de los medios? Pues creen un organismo autónomo, que centralice toda la publicidad del Estado y bajo estricta supervisión de la Contraloría, que distribuya las partidas millonarias de publicidad del Estado en base a criterios objetivos de medición de lectoría o rating, no de acuerdo al arreglo bajo la mesa del jefe de Comunicaciones del ente estatal, coludido con un medio en particular a cambio del favor del buen trato posterior.

En esa medida, no hace falta disponer por ley que un porcentaje de la publicidad estatal vaya a los medios regionales. Si existiese el organismo señalado, por mandato imperativo deberá colocar parte importante de su pauta en los medios locales, que en todas las regiones del Perú, tienen más lectoría o sintonía que los medios limeños (ese sí es un hecho de justicia. Es absurdo que el 99% de la publicidad del gobierno central vaya a medios limeños, cuando éstos tienen nulo impacto en otras regiones fuera de Lima).

Por allí es el camino correcto, no por proyectos de ley adefesieros, a los que se les ve el fustán censor a la legua y que, felizmente, de acuerdo a lo que han declarado los voceros de diversas bancadas de oposición, no será aprobado.

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Libertad de prensa, Perú Libre, radio, Televisión del Perú
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