Que no se cante victoria, sin embargo, respecto de que si algo así ocurriese, el Perú estaría presto a encontrar la vuelta a la normalidad y la salida de la crisis tremenda en la que nos ha embarcado Castillo. La desagregación terrible del centro y la derecha y la manutención de las condiciones sociales para que aparezca un disruptivo antiestablishment, no nos aseguran que si hay nuevas elecciones no vuelva a aparecer otro Castillo o alguien aún más desestabilizador.
Hay mucho trabajo político por hacer para lograr que una eventual salida de Castillo de Palacio (noticia positiva desde donde se le mire) no derive en algo peor. Como están dadas las correlaciones en el centro y la derecha, si se prolonga ese estado de cosas hasta el día que haya elecciones generales, le habrán servido en bandeja de plata el triunfo a un nuevo antisistema que quizás podría ser peor que el actual. Falta mucho pan por rebanar como para celebrar tan anticipadamente.