En la batalla por la narrativa internacional del golpe de Castillo hay mucho por hacer, dicho sea de paso. Haría bien el gobierno de Dina Boluarte, más aún si, como parece, gobernará hasta el 2026, en organizar misiones internacionales de personajes independientes que le aclaren las cosas a los medios y a los políticos locales. Ya bastante se ha logrado con el espaldarazo de un peruano universal de gran predicamento, como Mario Vargas Llosa, pero hace falta un trabajo de filigrana más sostenido y permanente.
La democracia peruana está incólume gracias a que se evitó el golpe de Castillo. El Perú se salvó de seguir el camino de Venezuela y Nicaragua, que era el que el inefable Castillo quería seguir, controlando instituciones, cerrando el Congreso y destruyendo la democracia a la que retornamos a principios del milenio. Eso hay que decirlo a los cuatro vientos, que los hechos amparan esta narrativa de manera contundente.