Ni siquiera el Parlamento claramente obstruccionista y saboteador, de la mayoría aprofujimorista, en contra de Kuczynski, primero, y Vizcarra, después, llegó a los niveles de descrédito del Parlamento actual. Si sus actuales integrantes no son capaces de leer la realidad ciudadana detrás de esas cifras, el porvenir político del país se mostrará aún más sombrío de lo que ya lo es.
El Congreso tiene que encaramarse sobre su propia medianía, hacer un upgrade político radical, una reconversión casi psicoanalítica, para poderse mirar desde arriba y percatarse de lo diminuto de su proceder y lo extraordinario de lo que le corresponde hacer para superar el escollo profundo en el que se halla.