Los principales candidatos de la derecha y centro-derecha, los que lideran las encuestas, tras semanas de rumores, conversaciones discretas y algunos intentos de acercamiento, han terminado confirmando lo que ya era un secreto a voces: vencido el plazo anoche, irán a la contienda sin pacto, sin una lista única, sin siquiera un gesto de grandeza que ponga lo común por encima de la vanidad personal.
En lugar de un frente sólido o dos o tres bloques capaces de disputar efectivamente el poder, tendremos un zoológico político donde pululan mini candidatos, cada uno convencido de su gracia profética, cada uno afilando su lengua para insultar a su vecino ideológico. El espectáculo ya ha comenzado: ataques mutuos, insinuaciones maliciosas, disputas sobre quién, en definitiva, representa a la derecha de la derecha. Es el preludio de una campaña fratricida en la que, como en aquellas viejas guerras civiles de repúblicas caudillistas, se matarán entre sí para dejar el camino libre al adversario.
Porque la izquierda, a diferencia de sus rivales, ha aprendido la lección. No es que esté unida por afinidad doctrinal –sus diferencias son, en algunos casos, abismales– sino por la convicción práctica de que el poder se conquista y se retiene con disciplina. Mientras la derecha se enreda en sus disputas laberínticas, la izquierda se acerca en varios bloques, sin que se desangre por hemorragias internas, con el ojo acerado puesto en el objetivo esencial.
La próxima votación amenaza con ser una repetición de la historia: un mosaico de candidaturas de derecha que se neutralizan entre sí, perdiendo la oportunidad de ofrecer al país una alternativa clara y competitiva. No será la primera vez que la derecha peruana confunde la política con un torneo de egos y termina pagando un precio que, lamentablemente, no solo pagan ellos, sino todo el pueblo.
–La del estribo: notable el libro El loco de Dios en el fin del mundo, del escritor español Javier Cercas, que discurre alrededor de un viaje del papa Francisco a Mongolia y al que invita al autor de Soldados de Salamina y Anatomía de un instante, entre otros, de una valiosa producción literaria.