Pie Derecho

¿Cómo resolver la crisis global del capitalismo democrático? Tarea inmensa, pero urgente porque a pesar de todo, sigue demostrando ser el mejor sistema político y económico conocido.

Se debe construir una auténtica economía de mercado, competitiva, sin la alta dosis de mercantilismo que signa el capitalismo corporativo que se ha impuesto en Occidente y con mayor intensidad en la periferia, con Estados débiles incapaces de enfrentar el poder económico y la influencia política de un grupo empresarial.

A la par debe asegurarse que habrá servicios públicos de calidad. Salud, educación, transporte, justicia y seguridad, por lo pronto, deben hacerle sentir al ciudadano de a pie que es ciudadano de primera categoría. En el Perú de hoy, estamos a kilómetros de poder ofrecer un mínimo nivel de decoro en los servicios mencionados y mientras ello no ocurra, la gente resentirá el modelo económico y le echará la culpa de su desgracia cotidiana.

Esos servicios pésimos alimentan también la alta insatisfacción con la democracia, pero en simultáneo es preciso repensar las formas democráticas de la representación. El pueblo no se siente partícipe de aquella, si solo vota cada cinco años y no tiene más contacto con el sistema político.

Los partidos deben recuperar su rol canalizador y en ese sentido la realización de elecciones primarias abiertas y obligatorias eran un paso importante, aunque no suficiente. Fueron, sin embargo, indignamente acotadas por el actual Parlamento. Debe agregarse, además, renovación parcial del Congreso, un sistema de distritos electorales diferente al actual, cambiar el modelo de regionalización, que solo reproduce los vicios del sistema político nacional, aplicar mayores posibilidades de referéndums, etc.

La democracia debe ser sentida como una forma de gobierno accesible, que le sea útil a los ciudadanos para participar del poder y no ser una máscara electoral de una oligarquía, como es hoy en día.

Si en el mundo desarrollado el capitalismo democrático no se renueva sucumbirá. Si en el mundo subdesarrollado no se construye, desaparecerá su gestación antes de nacer.

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capitalismo democrático, crisis del capitalismo

Se les debe exigir a los candidatos peruanos un pulcrísimo compromiso con la democracia formal. Y el test Venezuela sirve para ello. Quienes se muestren dubitativos o ambiguos respecto de lo que allí ha sucedido, demostrarán que no tienen entre su arsenal valorativo político la defensa democrática.

Y es muy fácil hoy en día llegar al poder y convertir la democracia peruana en un sainete. Es muy popular atentar contra ella y recorrer el camino autoritario. Según la última encuesta del IEP, el 87% de peruanos se halla insatisfecho o muy insatisfecho con la democracia y un 57% de ciudadanos justificaría un golpe militar.

Recordemos, además, lo fácil que es cooptar la democracia por dentro. Un inepto como Pedro Castillo logró controlar el Congreso a punta de prebendas o sobornos directos, y si bien las Fuerzas Armadas le dieron la espalda cuando perpetró el golpe de Estado demoraron horas en pronunciarse (algunas dudas o disputas institucionales internas debe haber habido).

Basta llegar al poder y desde allí cooptar las instituciones poco a poco y después dar un zarpazo constitucional que permita la reelección y se acabó la democracia en el Perú. No tenemos la fortaleza institucional suficiente para aguantar una embestida del nuevo perfil autoritario (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc.).

Y el problema mayor en la coyuntura actual es que la amenaza proviene de ambas orillas del espectro ideológico. Las propuestas autoritarias se despliegan por igual desde ambos bandos y reducen el margen de opciones democráticas a una derecha y una izquierda moderadas que ojalá levanten cabeza y logren lanzar mensajes disruptivos que compitan con las bravatas demagógicas que abundarán, efectistamente, desde los extremos.

Hoy mismo, a año y medio de las elecciones, las encuestas colocan en la delantera a partidos autoritarios que seguramente molerían la democracia, con todo lo que ella implica (Estado de Derecho, separación de poderes, etc.) a la primera de bastos.

Corresponde a la prensa ejercer un rol hipercrítico y vigilante de estos arrestos o síntomas autoritarios y denunciarlos con firmeza, como merecidamente ha ocurrido con Verónika Mendoza por su deleznable ambigüedad respecto de la tiranía de Nicolás Maduro.

 

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democracia peruana

El escandaloso fraude ocurrido en Venezuela, confirma que el régimen dictatorial y corrupto de Nicolás Maduro no se irá nunca del poder por las buenas y que la casta político-militar privilegiada con el latrocinio descarado de los recursos públicos de la potencia petrolera al norte del continente, lo acompañará en el sainete con tal de preservar el statu quo, sin importar la desmesura del fraude cometido, que ha ido a contrapelo radical de todas las encuestas que arrojaban un resultado inmensamente favorable para la oposición.

Se espera que la mayoritaria oposición venezolana convoque de inmediato movilizaciones de protesta que ya hemos visto cómo en otros países, véase Chile, han sido capaces de mover la aguja gubernativa. Ello debe ir acompañado de una reacción multinacional regional y global que tienda un cerco contra la dictadura sanguinaria de Maduro, respecto de lo cual no queda sino sospechar de una tremenda hipocresía norteamericana, que lleva a alimentar suspicaciasde otro tipo.

Bajo el disfraz del bloqueo se esconde una profunda inacción y desinterés de Washington respecto de lo que sucede en Latinoamérica. ¿Intervienen en Medio Oriente o en Asia sin tutías y no son capaces de contribuir efectivamente al derrocamiento de tiranos como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela? ¿Solo le interesa socavar democracias -como lo ha hecho secularmente en la región- y se muestra acomedido cuando se trata de derribar dictaduras?

La doctrina de la no intervención acaba cuando millones de ciudadanos son sometidos violentamente a los dictados de una cúpula privilegiada que se mantiene en el poder gracias ala fuerza de las bayonetas. La OEA (encabezada por Colombia, México y Brasil) debería ser capaz de organizar una fuerza multinacional que restituya de una buena vez la democracia en esos países.

Acá se está jugando no solo la democracia sino la supervivencia del narcotráfico, que los tres regímenes mencionados utilizan para sobrevivir en sus privilegios de casta, y que solo se explica su existencia merced a una alianza soterrada -que no conocemos- con el cartel de la droga más grande del mundo, que es la DEA.

¿Qué negociaciones y transacciones habrá bajo la mesa con Washington para que la Casa Blanca no tome una postura más firme en su papel supuesto de líder guardián del modelo democrático en el mundo, y con mayor razón en una región sobre la que ahora muestra preocupación por la creciente influencia china? Maduro es un engranaje en una pieza de corrupción global que la supervivencia del régimen democrático en la región no puede seguir tolerando.

 

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elecciones en venezuela, Venezuela

Ilusos los que pensaban que Dina Boluarte podría haber sorprendido a la audiencia lanzando un mensaje republicano, liberal, encaramado sobre las miserias políticas y económicas que nos abaten.

Lo suyo, su signo vital, es la mediocridad, agravada en la coyuntura actual por una circunstancia penosa: sabe que después de dejar el poder será procesada por los crímenes cometidos durante la represión de fines del 2022 y principios del 2023, y, a la vez, es plenamente consciente de que debe alargar ese momento lo más posible, pero que depende del Congreso omnipotente y tanático que nos ha tocado en suerte, así que no puede hacer nada que lo contradiga y eso la condena a la pasividad inerte más absoluta.

¡Qué tristeza que los dos bicentenarios, el del 2021 y el del 2024, hayan transcurrido sin una renovación de la promesa republicana, sin una invocación a los valores cívicos que dieron pie a la Independencia, sin una apostilla, siquiera, a la democracia en crisis que nos asola!

Fuera de la tradicional lista de lavandería de las obras realizadas (alguna tiene que haber, ¿no?), el mensaje no contuvo lineamientos políticos trascendentes, apropiados a las circunstancias, sino el mero afán de querer demostrar que no es un régimen inerte y que en los sectores ministeriales algo se está haciendo (no se esperaba menos).

No somos optimistas de lo que se viene el 2026. Por culpa precisamente de la medianía grosera del régimen, es que asoman, ostentosos y desafiantes, los rostros más autoritarios, tanto de la izquierda como de la derecha, y el pueblo, harto de la democracia, del modelo, del país, depositará un voto irritado, disruptivo, seducido por los radicalismos demagógicos de algunos precandidatos.

Dos años nos restan de suplicio. Allá quienes pensaron que era posible un cambio de rumbo, un golpe de timón, un giro político en el sentido correcto. No puede haberlo, desde el saque, en un gobierno que se escabulle de la responsabilidad auroral de los muertos que produjo, y que no se hace problemas en ser la mesa de partes de un Congreso que ha socavado las instituciones democráticas como el más zamarro de los golpistas o regímenes autoritarios. De esa entraña no podía nacer nada bueno y el discurso de hoy no hace sino corroborarlo.

La del estribo: maravillado de haber leído, tardíamente, el libro Caballos de medianoche, de Guillermo Niño de Guzmán, escrito originalmente en 1984 y que ha sido reeditado por Tusquets, con varios añadidos (entre ellos la reescritura genial de El olor de la noche llamándola Cinco balas de plata). Una deuda cultural siento que ha sido saldada y me ha motivado a comprar todos los libros del autor disponibles, entre ellos Mis vicios impunes, su última publicación, la segunda parte de Cuaderno de letraherido, una bitácora literaria y personal del autor.

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28 de julio, mensaje de la nacion

Han abundado personas en las redes sociales que han abominado de la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de Paris, porque los organizadores tuvieron la idea de representar la diversidad multicultural, étnica y de género que identifica a las sociedades modernas.

“Degeneración de Occidente”, clamaban los ultras, convencidos de que la cultura occidental está al borde de la destrucción por la inserción de los valores liberales de la tolerancia y la libertad (¡qué paradoja!).

Me ha parecido maravilloso que Francia haya decidido incorporar en la escenografía musical, artística y representacional a todas las comunidades que representan muy bien a su nación. Población afro, trans, LGTBQ+, marginales, etc. En esa explosión sublime de libertad es que brilla con toda su potencia la vitalidad de Occidente, no, como estos reaccionarios piensan, el germen de su destrucción.

“Europa se va a volver islámica”, vociferan a la par, invocando la descristianización de Europa. Primero, es un mito que las estadísticas desmienten la supuesta hegemonía islámica en el continente. Son una minoría significativa. Segundo, la descristianización ya ocurre en Europa desde hace mucho, producto de la pérdida de predicamento de una iglesia católica desvencijada y acosada por una epidemia de acusaciones de pedofilia. Europa se ha secularizado en buena hora.

Occidente se está revitalizando con la explosión de multiculturalidad, igualdad de género, derechos civiles (matrimonio igualitario, aborto, luchas feministas, etc.). Está muy lejos de la decadencia que la grita conserva exalta.

Quienes quieren una Europa blanca, cristiana, conservadora, familiarmente heterosexual, son los que causarían la destrucción de Occidente. Occidente no se identifica con la cristiandad. Por el contrario, la modernidad surge cuando, desde Locke en adelante, se invoca la separación de la Iglesia del Estado.

Es la ultraderecha conservadora la amenaza que se cierne contra Europa y los Estados Unidos (de paso, también en países subdesarrollados como el nuestro). Los valores de libertad van por otro lado de sus pretensiones conservadoras y reaccionarias. La supervivencia del capitalismo liberal va de la mano con la atmósfera cultural moderna y libertaria que ayer ha sido representada cabalmente en una extraordinaria ceremonia de inauguración olímpica.

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olimpiadas 2024, Paris 2024

La elección de Eduardo Salhuana a la presidencia del Congreso consagra el ascenso político del crimen organizado alrededor de la minería ilegal. Las vinculaciones del nuevo titular del Legislativo con esa minería están más que probadas por su agenda de visitas al Congreso y por un conjunto de iniciativas legales presentadas por su persona en los últimos tiempos.

Y ya no hablamos de pequeños empresarios informales que se agencian recursos en base a prácticas artesanales, sino a zonas del territorio nacional en las cuales bandas criminales han encontrado un filón que explotar desplazando a los antiguos mineros de ese perfil.

Resulta increíble comprobar que el lobby político de César Acuña para imponer a un partidario suyo (que bien pudo ser Lady Camones y no estaríamos en la situación degradada de hoy), pesa más que la eventual presión que pueda haber ejercido la poderosa Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía para evitar este desenlace. ¿Este gremio no tiene brazos comunicantes con Keiko Fujimori para poder haberla persuadido del despropósito? ¿Se dieron por bien servidos con una insulsa campaña publicitaria en medios televisivos y creyeron que bastaba para sensibilizar a la opinión pública y a la clase política?

Se sabe sobradamente el papel destructor de las economías ilegales respecto de la democracia. Corrompen todo el sistema de poder y van escalando paulatinamente. Ya llegaron con Castillo hasta Palacio de Gobierno; ahora repiten de alguna manera el plato, si se tiene en cuenta que es el Congreso el que manda en el país y no Dina Boluarte.

El año político que se viene va a ser de espanto. La degradación de la democracia peruana va a continuar su rumbo, gracias al pacto espúreo del Ejecutivo y el Legislativo, en base a simples cuotas de poder, sin ninguna consideración por políticas públicas de primer orden, como seguramente quedará corroborado en el poco esperado mensaje presidencial de Fiestas Patrias.

Hoy hemos descendido un peldaño más en la calificación democrática del país. Y esta degradación va a traer consecuencias graves en las elecciones del 2026. Doble responsabilidad la que les corresponde a los autores mediatos de este desaguisado, particularmente Keiko Fujimori y César Acuña, con la anuencia de Perú Libre y Avanza País.

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elección de presidente del congreso, salhuana

La enorme cantidad de venezolanos que migró a nuestro país (alrededor de millón y medio) despertó tendencias xenófobas que, inclusive, fueron amplificadas en algunos casos por líderes políticos, felizmente sin mayor eco.

Pero el tema podría escalar de manera significativa en los próximos meses y es bueno advertirlo. Nada hace pensar que este domingo, la dictadura de Nicolás Maduro no perpetre un desvergonzado fraude que lo perpetúe en el poder, ahondando la ruina de Venezuela. Si eso ocurre, ya algunos especialistas advierten una oleada migratoria sin precedentes (se calcula que cerca de cuatro o cinco millones de venezolanos abandonaría sus tierras en búsqueda de un porvenir económico y político mejor para los suyos).

Después de Colombia, el Perú es el mayor destino de la migración venezolana. Luego de Caracas, Lima es la ciudad con más venezolanos en el mundo. Hasta el momento, fuera de las manifestaciones xenófobas señaladas, su recepción, sin embargo, ha sido favorable, no se les ha arrinconado en guetos, se han integrado urbanamente por todo el territorio nacional y participan de la vida laboral sin mayores sobresaltos.

Pero eso podría cambiar si se produce la escalada migratoria advertida. Si llega masiva y rápidamente un millón y medio más de venezolanos, que no sorprenda que el tema sea central en la campaña electoral y que se invoque los espíritus más primitivos de la sociedad para cosechar votos.

Hay que estar advertidos y el gobierno haría bien en estarlo también. Particularmente, saludo la migración venezolana. Son compatriotas y como tales hay que tratarlos, dándoles todas las facilidades para insertarse en la sociedad peruana. Su aporte a la economía es importante, aun cuando nadie lo haya medido a cabalidad.

Y si vinieran migraciones de otros países, bienvenidas también. El Perú es un país de migrantes. Solo un sector rancio y vergonzoso de la clase alta peruana mantiene la percepción de que la llegada de provincianos a Lima ha sido una desgracia. Pero el crisol de razas y culturas que es el Perú es lo que nos da el valor sociocultural que podemos exhibir y el factor que nos otorga una potencialidad económica sin par en la región.

Haría bien el propio periodismo en reflexionar sobre el tratamiento prejuicioso y sesgado con el que suelen informar sobre el tema, asociando, sin ningún rigor estadístico, a los venezolanos con la delincuencia. El amarillismo mediático es uno de los factores que contribuye a alentar la xenofobia, esa lacra cultural que debemos desterrar.

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migrantes venezolanos, xenofobia

¿Alguien en su sano juicio puede creer que con el gabinete actual, el gobierno va a ser capaz de pergeñar un programa ambicioso de reformas tendientes a dar un giro copernicano a la gestión pública en lo que vendría a ser su penúltimo año de mandato?

¿Puede uno esperarlo de una mandataria de mirada corta, visión nula y proyección política inexistente, más pendiente de sobrevivir a costa de concederle todo al Congreso?

¿Puede aspirarse a que desde el Parlamento se olviden de distribuciones oportunistas de cuotas de poder para mantener el statu quo en la Mesa Directiva o que se dispongan a iniciar reformas o desandar las contrarreformas nefastas que han perpetrado en el último periodo, que han debilitado el Estado de Derecho impunemente, sin que les importe, al parecer, el bajísimo nivel de aprobación que exhiben?

Si algo va a cambiar a partir del 28 de julio, fecha política que antes marcaba un parteaguas gestor de la administración pública, va a ser para peor. La política en el Perú se ha degradado a pasos agigantados. Ha ocurrido en el último año un condensado intensivo de lo que nos viene sucediendo desde el 2016.

Y lo grave es que es el último año en el que algo importante se podría hacer, porque ya el periodo 2025-2026, el gobierno de salida no arriesga nada, no tiene perspectiva para iniciar nada significativo y, además, la atmósfera política ya estará impregnada de vientos electorales que catalizarán todas las expectativas ciudadanas.

Ya van dos lustros perdidos en el Perú por culpa de la crisis política incubada en los dieciséis años de bonanza económica precedentes, pero huérfanos de reformas básicas (salud, educación, seguridad ciudadana, regionalización, reforma del Estado, etc.) que hubieran permitido construir cimientos poderosos que hubieran hecho imposible el zigzagueo mediocre en el que estamos embarcados hace diez años.

El 28 de julio asistiremos a un espectáculo que de republicano solo tendrá la parafernalia, pero que solo será un peldaño más de descenso en la calidad democrática del país, que se asoma, justamente por ese deterioro, a un escenario electoral impredecible, inédito por la cantidad de candidaturas, y que no promete nada nuevo. La desgracia de hoy puede ser solo el preámbulo de un desastre mayor.

 

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28 de julio, Discurso presidencial

¿Podríamos calificar de demócrata a un candidato derechista incapaz de juzgar y cuestionar a personajes como Augusto Pinochet o Rafael Videla, dictadores chileno y argentino, respectivamente? ¿No revelaría una entraña autoritaria quien no tuviese la capacidad de tomar distancia crítica de ambos regímenes dictatoriales que asolaron sus naciones?

Pues lo mismo sucede con quienes desde la izquierda son incapaces de juzgar como dictaduras al régimen de Maduro o de Ortega en Nicaragua. Particularmente, destaca la desvergonzada evasión que sobre el tema efectúa Verónika Mendoza, lideresa de Nuevo Perú y seguramente candidata presidencial por dicha agrupación. ¿Qué sucede? ¿Recibió financiamiento en algún momento de Venezuela y teme que si critica al régimen éste la delate? Si no es eso, refleja una concepción democrática ajena a los cánones mínimos propios de regímenes que puedan ser calificados como tales.

En reciente entrevista en el muy sintonizado podcast de César Hildebrandt, Mendoza se ha vuelto a escabullir de una definición clara respecto de la dictadura venezolana, que ahora mismo amenaza con perpetrar un nuevo inmenso fraude en Venezuela y hacerse por seis años más de un poder espúreo y generar una feroz crisis migratoria en la región (se calcula que si Maduro se perpetúa en el poder, tres o cuatro millones más de venezolanos saldrían de su país).

No es una majadería del periodismo peruano preguntarles a los candidatos izquierdistas sobre Venezuela y el chavismo. Es la prueba ácida de sus reales convicciones democráticas. Sobre todo, si se tiene en cuenta que hay muchos líderes locales de la izquierda que claramente sí han tomado distancia de Maduro y lo califican sin ambages como lo que es, un dictadorzuelo que ha llevado a la ruina a su país.

Lo que corrobora Mendoza con su esquive del tema es que ella misma no concibe a la democracia representativa como una forma política irrebatible e inviolable, y que de darse el casi nulo escenario de que llegase al poder, lo primero que haría sería violentar el Estado de Derecho para imponer un esquema políticamente autoritario.

La izquierda democrática y liberal que el Perú necesita, no cuenta entre sus aliados con la fallida excandidata presidencial. Su careta democrática se deshace en mil pedazos cuando se muestra incapaz de zanjar con un régimen dictatorial. Si se forma una coalición democrática de izquierdas para el 2026, perderá ese calificativo si incluye a Verónika Mendoza en el pacto.

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dictadura venezuela, maduro, Verónika Mendoza
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