Pie Derecho

La discordancia entre las expectativas generadas por el programa Cuarto Poder respecto de los megatones que supuestamente tenía el audio que fue propalado anoche, y la realidad de lo que al final fue (tarea de inflación mediática a la que contribuyó decididamente la DBA a lo largo de la semana difundiendo bulos respecto del presunto contenido de ese audio), solo ha terminado por favorecer a Castillo en el proceso de vacancia que se le sigue.

Muchos congresistas, que esperaban un audio demoledor, capaz de ahondar lo que potentemente hizo el propio Cuarto Poder hace dos domingos revelando las reuniones secretas en el pasaje Sarratea, hoy deben estar sopesando si vale la pena llegar al extremo de la vacancia dada la decepción producida, sin duda, hace pocas horas.

Más allá de la posibilidad de ejecutar una vacancia, que se asoma como precoz y contraproducente en estos momentos, sí parecía pertinente y saludable que se logren los votos para llevar al Presidente al Congreso a dar explicaciones que tozudamente se niega a dar a la prensa y a la opinión pública. Pero ese afán puede haberse ido por la borda luego del fiasco ocurrido anoche, el mismo que, sin ambages, califica de estafa periodística.

Porque que un personaje involucrado en una nota periodística, obviamente preocupado por su publicación, trate de evitarlo ofreciendo primicias o destapes de mayor envergadura, es parte del trasiego cotidiano de la prensa. Bien por Cuarto Poder de no haber aceptado ello, pésimo de querer hacernos creer que esa tratativa, grabada, justificaba los bombos y platillos con que los vendió a lo largo de la semana, a sabiendas de que generaba expectativas de otra índole.

Hoy Castillo puede salir, orondo, a ratificar que no hay pruebas de corrupción en su contra y que el pedido de vacancia es una exageración política de sus adversarios, y va a ser difícil refutarlo. La gravedad de la denuncia de hace dos domingos caerá en saco roto, en términos psicosociales, por lo sucedido hace pocas horas.

Lo cierto es que el momento destituyente parece que seguirá siendo el próximo año, no éste. Mejor, porque una vacancia apresurada solo iba a victimizar y favorecer a quien merece el desierto político por muchos años, como es la coalición de izquierdas que nos gobierna. Sacar a Castillo a trompicones del poder, sin razones jurídicas y políticas suficientes, solo le iba a hacer un favor a ese sector del espectro ideológico.

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Cuarentena, Pedro Castillo, Presidente Castillo

¿La derecha tiene que unirse? ¿Las circunstancias críticas por las que pasa el país obligan a un acto político que en circunstancias normales no sería necesario? ¿O, por el contrario, es importante que se siga produciendo una criba entre los diversos actores que van desde el centro a la derecha del espectro ideológico peruano?

En Uruguay se creó la llamada “coalición multicolor” que agrupó a los archienemigos partidos blanco y colorado e, inclusive, a grupos de extrema derecha, ganaron las elecciones y pusieron al derechista Luis Lacalle en la Presidencia, con mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Así pudieron derrotar al Frente Amplio, colectivo izquierdista que ya había estado en el poder con Tabaré Vásquez y José Mujica, entre el 2005 y el 2020.

En el Perú, los hechos no parecen obligar a ello. La izquierda no solo ha sufrido un enorme desprestigio en su corta gestión gubernativa con Pedro Castillo, sino que se ha dividido entre los sectores radicales y los que, desde dicha orilla (coincidiendo con la extrema derecha) llaman “caviares defensores del establishment”, la izquierda moderada.

No hay, pues, un gran enemigo al frente y, salvo que se produzca una vacancia expréss y precoz, jurídicamente injustificada, no hay forma de que resurja algún candidato disruptivo de izquierda en el futuro mediato o inmediato. La derecha no tendría necesidad de unirse electoralmente para alcanzar el poder.

Lo que sí parece necesario es que se diseñe un programa mínimo común, una suerte de Acuerdo Nacional centroderechista, que varios candidatos con pensamiento similar firmen, y que, una vez definida la elección, se ejecute un pacto que asegure no solo el cumplimiento de ese acuerdo sino la consecución de la mayoría suficiente en el Legislativo para evitar de plano cualquier posibilidad de que volvamos a asomarnos al escenario de inestabilidad que implica el juego perverso de la vacancia presidencial-disolución del Congreso.

Se necesitan tres o cuatro lustros continuos de gobiernos de derecha para asegurar, esta vez construyendo en paralelo un Estado eficiente y moderno (especialmente en salud y educación públicas), que el país prospere lo suficiente para desterrar para siempre extravíos populistas o regresiones izquierdistas.

-La del estribo: notable la serie televisiva Maradona, sueño bendito, que muestra los claroscuros de la vida del astro argentino del fútbol mundial, sin tamizar ninguna de las sombras tóxicas que arruinaron su vida, a la vez que nos devela el extraordinario carisma y liderazgo que le permitieron ascender de la pobreza extrema a la cúspide social. Va en Amazon, pero si no se tiene la suscripción, ya la tienen los proveedores amigos.

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Derecha, Izquierda, izquierda moderna

La polarización ideológica de la última elección pulverizó al centro, como opción política, aun cuando los resultados parlamentarios de Acción Popular y Alianza para el Progreso no son desdeñables, pero, la verdad sea dicha, ninguno de ellos es significativamente relevante en términos de cabal representación del ánimo popular centrista.

El último esfuerzo de construir una opción de centro, explícitamente identificado como tal, fue el Partido Morado de Julio Guzmán, pero cometió el grave error de soslayar el achicharramiento personal del candidato y fundador, y en lugar de presentar a otro postulante, insistió con él llevando al colapso a la agrupación que hace tan solo cinco años había sido protagonista principal de la elección.

Otro de los candidatos que reivindica semejante alternativa es Jorge Nieto, pero no fue capaz, siquiera, de inscribir su Partido del Buen Gobierno. Hoy mantiene un perfil promisorio, pero le queda mucho trecho por recorrer para erigirse en una opción nacional.

¿Qué implica ser de centro en el Perú? Básicamente, creer en la vigencia de una economía de mercado, pero con una dosis significativa de rol estatal en asuntos como la salud y la educación públicas, además de cierta regulación de sectores económicos que han confundido el libre albedrío con prácticas mercantilistas anticompetitivas.

En ese sentido, un mensaje de ese perfil tiene mucho terreno propicio por delante. La última encuesta del IEP resulta, al respecto, reveladora. Preguntada la población por su propia autoidentificación ideológica, un 41% dice ser de centro, un 35% de derecha y un 24% de izquierda.

Claro está que detrás de esa respuesta no hay necesariamente convicciones ideológicas claras (podría darse el caso de que alguien que dice ser de derecha al mismo tiempo sea partidario del control de precios, por mencionar un ejemplo) y, por ende, las respuestas no son un indicador previsorio de lo que podría ocurrir en un proceso electoral venidero.

Pero, de todas maneras revelan un estado de ánimo, mesurado en su mayoría, alejado de los extremismos vocingleros tanto de la izquierda como de la derecha. Es cuestión tan solo de que se construya una alternativa orgánica en ese sentido, que suponga una superación cualitativa del aguachento zafarrancho que hoy representan partidos como AP y APP, carentes de sustancia ideológica y propuestas programáticas claras.

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Derecha, Encuesta IEP, ideologías, Izquierda

El presidente Castillo, en un claro afán de sobrevivir a la andanada pro vacancia que en estos momentos se diseña en el Congreso, con creciente convocatoria, ha convocado a Palacio a un diálogo con los principales líderes políticos del país.

Se equivoca el Presidente si cree que los salones dorados o los protocolos palaciegos alcanzarán para aquietar las aguas movidas de la política nacional o bastarán para evitar que se logren los votos necesarios no solo para hacerlo comparecer ante el Congreso sino, eventualmente, para sacarlo por la puerta falsa de Palacio.

Se va a requerir, de su parte, de acciones muy concretas. Y en ese sentido, deberá empezar por asegurar que el trasiego de influencias en el que ha sido descubierto por la prensa, con reuniones cuasi clandestinas en lugares inapropiados, cesarán. Y a renglón seguido deberá efectuar un giro político estratégico del cual deberá hacer partícipes a algunos de los convocados a la cita.

Por lo pronto, se asoman en el horizonte, uno, el descarte del intento de convocar a una Asamblea Constituyente, lo que produciría la tranquilidad de que no se quiere patear el tablero constitucional, y, dos, que se ajustará a los marcos del modelo económico, extendiendo su convocatoria ministerial y gubernativa más allá de la mediocre coalición de partidos de izquierda que hoy lo acompaña.

Si no hace algo de ese nivel de audacia, su convocatoria palaciega caerá en saco roto, será absolutamente inútil, y no lo ayudará a convencer ni siquiera a los partidos de centro que hasta el momento le han permitido salvar dos presentaciones de gabinetes y en las que él confía para salir bien librado de la vacancia, como son Acción Popular y Alianza para el Progreso.

Si Castillo quiere mantenerse en el poder, no puede seguir gobernando como hasta ahora. Seguirán saliendo denuncias periodísticas y las mismas irán calentando los ánimos parlamentarios, al punto de llegar a convencer, en algún momento, a quienes hasta hoy le conceden el beneficio de la duda, a traspasar la línea divisoria y sumarse al equipo vacador de la derecha.

Solo una gran coalición de centroizquierda podrá salvar al Presidente, más temprano que tarde, de una vacancia que parece inminente. ¿Estará el Primer Mandatario en capacidad de dar semejante paso? Lo vemos difícil, muy improbable. Un “sindicalista básico”, como bien ha sido definido Castillo, parece negado para juegos de alta política, ni siquiera en situaciones en donde debiera aflorar su instinto de supervivencia, como es el caso presente.

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Acción Popular, Palacio de Gobierno, Pedro Castillo

Ojalá Richard Arce, excongresista del Frente Amplio (era parte entonces de Nuevo Perú), se consolide como una opción político-electoral en el futuro. Es el único líder que, desde la izquierda, viene mostrando una actitud digna y crítica de los desmanes del gobierno de Pedro Castillo.

Es más, coherente con sus posturas de izquierda, y sin transar con ellas, alberga un sentido de modernidad al entender que no hay proyecto de izquierda viable que se despliegue contra la inversión privada (incluyendo a la inversión minera, tan satanizada por sus colegas de bando ideológico).

El resto de las izquierdas, que conforman la coalición que nos malgobierna, está inmerso en una espiral de desprestigio absoluto, no tanto por pertenecer a un gobierno mediocre -que, al final de cuentas, de ello es principal responsable el propio Presidente de la República- sino por guardar silencio sepulcral respecto de las tropelías que se cometen en diversas instancias del poder, sin alzar una voz crítica o siquiera lanzar una tímida alerta a propósito de ello.

Lo que hemos visto en estos primeros 120 días de gobierno excede los términos normales de solvencia administrativa del Estado y adquiere ribetes de escarnio gestor, sin considerar, inclusive, los visos de corrupción encubierta que muchos de los actos desplegados en ese lapso, revelan o sugieren.

Se hubiera esperado, sobre todo de la izquierda considerada moderna, y que durante la propia campaña fustigaba a Castillo acusándolo de primitivo y rupestre, una actitud vigilante -como ella misma anunció- y que ejerciese presión para enderezar el rumbo equívoco que este gobierno ha tomado desde el inicio, aparentemente sin remedio. Y eso no ha ocurrido.

Por supuesto, lo que está ocurriendo es una gran noticia para la centroderecha, o la derecha monda y lironda, ya que lo más probable es que las próximas elecciones ambas cosechen del enorme desprestigio en el que se está sumiendo casi toda la izquierda, pero no es una buena noticia para la democracia peruana que la izquierda involucione a cuenta de prebendas del poder, y se aleje de los criterios de modernidad que en otros países la izquierda muestra y que permiten una saludable rotación democrática sin que el país estalle o la sociedad se vea sumergida en el atraso, como hoy está sucediendo.

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frente amplio, Izquierda, Nuevo Perú, Poder, política peruana, richard arce

La supina irresponsabilidad política del presidente Castillo, ciego ante las amenazas de vacancia y sin reacción rápida e inteligente frente a las denuncias que lo rozan, hace que cave su propia tumba política con un esmero que ni su más acerado opositor logra desplegar.

No parece que en esta ocasión vaya a prosperar el proceso de vacancia iniciado por la congresista Patricia Chirinos. En el mejor de los casos, lograrán los votos suficientes para obligar al Presidente (sería doblemente lamentable que el propio Castillo no acuda a dar respuesta a las interrogantes legislativas) a asistir al Congreso.

Pero el próximo año, cuando se desate la tormenta perfecta de crisis: sanitaria (tercera ola), económica (con tasas de crecimiento insuficientes), política (con un gobierno que bordeará el dígito de aprobación) y social (por los conflictos desatados, muchos de ellos por sobreexpectativas respecto de un gobierno fallido), y cuando se avecinen las elecciones municipales y regionales (que harán que los partidos de centro que hoy sostienen al régimen, se alejen por conveniencia electoral), el destino político del Presidente parece escrito en piedra.

Lo más probable es que el 2022 Castillo salga de Palacio, haga lo propio Dina Boluarte (tendría que mostrar una inteligencia política superlativa para sobrevivir a la vorágine vacadora), y quien ocupe entonces la Presidencia del Congreso asumirá y convocará elecciones adelantadas.

La gran pregunta que surge entonces es si la derecha estará en capacidad de ofrecer alternativas potables de recambio, que no hagan que nuevamente surja un candidato radical disruptivo que arruine la fiesta derechista, que debió haber ocurrido, en circunstancias normales, este año, repitiendo la performance del 2016.

¿Qué nombres se perfilan? ¿Nuevamente Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y Hernando de Soto? ¿Se dividirá el voto derechista y le entregará en bandeja el triunfo a un izquierdista radical o moderado?  ¿O a un centro inerte como el que nos ha gobernado la mayor parte de los últimos 25 años? ¿Crecerán los nombres de Fernando Cillóniz, Roberto Chiabra, Roque Benavides o Ricardo Márquez, potenciales candidatos del sector?

Seis meses se pasan volando y si la derecha no quiere volver a ser derrotada, debe repensar una estrategia política y electoral desde ya. Si su modus operandi se agota en tratar de vacar a Castillo a como dé lugar y organizar cada cierto tiempo mítines monocromáticos en el Campo de Marte, está fregada de antemano.

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Pedro Castillo, Presidente Castillo, Presidente del Perú

Lamentable el mensaje a la Nación dado anoche por el presidente Castillo. No absolvió ninguna de las inquietudes ciudadanas surgidas luego de un reportaje televisivo que lo mostraba reuniéndose en secreto con proveedores del Estado y se amparó, absurdamente, en que eran reuniones personales.

El Presidente no parece darse cuenta de la gravedad de su situación política y confía en que el acercamiento que su premier, Mirtha Vásquez, le ha conseguido con Alianza para el Progreso, lo mantiene indemne de los riesgos de la vacancia o de que al menos el Congreso consiga los 52 votos necesarios para hacerlo comparecer ante el Pleno (él o su abogado). Olvida que APP en anteriores ocasiones ha llegado a arreglos similares con los gobiernos de turno y al final, si las circunstancias lo exigían, votaba, inclusive, por la vacancia.

Hemos calculado que el “momento destituyente” llegará el próximo año si Castillo no da un golpe de timón radical a su gobierno, llevándolo al centro o descartando de plano la Asamblea Constituyente, pero el propio Primer Mandatario parece empeñado en adelantar ese momento y dedicarse a jugar al filo de la navaja con sus inconductas políticas.

Es grave que un Presidente se reúna en privado, fuera de los reflectores de vigilancia ciudadana que están implícitos en la sede palaciega, con empresarios que contratan con el Estado. Huele a trasiego y tráfico de influencias para conseguir beneficios públicos. Apesta a posible corrupción.

Frente a esa denuncia lo que el Presidente debió hacer es señalar enfáticamente que había cometido un error y anunciar rectificación del mismo. Pero no, salió a victimizarse tontamente, sin ningún impacto político, y abonando más bien en la tesis de la sospecha.

Pocas veces en nuestra historia republicana hemos tenido un Primer Mandatario tan básico y carente de reflejos políticos mínimos. Si ocurre la indeseada vacancia prontamente será única y exclusivamente responsabilidad de un gobernante que no sabe medir los peligros ni la temperatura política del país, que, como indican las encuestas, le va perdiendo confianza a pasos agigantados.

Es verdad que la derecha nunca le dio respiro y que desde el primer día lo ha querido sacar de Palacio, pero no puede negarse el indudable mérito personal del Presidente para facilitarle la tarea a la derecha. Solo él es responsable de haber nombrado ministros impresentables, funcionarios cuestionados, de haber dado anuncios que luego debía revertir, de no reaccionar políticamente como correspondía, de malbaratear, en suma, la investidura presidencial.

-La del estribo: gran evento cultural para quienes aman la danza moderna. A las 19 horas de hoy se presenta la obra Las que habitan, videodanza del grupo Una hebra, bajo la dirección de María Angela Talavera. Luego de la presentación, a las 20 horas, habrá una charla en vivo con la directora y la reconocida bailarina Pachi Valle Riestra. Ambos eventos se transmitirán por la página de Facebook del CCE Lima.

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Mensaje a la nación, Pedro Castillo, Presidente del Perú

Es grave lo descubierto por el programa Cuarto Poder respecto de reuniones extraoficiales del Presidente de la República ocurridas en su casa particular en Breña, con autoridades políticas y, lo que es más cuestionable, con empresarios que luego resultan siendo proveedores del Estado y ganadores de millonarios contratos.

Castillo se zurra en la ley de transparencia y no lo hace por simple descuido. Obedece a una intención explícita de esconder actos gubernativos de la mirada ciudadana. Y quien eso hace, sin duda es porque trata de esconder actos que puedan ser reñidos con el buen proceder administrativo.

La propia Contraloría ya había advertido que este tipo de reuniones violaban la ley de transparencia y por eso, presuntamente, se suspendieron y se trasladaron a la sede palaciega. Por lo que se ve, Castillo ha seguido con sus malas artes con sentimiento de impunidad.

Lo reiteramos: sinfín de empresarios cuentan, sotto voce, que en muchas gestiones con el Estado, normalmente fluidas porque no tienen nada de irregulares, suelen aparecer dizque emisarios del poder, que solicitan coimas para facilitar las firmas necesarias de modo que salgan los contratos o se activen los mecanismos administrativos normales. Y ocurre en muchas instancias sectoriales del poder.

Los veinte mil dólares encontrados en un baño de Palacio a Bruno Pacheco, exsecretario de la Presidencia, apuntan en esa perspectiva, a ser un pago irregular por servicios que, no se sabe, podrían llegar a involucrar al propio Primer Mandatario, pero que un fiscal enclenque ha dejado pasar, al no requisar al teléfono del exsecretario, ni detenerlo por sospecha de corrupción. Es lo que correspondía y aún corresponde que se haga.

Castillo está comprando todos los boletos para ser vacado. Según la última encuesta del IEP, un 43% aprueba la vacancia frente a un 55% que la desaprueba -aún no es mayoritaria la exigencia de vacancia-, pero en la misma encuesta se refiere que el 62% de los ciudadanos cree que Castillo no terminará su mandato.

Por lo pronto, estos hechos animan a quienes esperan que se logren al menos los 52 votos necesarios para que Castillo o su abogado concurran al Congreso a dar explicaciones que el inquilino palaciego nunca le ha dado a la prensa respecto del sinfín de irregularidades que ha desplegado, con notable prodigalidad, en estos primeros cuatro meses de gobierno.

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ciudadanía, Encuesta IEP, Ley de transparencia, Pedro Castillo, Presidente del Perú

Se desploma la aprobación de Castillo, según la última encuesta del IEP. Cae de 35 a 25% en apenas un mes y su desaprobación crece de 48 a 65%. Duro golpe político para un régimen que ya viene dando severas muestras de disfuncionalidad, a las que ahora se agrega una brecha cívica muy difícil de remontar y que, de persistir, ahondará la crisis política en la que se encuentra.

Casi no se ve salida política posible a este creciente desencuentro entre Castillo y el pueblo. Aún no ha llegado al punto de quiebre (55% reprueba el intento de vacancia frente a un 43% que lo aprueba), pero el desenganche parece inminente. Tanto así, que para el 47% de la ciudadanía, la situación empeorará.

Va a tener que realizar gestos políticos audaces, el presidente Castillo, si quiere recomponer la precaria relación que mantiene con el país. Solo se asoman en el horizonte dos opciones: o convoca a un Premier y, por ende, a un gabinete más de centro, descartando o subordinando la coalición de izquierdas que hoy lo acompaña y que ha demostrado terrible torpeza ejecutiva; o anuncia oficialmente, y sin ambages, el abandono de la pretensión de refundar el país a través de una Asamblea Constituyente.

Ello tendrá un costo, sin duda, entre sus bases radicales, pero en la práctica ya muchas de ellas lo han abandonado luego de su ruptura con Vladimir Cerrón, de modo tal que la pérdida eventual no sería muy significativa. Y lo que ganaría con ese giro o ese anuncio sería enorme, en comparación a lo que perdería.

Y no hablamos solamente de la confianza de los inversionistas privados, cuya recuperación es crucial para que el 2022 no sea un año perdido, sino de la confianza ciudadana, capital necesario para sobrevivir políticamente y que en los meses entrantes no se genere un momento destituyente que lo saque de Palacio, como hasta ahora solo la derecha quiere, pero a cuyo afán podría sumarse el centro si aprecia que apoyar a un gobierno en caída libre deja de serle políticamente rentable.

Castillo no puede gobernar manteniendo el statu quo. El grado de impericia, torpeza y negligencia es de tal envergadura que, de mantenerse, lo llevará al abismo. Tiene que dar un golpe de timón pronto si no quiere ser uno más de los últimos mandatarios que tuvieron que salir por la puerta falsa de Palacio.

La del estribo: la mejor prueba de que el formato impreso sigue vivo es el aumento sostenido de las ventas de libros. Si los periódicos están cayendo no es por el formato, es porque no hacen lo que deben hacer. En el mundo entero el libro digital no ha derrotado al libro físico. Y en el Perú hay que saludar la aparición de cada vez más librerías por toda la ciudad. La lectura es un placer adquirido que puede cambiar una vida, enriqueciéndola notablemente.

 

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desaprobación, encuestas IEP, Pedro Castillo
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