Aunque la vida en el planeta ha estado en constante cambio desde sus orígenes, el ser humano todavía se muestra cauteloso, y hasta temeroso en algunos casos, cuando se ve obligado a enfrentarse a los cambios. Sin embargo, el desarrollo de la tecnología ha permitido que estos cambios en la naturaleza puedan tener una explicación que no sólo ayuda a perder el miedo sino que brinda información para poder interactuar con esta nueva realidad.
Este parece ser el caso de la anchoveta que durante varias décadas se ha pescado en la costa peruana y que hoy se presenta en una forma inusual en lo que respecta a su talla. Sudaca pudo conversar con Luis Icochea, profesor de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, para conocer las razones que han llevado a que la anchoveta presente nuevas características y cómo estas impactarán en la actividad pesquera.
TIEMPO DE ADAPTACIÓN
Tal como lo ha informado Sudaca en otros informes periodísticos, la anchoveta que se encuentra en el mar peruano ha presentado una serie de cambios entre los que se encuentra un tamaño diferente al que registraba décadas atrás. Sin embargo, lejos de encender las alarmas, estos cambios parecen tener una explicación que desarma cualquier teoría apocalíptica sobre el futuro de este recurso.
Luis Icochea señala que, si bien la reducción en la talla de una especie puede ser un signo de alarma, en este caso la explicación para que el tamaño de la anchoveta se haya reducido está dentro de lo previsible. “Cuando está el recurso virgen siempre va a tener un promedio más alto. Ha sucedido con la merluza, el jurel y la pota. Lo comienzas a explotarla y se va a reducir”, explica.
Aunque en los resultados de una reciente evaluación del Instituto del Mar del Perú (IMARPE) se observa que la biomasa es menor al promedio que solía registrarse, la explicación a estos inusuales números se encuentra en un cambio en la distribución del recurso que fue provocado por las anomalías en la temperatura superficial del mar. Este escenario provocó que la anchoveta profundice a más de ciento cincuenta metros y sea imposible que el IMARPE la pueda estimar en sus evaluaciones.
Para el especialista en oceanografía pesquera, no existen motivos para alegar que existiría sobrepesca en este momento y agrega que “si de una especie se pueden extraer dos, cuatro o cinco millones de toneladas durante años, eso significa que esa especie está bien. Si se sigue extrayendo, eso quiere decir que el recurso no está perjudicado”.
A esto se le suma que Perú ha dispuesto una serie de regulaciones enfocadas en evitar una pesca sin control que ponga en riesgo la sostenibilidad del recurso. Un ejemplo de estas regulaciones en que sólo se puede pescar hasta el 35% de la biomasa que representa el volumen de peses de una misma especie.
Además, entre los factores que impactan en las nuevas tallas que alcanza la anchoveta, según explica Icochea, están las condiciones cálidas. “Lo que más afecta es que vienen por corrientes y hay un alimento distinto al que la anchoveta prefiere. Eso la obliga a la anchoveta a migrar e impacta en su crecimiento”, señaló en declaraciones a Sudaca.
CAMBIOS EN TIERRA
Pero no sólo la anchoveta ha mostrado cambios. En tierra, las autoridades responsables también parecen entender que es momento de adaptarse a una nueva realidad y evitar que las regulaciones se conviertan en un obstáculo para la actividad pesquera. Esta situación es la que ocurre en Chile, donde no existe la talla mínima de captura de doce centímetros para la anchoveta debido a que estudios recientes les indicaron que esta especie alcanza la madurez sexual desde los 10 o 10.5 centímetros.
Por ello, Luis Icochea coincide con la necesidad de cambios en las regulaciones vigentes en Perú para que se saque un mayor beneficio y señala lo siguiente: “¿Qué pasa si no hay anchoveta fuera de las cinco millas? Ese stock lo está pescando en Chile. Nosotros no lo aprovechamos como es debido”.
En los informes científicos realizados por el IMARPE durante la última década previo al inicio de las temporadas de pesca, el porcentaje de tallas menores a los doce centímetros ha registrado un aumento sostenido que en el año 2023 registró uno de sus números más altos con un 82%.
“Si ves que el 90% es menor de doce centímetros, es imposible que vayas a pescar y encuentres un ochenta o noventa por ciento de anchoveta grande. Tiene que haber un poco de coherencia”, cuestiona el docente universitario sobre las restricciones actuales para la pesca de anchoveta.
Ante el escenario actual, Luis Icochea considera que hay factores indispensables al momento de establecer las cuotas de pesca. “Lo importante es dar la cuota con un porcentaje de adecuado de especímenes menores a la talla mínima permitida. Ojo que no es juvenil , porque menores de doce no significa que sea juvenil. Hay anchovetas que alcanzan su adultez a los diez u once centímetros”, comenta.
En un contexto crítico para la pesca peruana en regiones como el sur, la anchoveta representa una oportunidad que podría generar innumerables puestos de trabajo para diferentes sectores. Por ello, mantener regulaciones que dejan de lado la evidencia científica, que hasta ahora ha sido contundente, podría condenar al sector pesquero a una catástrofe histórica.