Hubo corrupción en algunos tramos de la negociación con ambos burgomaestres, eso está probado, pero a la fecha, las empresas titulares de dichos actos (Odebrecht y OAS) ya no manejan las concesiones, sino Vinci Higways (Lima Expresa) y el fondo Brookfield (Rutas de Lima), dos empresas de alto nivel competitivo y seriedad gerencial. Son operadores de talla mundial que están desplegando, además, aún una agenda pendiente de inversiones adicionales en ambos proyectos. Y el manejo técnico de las operaciones no esconde beneficios turbios obtenidos por los arreglos no santos de los exalcaldes.
López Aliaga tiene mucho por desarrollar en Lima y va a requerir convocar inversionistas privados para lograr realizar sus metas. Con el diálogo, incluidos los actuales concesionarios, puede lograr mucho. Si empieza con un mal paso antiempresarial e irrespetuoso de los contratos, su gestión, en esa perspectiva, va encaminada al fracaso.