Pie Derecho

¿A dónde irá el vizcarrismo?

“Lo más probable es que esos votos se desplacen hacia alguna candidatura de izquierda o hacia un nuevo emergente antisistema, si es que aparece a tiempo”
[PIE DERECHO] Si, como todo lo hace suponer, esta semana sentencian a Martín Vizcarra a la cárcel, el tablero electoral volverá a moverse con la brusquedad de siempre. Y no por el hecho judicial en sí —que cada quien juzgará según su prisma— sino por el inevitable reacomodo político que generará la caída del caudillo más exitoso del “antiestablishment” peruano reciente. Vizcarra no podrá seguir endosando sus votos a favor de su hermano, el soso Mario, cuya candidatura nunca despegó porque pretendió heredar un carisma prestado que jamás le perteneció. Sin el ala protectora de Martín, Mario queda suspendido en el aire.

La pregunta, entonces, es obvia: ¿adónde irán a parar los votos del vizcarrismo? No hablamos de una corriente menor. Vizcarra, guste o no, ha logrado mantenerse como una fuerza electoral significativa, alimentada por un electorado desafecto, resentido con la clase política tradicional y convencido de que el expresidente encarnaba una suerte de “venganza” contra el sistema. Ese bolsón de votos no va a migrar hacia López Aliaga, ni hacia Keiko Fujimori, ni hacia Carlos Álvarez. Todos ellos, de un modo u otro, representan el statu quo que Vizcarra combatió. Son, además, enemigos declarados o adversarios naturales de su narrativa.

Lo más probable —y aquí conviene no engañarse— es que esos votos se desplacen hacia alguna candidatura de izquierda o hacia un nuevo emergente antisistema, si es que aparece a tiempo. Porque el vizcarrismo no es de izquierda por convicción; es de izquierda por rabia. Es el voto de la decepción, del castigo, del “que se vayan todos”. Y ese sentimiento suele buscar refugio en opciones que prometen ruptura, no continuidad.

Paradójicamente, este corrimiento podría equilibrar el endose que la derecha ha comenzado a recibir gracias a la vacancia de Dina Boluarte y al sorprendente nivel de aprobación del presidente José Jerí. Si la derecha crece por el lado institucional, la izquierda podría fortalecerse por el lado emocional. Y el país, otra vez, quedaría partido entre dos pulsiones: la demanda de orden y la tentación del castigo. Un equilibrio inestable, pero muy peruano.

La del estribo: algunas recomendaciones cinéfilas: Frankenstein, de Guillermo del Toro; Drácula, de Luc Besson; En la mano de Dante, de Julian Schnabel; y Sirat, de Oliver Laxe (candidata al Oscar como mejor película extranjera). La primera en Netflix, las demás en su proveedor favorito.

 

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