Pie Derecho

La calma del pantano

“El 2026 será, si nada cambia, el momento del desfogue. Pero no será un voto esperanzado, sino colérico, castigador, revanchista”

[PIE DERECHO] La relativa paz social que experimenta el Perú, celebrada por algunos como muestra de estabilidad, no es sino un engañoso espejismo, un remanso cenagoso que oculta la podredumbre del fondo. Dina Boluarte ha logrado sostenerse, no por mérito propio, sino gracias a una coalición tácita de intereses que ven en su pasividad una garantía de impunidad, negocios y statu quo. Pero esta tranquilidad no es serenidad democrática: es anestesia, resignación, o peor aún, parálisis del alma colectiva.

La clase política, corroída hasta la médula, ha hecho de la inercia una estrategia de supervivencia. Y los ciudadanos, exhaustos tras años de sobresaltos, se han refugiado en la desconfianza, convertida ya en filosofía nacional. Nadie espera nada de nadie. ¿Cómo extrañarse, entonces, que el pueblo no grite si sabe que no será escuchado?

Pero este mutismo social no debe confundirse con paz verdadera. Es, más bien, una tregua silenciosa, un compás de espera. Porque el malestar —ese magma ardiente de frustraciones, humillaciones y desprecios— no ha desaparecido. Al contrario: se acumula, se espesa, se recalienta. Y encontrará inevitablemente una salida. No será en las calles, que hoy parecen domadas, sino en las urnas, que aún conservan la ilusión de poder.

El 2026 será, si nada cambia, el momento del desfogue. Pero no será un voto esperanzado, sino colérico, castigador, revanchista. Un voto que no elegirá, sino que repudiará. Y en ese abismo antisistema es donde anidan los populismos, los autoritarismos, los mesianismos de izquierda y derecha que prometen demoler para comenzar de nuevo. No por convicción democrática, sino por hartazgo.

La calma del Perú es hoy la antesala de su próxima tormenta. Los responsables de esta catástrofe incubada no están en las plazas, sino en los palacios. Y cuando la historia les pase la factura, será demasiado tarde para redimirse.

 

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