Si hubiera una baraja de un candidato potente de derecha y uno o dos de centro, lo más probable es que la segunda vuelta, como correspondería a un país que, según todas las encuestas, es mayoritariamente centroderechista, se defina entre ellos, asegurando así que la incertidumbre amaine y que la comunidad inversora y el país de a pie vean con cierta esperanza de que podemos volver a llevar al Perú al redil de la sensatez.
Que la izquierda vuelva a hacerse del poder sería una tragedia nacional. Perderíamos el país, en materia de lo avanzado en reformas económicas y afianzamiento de la democracia. Nos descarrilaríamos al son de los vientos políticos que lamentablemente soplan en la región.