Juan Carlos Tafur

¿Luz al final del túnel?

“Hay mucho trabajo político por hacer para lograr que una eventual salida de Castillo de Palacio (noticia positiva desde donde se le mire) no derive en algo peor”

La agitación creciente de ciertos colectivos nuevos, el despojo del protagonismo de las marchas a la derecha ultra, y a la vez la complicación judicial del presidente con la decisión del fiscal Pablo Sánchez de abrirle investigación, abren una rendija de esperanza de que, de repente, es posible o cabe pensar en que el Congreso reaccione a uno, otro, o ambos eventos, y termine por hacer lo que la racionalidad manda: vacar a Castillo e inhabilitar a Boluarte, o recortar el mandato y convocar a elecciones generales.

No es un camino fácil, sin embargo. El Parlamento, lamentablemente, está cooptado en número suficiente por el Ejecutivo, con buenas y malas artes, y ello torna complicado que se logren los votos para una u otra alternativa (87 es casi imposible, 66 es difícil, pero no inviable).

Según la última encuesta del IEP, el 67% del país (en abril era el 61%) estima que debe haber elecciones generales y elegir nuevo presidente y nuevos congresistas. En Ipsos, con más variables de respuestas, la mayoría, el 39%, estima lo mismo, pero un 42% estaría de acuerdo con la vacancia y un 17% lo pensaría y podría estar de acuerdo.

Crece, pues, en la opinión pública el desasosiego por un gobierno ya no solo incompetente sino reiterativo en el error y el gazapo (véase el nombramiento del nuevo titular de Agricultura). Se espera que ello cale en el alma ciudadana y la calle empiece a movilizarse con mayor contundencia, de modo de poder incidir en los amodorrados parlamentarios.

 

Que no se cante victoria, sin embargo, respecto de que si algo así ocurriese, el Perú estaría presto a encontrar la vuelta a la normalidad y la salida de la crisis tremenda en la que nos ha embarcado Castillo. La desagregación terrible del centro y la derecha y la manutención de las condiciones sociales para que aparezca un disruptivo antiestablishment, no nos aseguran que si hay nuevas elecciones no vuelva a aparecer otro Castillo o alguien aún más desestabilizador.

Hay mucho trabajo político por hacer para lograr que una eventual salida de Castillo de Palacio (noticia positiva desde donde se le mire) no derive en algo peor. Como están dadas las correlaciones en el centro y la derecha, si se prolonga ese estado de cosas hasta el día que haya elecciones generales, le habrán servido en bandeja de plata el triunfo a un nuevo antisistema que quizás podría ser peor que el actual. Falta mucho pan por rebanar como para celebrar tan anticipadamente.

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