Juan Carlos Tafur

El desastre de Dina Boluarte

“Después de escuchar las barbaridades que la primera vicepresidenta ha soltado en un evento político empresarial como el de Davos, no queda duda alguna que la salida es que se vayan Castillo y Boluarte”

Muchos analistas especulaban respecto de que si se produjera la vacancia de Castillo, era suficiente con que se quedara Dina Boluarte y que con ella se garantizaba un giro al centro que podría contentar a la sociedad civil y tranquilizar a los congresistas que temen un recorte del mandato porque tendrían que irse a sus casas y perder todas sus gollerías.

Pero después de escuchar las barbaridades antiempresariales que la primera vicepresidenta ha soltado, justamente, en un evento político empresarial como el de Davos, no queda duda alguna que la salida es que se vayan Castillo y Boluarte, ambos, sin distingo alguno. Pecan del mismo pie, son anti inversión privada y creen que la retórica vacía de la izquierda es una palanca de desarrollo en un país semicapitalista como el Perú.

Los congresistas no oficialistas tienen que entender que este gobierno nos va a llevar al colapso económico y al desastre institucional. Una manga de improvisados está tomando por asalto el Estado y va dejarnos en herencia un sector público deteriorado, que va tomar años recuperar.

La salida no es la vacancia presidencial exclusiva de Castillo, salvo que previamente prospere la inhabilitación constitucional de Dina Boluarte y de esa manera una vacancia presidencial dé pie a una sucesión congresal y a convocatoria a elecciones generales.

La incompetencia suprema y los indicios cada vez más serios de corrupción en el entorno presidencial, confirman que hemos caído en manos de una banda, desorganizada, pero banda de pillos que solo ha querido llegar al Estado para robar a manos llenas. Y que las políticas públicas, los cambios institucionales, la propia Constituyente, les importa un pepino.

La calle se está calentando, pero existe el justificado temor de que aún si eso ocurriese no habría en el Congreso consciencia de lo que correspondería hacer en ese caso. Por eso hay que decirlo en voz alta y clara: tienen que irse Castillo y Boluarte y llamar a elecciones generales adelantadas. Es la única salida de esta crisis.

Ya entonces habrá que tornar imperativa la conjunción de fuerzas tanto del centro como de la derecha para evitar que la dispersión ocasione que nuevamente un disruptivo aparezca en escena y entre al albur de la lotería que es en el país la segunda vuelta electoral, pero primero lo primero, como es asegurarse el camino del final del horror que supone este malhadado gobierno.

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