Toda la meritocracia estatal se está yendo al tacho, los servicios públicos ya están colapsando, las reformas principales de los últimos años se están destruyendo, las reformas políticas urgentes y necesarias, no se harán, el clientelismo político corrupto con autoridades regionales, locales y congresales, está pervirtiendo la representación democrática. Es una tragedia la que estamos viviendo, que no se puede soslayar por el simple hecho de que Castillo no va a expropiar nada o no va a cambiar el rumbo principal del orden macroeconómico.