La fórmula ganadora estuvo respaldada por Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Perú Libre, Acción Popular y el propio grupo de Jerí, una coalición que unió a bancadas tradicionalmente enfrentadas, consolidando una mayoría capaz de controlar la conducción parlamentaria. Junto al nuevo presidente del Legislativo fueron elegidos Fernando Rospigliosi (Fuerza Popular) como primer vicepresidente, Waldemar Cerrón (Perú Libre) como segundo vicepresidente e Ilich López (Acción Popular) como tercer vicepresidente.
La elección no estuvo exenta de críticas. José Jerí enfrenta una denuncia por presunta violación sexual, una investigación por enriquecimiento ilícito y cuestionamientos por haber cobrado sesiones sin sustento cuando presidía la Comisión de Presupuesto. Pese a ello, la Comisión de Ética del Congreso decidió no abrir una investigación preliminar en su contra, lo que fue interpretado por diversos sectores como un acto de blindaje. Esta decisión fue tomada con el apoyo de congresistas de las mismas bancadas que hoy integran la Mesa Directiva.
El triunfo de Jerí se produjo sin que su lista presentara una propuesta legislativa clara o un discurso de fondo sobre el futuro del Parlamento. La elección se centró en la negociación de respaldos internos más que en compromisos frente a la ciudadanía. En contraste, la lista encabezada por Cueto, respaldada por Honor y Democracia y Podemos Perú, había prometido una gestión sin “blindajes” y con énfasis en el control político y la reforma de la bicameralidad, pero no logró los votos suficientes.
La nueva Mesa inicia funciones en un contexto de profunda desconfianza hacia el Congreso. Con una desaprobación sostenida en las encuestas, la ciudadanía reclama una conducción más ética, transparente y conectada con sus demandas. Sin embargo, la elección del sábado fue leída por analistas y medios como una señal de continuidad, más que de cambio. Se renovaron los nombres, pero no necesariamente las prácticas.
El Congreso comienza una nueva legislatura con el reto de recuperar su legitimidad. La elección de Jerí y su equipo, lejos de calmar las aguas, plantea más preguntas que respuestas. En un Parlamento que ha perdido credibilidad, esta nueva conducción deberá demostrar que está dispuesta a gobernar más allá de las cuotas partidarias y los acuerdos de conveniencia. Si no lo hace, corre el riesgo de profundizar aún más el distanciamiento entre la representación política y la ciudadanía.