[INFORME] Este lunes 29 de julio, la Gran Parada y Desfile Cívico-Militar volverá a tomar el centro de atención en la capital con motivo del 204 aniversario de la independencia del Perú. La ceremonia, organizada por el Ministerio de Defensa, se llevará a cabo en la avenida Brasil, en el tramo comprendido entre las avenidas 28 de Julio y Javier Prado. Se espera la participación de miles de efectivos de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, delegaciones civiles y escolares, además de autoridades del Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Como ya es tradición, el evento será encabezado por la presidenta de la República, Dina Boluarte, acompañada por miembros de su gabinete y altos mandos militares. El desfile arrancará a partir de las 9:00 a.m. y se prevé que se extienda hasta el mediodía. A lo largo de la avenida se han instalado tribunas y zonas especiales de seguridad que albergarán a más de 18 mil personas, entre asistentes e invitados.
Pero mientras el país se alista para presenciar uno de los actos más representativos del calendario patrio, los vecinos de Jesús María, Breña, Pueblo Libre y zonas aledañas ya sienten los efectos colaterales de esta celebración. Desde el 15 de julio, las vías auxiliares de la avenida Brasil han sido cerradas parcialmente para permitir el armado de estructuras, torres de vigilancia, pantallas y graderías. El cierre total de la avenida se ejecutará desde las 00:00 horas del lunes 29 de julio, y se mantendrá hasta la tarde, una vez culminadas las labores de desmontaje y limpieza.
La Municipalidad de Lima ha anunciado un plan de desvíos que permitirá a los vehículos circular por rutas alternas. En dirección norte a sur, los conductores deberán tomar avenidas como Alfonso Ugarte, Venezuela, Tingo María, San Martín, Sucre e Independencia. En sentido contrario, las rutas sugeridas incluyen Salaverry, Ejército, Washington y Uruguay. Sin embargo, en la práctica, el flujo vehicular ya ha comenzado a resentirse.
En los últimos días, se han registrado serios embotellamientos en varias de estas vías alternas, especialmente en horas punta. Conductores que transitan por la zona han señalado que el tráfico ha empeorado y que, en algunos tramos, el avance es de apenas una cuadra cada diez o quince minutos. “Esto pasa todos los años, pero esta vez ni siquiera han señalizado bien. Uno se entera del cierre cuando ya está atrapado en el tráfico”, comentó Manuel Villalobos, taxista de Jesús María.
Los vecinos también han expresado su malestar. Algunos aseguran que no han recibido información clara ni con la anticipación suficiente para reorganizar su movilidad. “Yo tengo que llevar a mi mamá a su tratamiento médico el lunes temprano, pero con la avenida cerrada y los desvíos, no sé cómo vamos a llegar. No todos pueden caminar diez cuadras para cruzar”, dijo Rosa Fernández, residente de la cuadra 20 de Brasil.
El impacto también alcanza al comercio local. Tiendas, panaderías, farmacias y pequeños negocios han reportado una baja en sus ventas en las últimas dos semanas. Varios proveedores han tenido que cambiar sus horarios de reparto o evitar del todo ingresar a la zona. “La gente no pasa como antes, y muchos se van por otras avenidas. A nosotros sí nos afecta”, señaló la encargada de una bodega en Pueblo Libre.
Desde la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) también se ha informado que varias rutas de transporte público modificarán su recorrido durante el 29 de julio. El corredor morado (ruta 404) y el servicio AeroDirecto Sur desviarán su trayecto por avenidas como Bolívar, Sucre, Salaverry y Paseo de la República, afectando a cientos de usuarios que deberán buscar paraderos alternos. La ATU ha pedido a los pasajeros planificar con anticipación sus desplazamientos y tomar previsiones ante el cierre completo de la vía.
A pesar de las críticas, desde el municipio y el Ejecutivo defienden la organización del desfile como un acto simbólico que fortalece la identidad nacional. “Entendemos las molestias, pero este evento tiene un valor institucional muy importante. Hay un despliegue técnico y logístico enorme para que se desarrolle con orden y seguridad”, indicó Arnaldo Armas, gerente de Movilidad Urbana de la Municipalidad de Lima.
Sin embargo, especialistas en gestión urbana han advertido que la ciudad no puede seguir repitiendo el mismo esquema todos los años sin mejoras reales en planificación. “No se trata de impedir la Parada Militar, sino de asumirla con responsabilidad urbana. Si sabemos que habrá un cierre prolongado, entonces hay que informar mejor, coordinar con el transporte público, señalizar con tiempo y evitar improvisaciones”, afirmó Luis Carpio, urbanista consultado por medios locales.
El desfile del 29 de julio será transmitido en vivo por los principales canales de televisión y contará con una importante cobertura mediática. Para muchos, será una oportunidad para celebrar la historia del país y reconocer la labor de las Fuerzas Armadas. Pero para otros, será también una nueva jornada de rutas cerradas, embotellamientos interminables y una ciudad colapsada por falta de previsión.
Lo cierto es que la Gran Parada Militar se ha convertido no solo en un símbolo patrio, sino en una prueba de fuego para la capacidad de organización de las autoridades locales. Si este año no se toman medidas efectivas para mitigar el impacto urbano del evento, difícilmente cambiará la percepción de que, más que una fiesta nacional, se trata de una molestia anual que Lima simplemente debe aguantar.