[INFORME] La Municipalidad Metropolitana de Lima firmó un acuerdo con Caltrain para recibir, sin costo, una flota ferroviaria que ya había sido retirada del servicio en Estados Unidos. A la fecha, han llegado 43 coches y 11 locomotoras, y estaba prevista una segunda entrega. Sin embargo, a fines de mayo de 2025, la empresa notificó que tres vagones y una locomotora no serían enviadas por presentar fallas irremediables. La Municipalidad formalizó la reducción sin mayores explicaciones y actualizó el valor de la donación, restando casi cinco millones de dólares a la cifra inicial.
Pero más allá del recorte, lo que más ha llamado la atención son los cuestionamientos técnicos. Un informe de la Contraloría advirtió discrepancias en los documentos de mantenimiento: mientras los registros de Caltrain indican que algunos vagones no reciben overhaul desde el año 2002, la MML asegura que estos trabajos se hicieron en 2020. Esta contradicción es grave, ya que pone en duda el estado real de las unidades que se planean poner a circular en una de las rutas más transitadas de Lima.
Durante una inspección en la estación Monserrate, la Contraloría también verificó que las locomotoras no fueron encendidas ni sometidas a pruebas básicas, lo que impidió determinar si están operativas. El propio vicecontralor Marco Argandoña confirmó que la documentación entregada es insuficiente y que el equipo de control realizará una nueva revisión más exhaustiva en el puerto del Callao.
El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha sido firme al afirmar que este tren no puede operar. Según el ministro César Sandoval, no se ha presentado ningún estudio técnico, ni se ha acondicionado la vía para el servicio de pasajeros. “No hay doble vía, no hay señalización, no hay sistema de seguridad. No se puede permitir una marcha blanca en esas condiciones. Sería jugar con la vida de los ciudadanos”, declaró recientemente.
El alcalde López Aliaga ha respondido con dureza. En diversos medios ha acusado al MTC de boicotear el proyecto y de querer “robarse” las piezas del tren. Incluso envió una carta a la presidenta Dina Boluarte solicitando la destitución del ministro. Por su parte, Sandoval ha anunciado una demanda por calumnia, argumentando que el alcalde está mintiendo deliberadamente para victimizarse políticamente.
En medio del enfrentamiento, la Municipalidad se retiró momentáneamente de la mesa técnica conformada con el MTC, la Contraloría, la ATU y otros entes, aunque días después accedió a reincorporarse. La tensión, sin embargo, no ha bajado.
Para el ingeniero en transporte y exasesor del MTC, Luis Quispe Candia, “el problema no es solo si los trenes están operativos o no. Es que no hay una planificación real. No puedes anunciar un servicio de pasajeros en una vía que no está diseñada para eso, y con equipos que no tienen garantía técnica. Este proyecto está siendo manejado de manera improvisada y con claros fines políticos”.
Además de los aspectos técnicos, también hay cuestionamientos sobre el valor declarado de la donación. La SUNAT detectó que la Municipalidad de Lima registró los bienes por más de 822 millones de soles, una cifra 16 veces superior a su valor real en el mercado, lo que ha generado sospechas de inflación patrimonial con fines contables o de imagen.
A estas alturas, el tren Lima–Chosica parece más una promesa propagandística que un proyecto de transporte viable. Los vagones siguen almacenados, los estudios siguen pendientes y la ciudad continúa atrapada en su caos habitual. La ciudadanía, expectante, observa cómo una iniciativa que pudo tener potencial, hoy está empantanada entre la falta de transparencia, la carencia de planificación y un enfrentamiento político que ha desplazado por completo el interés público.