[INFORME] Este nuevo capítulo sobre el funcionario de la Municipalidad de Lima que exigía a las trabajadoras a su cargo que le entreguen parte de sus salarios revela en exclusiva el contenido de las llamadas de este coordinador en las que brinda detalles sobre lo que ha estado ocurriendo en la Subgerencia de Desarrollo Social.
En los pasillos de la Municipalidad de Lima no se están viviendo precisamente tiempos de estabilidad. Tal como dio a conocer Sudaca en el informe titulado MOCHASUELDOS MUNICIPAL, el caso de Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro ha sacado a la luz la presencia de un funcionario que estuvo llevando a cabo una extraña forma de manejar el presupuesto que tenía bajo su responsabilidad y le reclamaba a trabajadoras mujeres, incluso de forma intimidante, una parte y hasta la totalidad de su salario.
En el informe periodístico presentado anteriormente, este medio dio a conocer algunos de los testimonios de las trabajadoras a quienes De La Torre Alfaro les exigió realizarle depósitos mensuales con parte de sus ingresos. En esta oportunidad, Sudaca accedió a dos llamadas entre el funcionario municipal y algunas de estas trabajadoras en las que detalla la peculiar forma de proceder del coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social.
ASÍ SE MANEJAN EL PRESUPUESTO
Durante los últimos meses, la situación económica de la Municipalidad de Lima ha estado bajo la mirada pública en más de una oportunidad. Las alarmas por endeudamiento y los gastos avalados por el alcalde López Aliaga en conciertos y contratos a gente cercana han llevado a que la desconfianza vaya en aumento.
La situación que involucra a este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social no ayuda a calmar estas preocupaciones y, por el contrario, ha terminado exponiendo la falta de rigurosidad en el manejo del presupuesto que tienen a su responsabilidad y las extrañas situaciones que han estado ocurriendo, por lo menos, desde el año pasado.
La siguiente imagen corresponde al extracto de una llamada entre Giancarlos Edwin De La Torre Alfaro y una de las trabajadoras a las que este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social le exigía constantemente que le deposite diversos montos. En esta conversación telefónica, Jessica Hurtado explica la situación de la trabajadora Paola Castillo.
Según relata Hurtado, el funcionario municipal le había exigido a Castillo la totalidad de uno de los pagos que iba a recibir con la excusa que estaba recibiendo un monto superior al que le correspondía. Sin embargo, al consultar con otros trabajadores, a Castillo se le informa que el dinero que se le iba a pagar era el que le correspondía y, por lo tanto, no había una justificación para que le entregue a De La Torre su primer sueldo.
En esta llamada De La Torre admite que su accionar con diversas trabajadoras pidiéndoles diferentes sumas de dinero se encontraba bajo la lupa. “Ahí están jodidas”, le indica el coordinador a Hurtado sobre la situación de estas trabajadoras antes de agregar que él salva “a gente de confianza”.
LA HISTORIA DE SU ALIADA
En otra parte de la conversación, Giancarlos De La Torre se refiere a una involucrada a la cual se ha mencionado en más de un testimonio como la persona a quien le tenían que depositar el dinero que les solicitaba. “Jamás digo conmigo, siempre es con un externo”, dice De La Torre a lo que Hurtado responde “tú hacías que los depósitos vayan a Neryo, no sé quién será Neryo”.
La persona mencionada por Hurtado sería Nohema Anel Nerio Moreno y, según el portal de proveedores del Estado, se trataría de otra persona que ha trabajado para la Municipalidad de Lima acorde a las órdenes de servicio, que corresponden al año pasado y al presente, por el concepto de “empadronamiento de hogares”.
Junto con las versiones de las trabajadoras involucradas en este caso se ha podido encontrar, como pruebas, los comprobantes de diversas transferencias bancarias por montos que van desde los ciento cincuenta hasta los ochocientos soles y tienen como destino la cuenta de Nerio Moreno en el banco BCP.
LO “NORMAL”
En el desarrollo de la llamada con Hurtado, el funcionario municipal reconoce que solicitarle diferentes sumas de dinero a las personas que están a su cargo, en este caso bajo la excusa de comprar canastas y otros materiales para los eventos públicos a su cargo, son parte de “algo normal” y “se da en cualquier lado”.
Otra de las llamadas grabadas fue con Paola Castillo. Durante el diálogo del funcionario municipal y Castillo Broncano quedó registrada la declaración de De La Torre indicaba que las órdenes de servicio emitidas por su área eran por montos superiores a los que correspondía que se paguen.
Si no había nada ilícito en estas transacciones y hasta el interés de Giancarlos De La Torre era ayudar, como incluso lo da a entender el propio coordinador al ser cuestionado por una de las trabajadoras, ¿cuál era la necesidad de pedir que los depósitos de hagan a la cuenta bancaria de otra persona en lugar de ser el propio De La Torre quien reciba el dinero?, ¿por qué las canastas entregadas en los eventos oficiales no estaban dentro del presupuesto y tenía que pedir dinero a sus trabajadoras? y ¿por qué algunas de las conversaciones que tenía con estas trabajadoras las planeaba en un estacionamiento en lugar de las oficinas?
Este tipo de interrogantes podrían haber tenido algún tipo de respuesta de no ser porque, como reconoce la propia Municipalidad de Lima, De La Torre Alfaro simplemente salió del cargo que ocupaba sin brindar ningún alegato de defensa ante estas serias acusaciones en su contra.
En tiempos de fuertes cuestionamientos a la Municipalidad de Lima por el manejo del dinero que tienen bajo su responsabilidad, el caso de este coordinador de la Subgerencia de Desarrollo Social sólo fomenta la desconfianza hacia la gestión actual y genera una duda razonable sobre la idoneidad de la gente elegida para manejar dinero público.