Viviana Rodríguez

La alimentación de los niños condiciona su presente y su futuro

“El consumo de estas leches ha ido incrementándose en los últimos años para lograr cubrir los requerimientos nutricionales de los niños en cuanto a ácidos grasos saludables, vitaminas y minerales como el hierro. No obstante, su consumo es preocupante debido a que pueden conllevar a obesidad infantil, caries dental, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo 2”

En los países de renta media y renta baja, los fabricantes de alimentos para infantes y lactantes les añaden azúcares en cantidades inversamente proporcionales a las que les agregan los productores de alimentos en los países de renta alta.

De esa forma, desde la primera infancia los patrones de alimentación de los niños ricos se diferencian de manera significativa de los patrones de los niños pobres, estableciéndose una diferencia notable entre la dieta presente y la futura.

Por esa razón, cuando uno se pregunta en qué momento se originó la gordura de nuestros hijos, primero, y la obesidad, después, solamente tenemos que detenernos a leer en la letra pequeña del envase cuánta azúcar contiene cada porción del producto que le servimos a nuestros niños.

Según los nutricionistas, tanto los alimentos que consumen los niños de los países pobres como los que consumen los niños que se acostumbran a la ingesta de golosinas poco a poco, van minando el organismo y condicionando su futuro.

Hace unos meses, las organizaciones Public Eye y Red Internacional de Acción sobre Alimentación Infantil (IBFAN) publicaron los hallazgos de un estudio que subraya una discrepancia preocupante en las prácticas de Nestlé, la corporación de alimentos más grande del mundo, cuyo valor se estima actualmente en 265, 570 millones de dólares.

Según el diario británico The Guardian, la investigación que envió muestras de alimentos para bebés de Asia, África y América Latina a un laboratorio belga, examinó 150 productos vendidos por Nestlé en naciones de ingresos bajos y medios. Los productos analizados incluyen las marcas más vendidas del mundo: Nido y Cerelac.

Los resultados arrojaron que casi todos los alimentos en base a trigo vendido por Nestlé en esas regiones  -destinados a infantes a partir de los seis meses de edad-, contenían azúcar añadido equivalente a un promedio de 4 gramos por porción, más o menos un cubo de azúcar.

El volumen más alto de azúcar añadido en un producto fue de 7,3 gramos por porción, detectado en Filipinas; seguido de 6,8 gramos en Nigeria, y 5,9 gramos en Senegal. Además, en 7 de los 15 países más pobres del mundo, no se declaró en las etiquetas que en el alimento se había añadido azúcar.

Viviana Rodriguez
Cerelac y Nido figuran entre las marcas de alimentos infantiles más vendidas de Nestlé en los países de renta baja y media y también son las que contienen más azúcar en sus fórmulas. 

La estrategia que usa Nestlé para engañar al consumidor promedio es el marketing de influencia según identifica el informe, donde Nestlé emplea a “influencers mamás” y especialistas de la salud en asociaciones pagadas que “engañan” para captar a los padres de familia.

“Encontrarás en línea a nutricionistas de redes sociales, pediatras, doctores, que promocionan los productos de Nestlé, NIDO y Cerelac como saludables para los niños, bueno para su inmunidad, bueno para su desarrollo cerebral”, dijo Gaberell.

A pesar de las preocupaciones planteadas, Nestlé afirma que ha reducido la cantidad de azúcar añadido en su cartera mundial de cereales infantiles en un 11% durante la última década, argumentando que las “pequeñas variaciones en las recetas” de sus productos Nido y Cerelac se deben a regulaciones y disponibilidad de ingredientes locales.

Sin embargo, los detalles específicos del informe, como los 6 gramos de azúcar añadido por porción encontrados en cereales sabor a galleta en Senegal y Sudáfrica, o los más de 2,7 gramos por porción en productos de Cerelac vendidos en la India, subrayan la discrepancia con prácticas en Suiza, donde producto similares no contienen azúcares añadidos. Esta “doble norma”, como la califica Dr. Nigel Rollins, oficial médico de la OMS, “no puede justificarse” frente a las evidentes consecuencias para la salud pública global.

El consumo de estas leches ha ido incrementándose en los últimos años para lograr cubrir los requerimientos nutricionales de los niños en cuanto a ácidos grasos saludables, vitaminas y minerales como el hierro. No obstante, su consumo es preocupante debido a que pueden conllevar a obesidad infantil, caries dental, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares (por ejemplo: hipertensión e hipercolesterolemia) y diabetes mellitus tipo 2. Asimismo, el consumo de dichas fórmulas puede dificultar la adquisición de hábitos saludables, debido a una mayor preferencia por consumir alimentos dulces.

Las consecuencias anteriormente descritas se deben a su alto contenido de azúcares, los cuales los podemos encontrar bajo otras denominaciones como fructosa, sacarosa, maltodextrina, jarabe de glucosa, entre otros. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de azúcar total al día no debe exceder el 10% de las calorías diarias, sin embargo, muchas de estas leches exceden este límite. Esto se debe a que dichas fórmulas contienen 6 g de azúcar por cada 100 ml de preparado en promedio.

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Cerelac, Nestlé, Nido

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