Pie Derecho

Desmadre en el Ministerio Público

“Es un deber patriótico recuperar el Ministerio Público. Entonces, y solo entonces, podremos buscar un estado de derecho digno del nombre”

No voy a comentar sobre el enfrentamiento entre la Junta Nacional de Justicia y el actual Ministerio Público en cuanto a la reincorporación de la fiscal Patricia Benavides, debido a que es un asunto que está fuera de mi competencia de análisis jurídico y porque, además, me encuentro abusivamente involucrado en una investigación contra una de las partes Pero de lo que sí puedo hablar con certeza es de la desastrosa condición de la institución.

En cualquier país civilizado, no puede ser que la entidad que supuestamente defiende la legalidad, respeta el debido proceso y defiende los intereses de la sociedad, como es el caso en el Perú, se haya convertido en una máquina de persecución, manipulación y chantaje. El Ministerio Público, que alguna vez fue el símbolo de la justicia republicana, ha devenido en un sistema opaco y mezquino de intereses ulteriores y lacayos mediáticos cuyo trabajo principal no es investigar adecuadamente, sino destruir al enemigo.

Las filtraciones de los expedientes de la fiscalía, las declaraciones hechas sobre la base del pánico y las amenazas, las narrativas elaboradas para el fiscal de turno, donde los aspirantes a ser colaboradores eficaces son presionados, amenazados o sobornados con indulgencias sin precedentes para decir lo que encaja en el guion, son moneda común. ¿El resultado? Un país entero convertido en un tribunal-espectáculo, donde la prensa juzga antes que los jueces, y los fiscales actúan más bien como vedettes.

La distorsión del Ministerio Público alcanza dimensiones grotescas. No se investiga hechos mediante diligencia técnica, sino a través de cálculos políticos. No se imparte justicia; se burlan de ella. La institución necesita desesperadamente una reestructuración profunda de arriba a abajo. No puede haber una democracia que funcione cuando la entidad acusadora es una fuerza paramilitar de lo nefasto.

Es un deber patriótico recuperar el Ministerio Público. Entonces, y solo entonces, podremos buscar un estado de derecho digno del nombre, donde las leyes no sean instrumentos de guerra sino garantes de vidas civilizadas en común. Y donde la justicia no aterrorice, sino que imponga respeto.

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