Hace más de tres años, Percy Carrillo Viera denunció públicamente a la empresa Mambrino SAC por retenerle las propinas y, en ocasiones, sacar parte de esa retención de su sueldo como mesero. En ese momento trabajaba en la Trattoria di Mambrino, uno de los exclusivos restaurantes que pertenece a dicha razón social, que también es dueña de Lucio Café, Oliver y la Bodega de la Trattoria.
Al poco tiempo, Carrillo fue despedido. Y, a pesar de sus 15 años de experiencia en el rubro, le fue imposible encontrar otro restaurante que estuviera dispuesto a contratarlo. “En un local me dijeron: ‘Sabemos el problema que hay y no puedes trabajar así’. En otro, donde estuve a prueba, me señalaron: ‘Ya saben del problema que tienes y, pucha, no vas a poder seguir’”, cuenta a Sudaca. Tuvo que aferrarse a cachuelos en otro tipo de negocios.
Hace siete meses, un juzgado determinó que había sido despedido “en represalia” por sus quejas ante las autoridades laborales. El juez ordenó que sea repuesto, pero Mambrino SAC todavía no ha cumplido ese mandato. Por si fuera poco, la compañía aún vinculada a los esposos Hugo y Sandra Plevisani le ha puesto una demanda por más de S/6 millones alegando un supuesto daño de imagen.
“Es evidente que esa demanda fue interpuesta como respuesta al reclamo laboral de Percy. Se pide S/6 millones como indemnización por daños y perjuicios basándose solamente en un informe pericial de parte y nada más. Es una demanda que claramente busca disuadir a Percy de continuar luchando por sus derechos laborales”, dice Juan Diego Elías, abogado del mesero.
HISTORIA DE UN INDESEADO
Percy Carrillo empezó a trabajar en la Trattoria di Mambrino en febrero del 2018. Firmó un contrato de seis meses con el grupo Mambrino, del que hoy figuran como gerentes los reconocidos chefs Hugo y Sandra Plevisani; y como director ejecutivo, Carlos Mulanovich Pinillos, según registros de la Sunat. En agosto, el mesero volvió a firmar otro contrato hasta febrero del 2019.
Tres meses antes de que acabara ese último acuerdo, Carrillo decidió participar de un informe para el programa Beto a Saber -entonces transmitido por ATV- que indagaba en presuntos maltratos al interior de los restaurantes más exclusivos de Lima. Allí contó que sus empleadores le retenían las propinas. La Trattoria di Mambrino alegó que lo hacía para repartir entre otros trabajadores, como bartenders o cocineros, pero Carrillo sostiene que estos tienen un sueldo mayor.
Además, el mesero había firmado un documento que señala que, “en caso de que el mozo no disponga de efectivo al tiempo de liquidar su servido, podrá solicitar adelanto a cuenta de sus ingresos”. La defensa de Carrillo interpreta eso como una puerta abierta para que la retención de propinas sea pagada, en muchas ocasiones, del propio sueldo del trabajador.
Carrillo explica el mecanismo: “Ellos te cobran el 2,9% de tu venta total, recibas o no propina. Si tú tienes una mesa que te consume S/1.000 y esa mesa no te deja propina, ahí ya estás sumando S/29 que tú tienes que pagarles a ellos. Si dejaban S/20, tú mismo tenías que completarlo [con S/9]», apunta.
El 22 de noviembre de aquel 2018, Percy Carrillo presentó una queja ante la Sunafil. La inspección de la superintendencia se llevó a cabo una semana después. Carrillo estaba a la espera de las conclusiones de la autoridad laboral cuando, el 14 de diciembre, le aplicaron la suspensión perfecta por 15 días. El 4 de enero del 2019, luego de un proceso interno por supuestas faltas al código de conducta, fue despedido. Le tocaría pelear sus derechos en la vía judicial.
El 22 de enero del 2019, la Sunafil finalmente levantó un acta de infracción contra Mambrino. Los inspectores señalaron que no podían manifestarse sobre el tema de las propinas, porque no había marco legal que lo regulara, pero sí hallaron otras irregularidades. Por ejemplo, que la empresa había realizado descuentos a 45 trabajadores en setiembre, octubre y noviembre del 2018 por perder insumos de cocina o romper la cristalería y el menaje. No habían suscrito con los empleados un documento válido para hacerlo.
“Los trabajadores no pueden ni deben asumir los riesgos ni las pérdidas que sufra su empleador o la empresa para la que trabajan. En efecto, cuando se inicia una empresa son muchos los riesgos que se corren, y en caso de que la empresa sufra una pérdida, no puede hacer partícipe a sus trabajadores de ella”, se lee en el acta.
Los inspectores también encontraron que 60 trabajadores no estaban en planilla porque, según los contratos, trabajaban a medio tiempo. Pero los registros de la empresa desmentían eso: los empleados cumplían jornadas de ocho horas diarias.
La Sunafil, entonces, concluyó que dichos contratos estaban “desnaturalizados”. En otras palabras, que les correspondía firmar un documento a plazo indeterminado -y no uno de seis meses- por la naturaleza del negocio. Fue el caso de Percy Carrillo.
“Cuando uno tiene un contrato indeterminado, las causales para finalizar este vínculo están establecidas en la norma. No es que de la noche a la mañana se pueda dejar sin efecto, sino que esto tiene que estar debidamente sustentado. Pero en un contrato con plazo establecido, en cambio, se puede dar por finalizado el vínculo laboral solo teniendo en cuenta el plazo”, explica Juan Diego Elías, abogado de Carrillo Viera.
El acta de la Sunafil terminó en un proceso que sancionó a Mambrino con una multa de S/102.060 en julio del 2020. En paralelo, Percy Carrillo batallaba en los tribunales por su despido injustificado.
JUICIO GANADO Y CONTRAATAQUE ABUSIVO
El 9 de julio del 2021, un juzgado emitió una primera resolución que concluía lo mismo que había señalado Sunafil sobre los abusos de Mambrino. Pero, además, el fallo señalaba que el despido de Carrillo fue “en esencia, una represalia frente a la denuncia efectuada por el demandante” ante la autoridad laboral.
El juez estableció que Mambrino debía pagarle todos los beneficios sociales al mesero desde que empezó a trabajar con ellos y una indemnización de más de S/15.000. Además, ordenó que debían reponerlo en su puesto. La resolución fue notificada en julio del año pasado, pero hasta hoy no se ha hecho efectiva.
La excusa es el examen médico. “Ellos indican que están conversando con el laboratorio médico que tiene que evaluarme. Pero dicen que no están sacando citas ahorita. Eso es lo que me comentaron hasta la semana pasada, cuando me llamaron”, dice Carrillo.
“Yo ya debería estar reincorporado desde el 23 de diciembre del año pasado. Desde ese día hasta el 31 me han debido de hacer el pago. Lo mismo por estos días de enero. En una carta notarial me dicen que a más tardar me estarían pagando a fin de mes. Solo eso me pusieron”, explica.
Pero aquí viene lo más grave. Mientras espera que se cumpla lo que ordenó el juzgado, Carrillo tiene que enfrentar una nueva arremetida de sus empleadores. Y es que a fines del 2019, Mambrino decidió clavarle una demanda por daños y perjuicios en la que pide una cifra irreal: S/6.696.332. Más de cuatro millones corresponden a las supuestas pérdidas que les generó la denuncia pública; y dos millones, al “daño moral”.
El cálculo fue realizado por Guillermo Vega Ingenieros, una firma que se especializa en hacer peritajes de oficio no en temas laborales, sino “de ingeniería y construcción de obras públicas y privadas”. No obstante, el grupo Mambrino ha seguido creciendo. Entre el 2019 y el 2020 -los años posteriores a la denuncia de Carrillo- la compañía aumentó su capital social en S/2.685.240. En los últimos cinco años, esa cifra sube a casi S/7,5 millones.
“Me sacó un poco de cuadro ver esa demanda por esa cifra. No me lo imaginaba y no tengo esa cantidad”, dice un preocupado Percy Carrillo, que está a la espera de la decisión del juez sobre este caso.
¿Por qué entonces volver a Mambrino, una compañía que lo sigue hostilizando?, le preguntamos. “En realidad, es más que nada por demostrarle a las demás personas que sí se puede hacer justicia, que se le puede ganar a empresas grandes y que no deben quedarse callados”, responde el mesero.
Buscamos la versión de Mambrino por distintos canales de comunicación, pero al cierre de esta edición no fue posible.