María Corina y Pablito

María Corina y Pablito

“De estar en mí la decisión, hubiese designado a alguien más prístino para el premio Nobel de la paz, tanto como que, de ser María Corina Machado, no hubiese recurrido a Pablo Iglesias para proponerle unírseme a la lucha por la recuperación de la democracia en Venezuela”

[EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS]  A propósito de un post en el que Pablo Iglesias compara a maría Corina Machado con Adolfo Hitler

María Corina Machado, flamante premio Nobel de la Paz, es una trumpista, qué duda cabe. Le acaba de agradecer al inefable mandamás norteamericano la condecoración. Es obvio que no me gustan ni Donald Trump ni sus aliados, como me resultó obvio, cuando lo de Venezuela, que el único líder izquierdista de América Latina que se atrevió a condenar abiertamente el descarado fraude, la brutal represión y la sistemática violación de los derechos humanos en el país de las arepas fue Gabriel Boric, el tenaz presidente de Chile

Sobre el fraude de Nicolás Maduro, Claudia Sheinbaum declaró: “sin comentarios, son temas internos de otro país”, y  ha dicho exactamente lo mismo, sobre el Nobel a Machado y utilizando las mismas palabras: “sin comentarios”. Ni que hablar de los dubitativos Gustavo Petro e Ignacio Lula da Silva.

Una sola pregunta para tanto súbito crítico a María Corina Machado ¿qué aliado tendría que buscar un disidente venezolano para devolverle la democracia a su país cuando a los gobernantes izquierdistas de la región, aunque democráticos, les tiemblan las piernas para condenar a Nicolás Maduro? ¿A Claudia Sheinbaum? ¿a Gustavo Petro? Luego, ¿por qué se quejan entonces si Machado acude al deplorable Donald Trump?

En cuanto a mí, pierdan cuidado. No soy un “facho”, con las comillas bien puestas pues no me gustan los epítetos. Yo siempre condené la obscena dictadura de Augusto Pinochet, a mí no me sedujeron los cantos de sirena de sus resultados económicos, siempre deploré a José Rafael Videla y compañía. Lloré con La Historia Oficial, pero más con Contar Hasta Diez, la mejor de todas las cintas sobre la represión argentina y que sin embargo pasó desapercibida, me conmovió la chilena Machuca, no pude soportar Missing con el gran Jack Lemmon y su papel de decepcionado «american citizen», quebrado en sus valores democráticos, vibré con Kamchatka de Ricardo Darín, me conmocioné con Romero y la actuación de Raúl Juliá, para el caso de El Salvador. 1

Yo me crié en la convicción de que los derechos humanos, que son y seguirán siendo universales, estaban por encima de todo, que eran lo primero a defender, que estaban por encima de las ideologías, que las dictaduras eran la perversión de la democracia y que por ello tampoco hacía falta mayor postura ideológica para defender a esta última como consenso general. Por eso también me enardecí cuando vi a Pablo Iglesias y su séquito cuasi religioso de seguidores  defender los atentados y la represión contra el derecho a la vida y la abyecta agresión de las libertades individuales y a los derechos humanos en Venezuela, tal y como lo hacen en Cuba.

En otras palabras. he defendido la democracia, las garantías constitucionales, los derechos universales, cuya universalidad preconizo de aquellos que pretenden pasarlos por una trituradora de papel, para convertirlos en una infinidad de pequeños derechos que separara a los seres humanos y que nunca permitirán que nos entendamos entre nosotros.

En fin mucha charla. Me queda claro, que de estar en mí la decisión, hubiese elegido a alguien más prístino para el premio Nobel de la paz, tanto como que, de ser María Corina Machado, no hubiese recurrido a Pablo Iglesias para proponerle unírseme a la lucha por la recuperación de la democracia en Venezuela.

1La noche de los lápices. Desgarradora. “Te encontraré una mañana, dentro de mi habitación, y prepararás la cama, para dos” Canción para mi muerte, Sui Generis

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