No entiendo las razones según las cuales, bastará que Dina Boluarte convoque a elecciones para que, de inmediato, las hoy bancadas oficialistas aprovechen la ocasión para promover la vacancia presidencial y pretender construir ante la opinión pública una imagen de cierta distancia del régimen (ilusión vana, pero posible de existir).
¿Qué ganarían las bancadas oficialistas con ello? Si así ocurriese, ellas tendrían que tomar el Ejecutivo, reemplazando a Boluarte, y seguramente en ese escenario provocarían un estado de rechazo popular furibundo que los colocaría en peor situación que la que están ahora (lo de Merino podría ser un chancay de a medio si se le compara con lo que ocurriría si algún congresista del deslegitimado Parlamento actualocupa el sillón presidencial así sea por unos meses, previos a la convocatoria a elecciones).
Salvo que ocurra un escándalo de proporciones (lo de la nariz presidencial no alcanza ese perfil), lo más probable es que Dina Boluarte dure hasta julio del 2026. Tendría que descubrirse a Cerrón en Palacio, a Nicanor siendo visitado por la presidenta, o aparecer audios comprometedores de la propia mandataria para pensar que la coalición parlamentaria que la sostiene le dará la espalda y promoverá su vacancia.
Keiko Fujimori confía en que igual mantendrá el piso de 10% que hoy tiene y que con eso -dada la fragmentación existente- le alcanzará para pasar a la segunda vuelta. Y César Acuña, algo más despistado, confía en sus bases regionales, cuando lo más probable es que su obsecuencia respecto del régimen de Boluarte haga que ni siquiera pase la valla electoral el 2026.
Es verdad que el pueblo peruano tiene mala memoria y que, iniciada la campaña, probablemente no tenga disponible en su alforja la emisión de un castigo cívico a los cómplices de la mediocridad obscena del régimen, pero el grado de deterioro y de irritación ciudadana existentes, hacen pensar que esta vez sí habrá escarmiento para los responsables del desmadre que vivimos.En todo caso, bien merecido se lo tienen.
Entre tanto, seguirá incólume el apoyo. La distancia se pretenderá marcar con algunas interpelaciones o censuras (Rómulo Mucho ya fue censurado y probablemente ocurra lo mismo con Demartini), pero de allí no pasará.