Corresponde dar, en ese sentido, una batalla política e ideológica que impida que esa justificación cale. El rechazo altísimo que muestra este gobierno radica, sobre todo, en la corrupción rampante y en la designación de funcionarios incompetentes. Ha destruido el Estado en apenas nueve meses. Eso debe grabarse en piedra en la mentalidad popular para evitar que en el futuro nuevamente se elija a un improvisado radical como Castillo. La batalla ideológica y política que el gobierno ha decidido dar, en los estertores de su gestión, no se debe permitir que la gane.