Pie Derecho

¿De qué escribo? ¿Del gato ron ron?

“Hay que aguzar la imaginación para poder escribir diariamente sobre la política peruana y se corre el riesgo de tener que ser reiterativo sobre ciertos temas”

Vengo escribiendo columnas diarias desde el año 2000, cuando era director de Correo. Con intermitencias, por renuncias o despidos, me he pronunciado cotidianamente sobre la realidad política casi veinticinco años. Y por lo general, a la hora de sentarme frente a la computadora a expresar una opinión, tenía tres o cuatro temas sobre los que escribir y debía elegir el que me parecía más interesante.

Desde hace un par de años, esa variedad electiva se ha perdido. Me paso minutos varios pensando sobre qué escribir. No encuentro tema. A pesar de lo folklórica y variopinta de la política peruana, no hay asuntos relevantes de los qué opinar.

El gobierno no despliega políticas públicas, basadas en evidencia. Gobierno en plan de supervivencia, con gazapos ministeriales contínuos (ya el periodismo de investigación se centra especialmente en contrataciones cuestionables de organismos públicos), pero es un páramo.

El Congreso es una fuente de desastres permanentes, pero se comenta una vez sobre ello y paremos de contar. No hay reformas legislativas importantes, no hay grandes debates legislativos, no hay siquiera propuestas de interés.

Los partidos políticos, a pesar de que, al parecer, van a llegar a la cincuentena para el 2026, aún preparan sus planes de gobierno -los que buenamente los van a preparar, ya que la mayoría llenará de lugares comunes sus programas gubernativos- y no entran al debate frontal de ideas. No hay grandes enfrentamientos entre la izquierda y la derecha y el debate ideológico es un desierto.

Hay que aguzar la imaginación para poder escribir diariamente sobre la política peruana y se corre el riesgo de tener que ser reiterativo sobre ciertos temas, aunque ciertamente vale la pena hacerlo hasta el cansancio sobre algunos (por ejemplo, sobre la punible irresponsabilidad de que la derecha vaya tan fragmentada al proceso electoral, o que la izquierda ha abandonado los cartabones democráticos radicalizándose cada vez más).

A seguir remando, sin embargo, con mucha paciencia, tesón y sentido de responsabilidad. Ante la ausencia de debate y polémica en nuestra paupérrima clase política, corresponde a los espacios de opinión periodísticos, trazar derroteros, abrir espacios de reflexión, encontrar con esfuerzo líneas interpretativas no tan evidentes, y apostar a que ello mejorará en algo el panorama político de acá al crucial y definitorio 2026, fecha electoral en la que el Perú se juega mucho. No se puede tirar la esponja.

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Congreso, política peruana

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