Una película olvidada sobre crímenes de soldados

“Michael Verhoeven: «No he hecho una película antiamericana. Si yo fuera estadounidense, incluso diría que mi película es pro-estadounidense. La mayor parte del pueblo estadounidense hoy está en contra de la guerra de Vietnam».”

[EL DEDO EN LA LLAGA]  En la historia del cine suele siempre aparecer una que otra película de carácter controvertido, que termina incomodando a sectores del status quo y que, por lo tanto, se ve amenazada por la censura, de manera abierta o soterradamente bajo pretexto de defender ciertos valores burgueses que la obra de marras cuestiona. Éste es el caso del film “o.k.” del cineasta bávaro Michael Verhoeven (1938-2024), que generó un escándalo durante el Festival Internacional de Cine de Berlín de 1970—conocido popularmente como la Berlinale—, llevando a su cancelación ese año.

La película, basada sobre un incidente real de la Guerra de Vietnam donde cuatro soldados estadounidenses violaron y asesinaron a una joven vietnamita, tiene una curiosa puesta en escena de corte experimental. Después de que los seis protagonistas alemanes —encarnando a los cinco soldados de la tropa y a la chica violada— se presentan personalmente, indicando quiénes son y a qué personaje representan, señalan que Vietnam está demasiado lejos y, por lo tanto, la historia se desarrollará en el escenario del bosque bávaro. Aun manteniendo los nombres ingleses originales de los participantes de la historia original y la ficción de que se hallan en Vietnam, los actores se comunicarán en dialecto bávaro. Lo que podría generar la sensación de hallarnos ante un recurso ridículo para contar una historia sobre soldados norteamericanos, termina dándole un carácter más universal al incidente contado: lo que vemos podría ocurrir en cualquier parte del mundo. Y si en muchos filmes hollywoodenses vemos a actores estadounidenses encarnando a soldados alemanes hablando en inglés, ¿por que no sería también legítimo un film donde actores alemanes encarnen a soldados estadounidenses hablando en alemán? De hecho, la película funciona y logra impactar por la crudeza de sus escenas, acentuada por la atmósfera documental que transmite la fotografía en blanco y negro.

“o.k.” de Verhoeven fue la entrada oficial de Alemania en la Berlinale. El jurado, presidido por el director estadounidense George Stevens. decidió tras la proyección inicial del film, por 7 votos a favor y 2 en contra, devolver la película al comité de selección y exigir una nueva evaluación para determinar si era apta para entrar en competencia. Se argumentó que era dudoso que la película promoviera el entendimiento entre los pueblos, como establecía una directriz de la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos). El yugoslavo Dušan Makavejev, miembro del jurado, no estuvo de acuerdo con este proceder ni con la presión ejercida por Stevens sobre otros miembros y se opuso a lo que consideró un acto de censura. Se desató un debate público, instigado por el director Michael Verhoeven y su productor Rob Houwer, hubo protestas y y el cine Zoo-Palast, donde se celebraba el estreno, fue ocupado. Verhoeven defendió su película afirmando durante una conferencia de prensa: «No he hecho una película antiamericana. Si yo fuera estadounidense, incluso diría que mi película es pro-estadounidense. La mayor parte del pueblo estadounidense hoy está en contra de la guerra de Vietnam». Otros cineastas protestaron, algunos retiraron sus películas y, finalmente, el jurado claudicó. La Berlinale tuvo que ser cancelada —hasta ahora, la única vez en su historia—, las proyecciones se suspendieron salvo algunas excepciones y no se otorgaron premios. Al año siguiente, la Berlinale de 1971 sería organizada bajo nuevos criterios.

Tras este controvertido estreno y su limitada distribución posterior, la película estuvo prácticamente inaccesible durante décadas. La primera edición en DVD de “o.k.” de Michael Verhoeven fue lanzada en marzo de 2021 como parte de la colección Edition Filmmuseum. Esta edición fue considerada una “pequeña sensación cinematográfica” por las razones ya expuestas.

Por su interés y actualidad, reproduzco aquí una parte del guion del film. El soldado Eriksson, el quinto hombre de la unidad de tropa, quien se niega a participar de la violación y asesinato de la joven vietnamita, huye para denunciar los hechos ante las autoridades, entablándose el siguiente diálogo:

Capitán Vorst: ¿Ha pensado bien lo que está diciendo?

Soldado Eriksson: Sí.

Capitán Vorst: ¿Por qué está tan empeñado en presentar una acusación?

Soldado Eriksson: Yo le he informado de esto, y usted tiene que reportarlo a las autoridades.

Capitán Vorst: No tengo que hacer nada, amigo. ¡Que le quede claro, ¿eh?! Lo entiendo, usted es un joven despierto, y no le gusta que ocurran este tipo de atrocidades. Eso está bien. Pero está olvidando algo: Nosotros defendemos la libertad de este país y de todo el mundo libre y democrático, y sus derechos humanos. Y por esa defensa hacemos los mayores sacrificios. Piénselo un momento, los innumerables sufrimientos de los soldados estadounidenses por el pueblo vietnamita. Entonces se dará cuenta por sí mismo, ¿no es cierto?, de que una historia como ésta, por triste que sea en este caso particular, no debe ser magnificada.

Soldado Eriksson: Los llevaré a todos ante un tribunal militar.

Capitán Vorst: ¿Y qué gana con eso, hombre? Bien, que los lleven ante un tribunal militar y los condenen. Pero es probable que los liberen en muy poco tiempo. Y ahora le pregunto:
¿Cómo voy a protegerlo a usted entonces? ¿Cómo voy a protegerlo, Eriksson, de la venganza de esos hombres? ¿No tiene una respuesta para eso? Reilly, el sargento Meserve es de su unidad. ¿Qué clase de hombre es?

Teniente Reilly: Señor, me gustaría decirle algo al joven. Yo también tuve un problema como el suyo, Eriksson. Fue en Virginia, en casa. Pero lo dejé pasar, porque el sistema es así. Y entonces habría que cambiar el sistema. Y en la guerra hay mucho más sistema.

Capitán Vorst: ¡Reilly! Le pregunté por el sargento Meserve.

Teniente Reilly: Señor, el carácter y el valor del sargento Meserve están entre los mejores que conozco. Es uno de los mejores combatientes que he visto, un soldado de primera, que nunca comete un error, cumple cada orden sin rechistar. Se alistó voluntariamente al ejército y a Vietnam. Como soldado, si me lo pregunta: sobresaliente.

[…]

Capitán Vorst: Ahí lo tiene. Es un tipo excelente, ese sargento.

Soldado Eriksson: Es un cerdo asqueroso.

Capitán Vorst: Cállese, muchacho estúpido.

Soldado Eriksson: Puedo decir lo que pienso.

Capitán Vorst: ¡Puede una mierda! ¡Es usted un soldado! […] Tal vez haya una justicia superior, que Meserve y los demás, con su culpa, su culpa indudable, nadie podrá quitársela. Ellos tendrán que cargar con eso.

Soldado Eriksson: Qué aire tan denso hay aquí…

Capitán Vorst: Eriksson, usted representa a la nación estadounidense. Todo lo que hace, lo hace en nombre del pueblo estadounidense. Así son las cosas. No estamos aquí por gusto. Tenemos una misión, una muy difícil. ¿Qué quiere entonces? Con una denuncia como esa, daña la causa de la paz, la campaña estadounidense por la paz y la libertad del mundo occidental.

Soldado Eriksson: ¿No se puede hacer nada?

Capitán Vorst: ¡Compórtese ahora! Puede estar agradecido de que no le inicie un proceso
por separarse de su tropa. Bien, tenía que desahogar su corazón. Y con eso basta. Esto queda entre nosotros y aquí termina. Tendrá que mostrar un poco de magnanimidad con sus camaradas. Eso también forma parte de ser soldado. Yo me encargaré de hablar con ellos.

Soldado Eriksson: Me siento mal.

Capitán Vorst: Teniente Reilly, lleve a Eriksson de vuelta con su unidad. Y piense en una cosa más. Este asesinato no ocurrió en los Estados Unidos, sino fuera de la civilización. Es decir, en el campo de batalla.

Hasta aquí el diálogo.

Que los soldados también cometen crímenes en tiempos de guerra, y que los ejércitos buscan encubrir esos crímenes so pretexto de honor y gloria, de las causas que están defendiendo o de los enemigos que combaten, ya lo tenía claro Michael Verhoeven. Y también sabía de los problemas que ocasiona expresar eso en público. Algo similar ocurriría décadas después cuando en el año 2006 estrenara su documental “El soldado desconocido” (“Der unbekannte Soldat”), que daba cuenta de los crímenes cometidos por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, partiendo de una exposición de fotos provenientes en su mayoría de personas privadas, realizada en 1997 en Múnich. Esas fotos documentaban matanzas de civiles y población judía realizada no por miembros de las SS, sino por soldados comunes y corrientes, algunos de los cuales aparecían incluso sonriendo al lado de muertos ejecutados. Esto destruía la imagen que muchos alemanes tenían de sus padres y abuelos, a los cuales consideraban meros combatientes sin militancia política que habían cumplido órdenes y que no se habían visto envueltos en atroces crímenes de guerra. Verhoeven amplía la información de las fotos con entrevistas y declaraciones de académicos, historiadores y testigos. A destacar lo dicho por un académico, que señala que el honor es siempre personal, y que quien hace depender su honor de la institución a la que pertenece, tendrá que cargar con las consecuencias de lo que ello implica. En otras palabras, la institución nunca es pasible de ser ella misma la portadora del honor.

Todas estas reflexiones son aplicables a lo que hicieron las fuerzas armadas peruanas durante su lucha contra el terrorismo en las décadas de los ochenta y noventa. También se cometieron crímenes que deben ser juzgados y que, por definición, no prescriben, pues se trata de graves violaciones de los derechos humanos. Y tanto hoy como ayer, en contextos diferentes, también hay quienes pretenden encubrir esos crímenes aduciendo como justificación la causa por la que lucharon los combatientes: la victoria sobre el terrorismo, sin tener en consideración que no hay causa ni ideal que puedan jamás justificar los asesinatos, las torturas ni las violaciones sexuales en perjuicio de la población civil ni de personas indefensas, sean quienes sean.

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