Pie Derecho

El reciente incidente político, que ha comprometido al premier Bellido y a la Cancillería, donde el primero le ha llamado la atención a su colega ministerial a través de un tuiter, invitándolo a renunciar si no sigue la presunta “línea” del gobierno en materia de política exterior, solo corrobora la inmensa precariedad política con la que se maneja este gobierno, con la anuencia silente del holograma que tenemos de Presidente, el profesor Castillo.

Tiempos muy difíciles, signados por la inoperancia y la mediocridad, se avecinan, si el presidente Castillo, no se empodera del cargo, no asume su investidura, y no toma decisiones radicales respecto del guiso indigesto que ha armado de gabinete.

Tienen que salir Bellido, Maraví, tres o cuatro más, tiene que romper definitivamente con el cerronismo, expectorar al Movadef y adláteres, tiene que bajarle los decibeles al absurdo tema de la Constituyente, y luego de eso dedicarse a gobernar un periodo que, si no fuera por su propia medianía, se ofrecería como propicio y promisorio.

¿Lo podrá hacer? Habría que guardar un pequeño atisbo de optimismo. Esperar a que reaparezca el Castillo líder de la huelga magisterial y que se imbuya de ese mismo ánimo beligerante, que entonces puso en jaque a todo un gobierno, y que con ese talante sea capaz de tomar las decisiones referidas, que no son fáciles, pero que son imprescindibles si se quiere construir un escenario mínimo de gobernabilidad.

Si no lo hace, serán cinco años de espanto, donde a la crisis política en curso se le sumará pronto una crisis económica, producto del desplome de la inversión privada, y seguramente crisis social, con protestas en las calles, producto de la frustración de las sobreexpectativas que ha generado un gobierno surgido de abajo.

Mantener el statu quo es condenar el país a perder cinco años, en medio de una situación externa económica que debería, por el contrario, convertir este lustro en un ciclo de prosperidad. Se espera que al regreso de su periplo por el exterior, Castillo tome las decisiones necesarias. Si, por el contrario, cree que puede seguir postergándolas, “jugando a la casita” en Palacio, simplemente se confirmaría, para desgracia del país, que elegimos a un inepto crónico, muy por debajo de la talla mínima para ejercer algún rol de mando.

Tags:

Crisis política, crisis social, Inversión privada, Presidente Castillo

El proyecto de ley presentado por el congresista Abel Reyes, de Perú Libre, que propone declarar de necesidad pública “la justa y equitativa distribución del espectro electromagnético y radioeléctrico” de la radio, la televisión y otros medios de comunicación, es claramente un intento de amordazar a la prensa y controlar los contenidos periodísticos.

Bajo el pretexto de que se despliegan en frecuencias del espectro electromagnético, que son propiedad del Estado, es una vieja aspiración de la izquierda controlar los contenidos de los medios y hacer así “más democrática” la información.

¿Quieren crear desconcentración en la radio y la television y que de ese modo no haya oligopolios? Pues, que se acelere el apagón analógico, que se abran las señales abiertas al mercado digital, que las nuevas frecuencias se subasten (no que se asignen a dedo, como se hizo con los actuales canales de señal abierta) y que de esa manera se multiplique por diez o veinte el número de medios de comunicación radiales y televisivos.

¿Quieren evitar que la publicidad estatal se convierta en “mermelada” que acalle voces críticas y afecte directamente la independencia empresarial y periodística de los medios? Pues creen un organismo autónomo, que centralice toda la publicidad del Estado y bajo estricta supervisión de la Contraloría, que distribuya las partidas millonarias de publicidad del Estado en base a criterios objetivos de medición de lectoría o rating, no de acuerdo al arreglo bajo la mesa del jefe de Comunicaciones del ente estatal, coludido con un medio en particular a cambio del favor del buen trato posterior.

En esa medida, no hace falta disponer por ley que un porcentaje de la publicidad estatal vaya a los medios regionales. Si existiese el organismo señalado, por mandato imperativo deberá colocar parte importante de su pauta en los medios locales, que en todas las regiones del Perú, tienen más lectoría o sintonía que los medios limeños (ese sí es un hecho de justicia. Es absurdo que el 99% de la publicidad del gobierno central vaya a medios limeños, cuando éstos tienen nulo impacto en otras regiones fuera de Lima).

Por allí es el camino correcto, no por proyectos de ley adefesieros, a los que se les ve el fustán censor a la legua y que, felizmente, de acuerdo a lo que han declarado los voceros de diversas bancadas de oposición, no será aprobado.

Tags:

Libertad de prensa, Perú Libre, radio, Televisión del Perú

La enorme bastedad del presidente Castillo, puesta de manifiesto en sinfín de oportunidades discursivas -que al final sería lo de menos- y, como recientemente se ha conocido más a profundidad por un reportaje de Christopher Acosta, en el programa Punto Final, también en su desempeño gubernativo (su liderazgo en las sesiones de consejos de ministros es nulo), obliga a repensar fórmulas de gobierno alternativas.

Se necesita con carácter de urgencia un Premier que funja de jefe de gobierno. Claramente, Castillo es un hombre básico, al que si bien democráticamente corresponde darle tiempo para que ese ascenso meteórico de Tacabamba a Palacio haga posible que se genere un proceso paulatino de empoderamiento político, que le permita ejercer el cargo que ocupa con propiedad, es menester tomar acción prontamente.

Mientras ese proceso psicopolítico ocurre, el presidente Castillo necesita que su gabinete sea presidido por un gestor, con un equipo ministerial que además sea homogéneo y que funcione como un reloj a la hora de tomar decisiones de políticas públicas.

El Presidente no maneja una asamblea sindical en la que las negociaciones y concesiones pueden ser múltiples y eternas, muchas veces en búsqueda de que nada se mueva, sino que se mantenga inmóvil. Un gobierno requiere acciones rápidas y decisiones que se monitoreen para que lleguen a su término.

Lo más parecido a la impropiedad presidencial vigente que se recuerde es el gobierno de Toledo, cuyos vicios personales lo hacían contraindicado para liderar un Ejecutivo a cabalidad (al final se supo que solo fue muy diligente para hacer que prosperen las obras que le redituaron jugosas coimas) y por eso tuvo, al menos, la inteligencia de rodearse de buenos gabinetes y Presidentes del Consejo de Ministros operativos.

Mientras siga Guido Bellido en el Premierato y mientras se mantenga la variopinta composición ideológica del gabinete (cerronistas, castillistas, filosenderistas, mendocistas, aranistas, caviares e independientes de izquierda), en pugnas constantes, no hay forma de que el gobierno funcione.

La mejor habilidad de una persona con cargos ejecutivos es saberse rodear de personas capaces de suplir con creces sus deficiencias operativas. Castillo no lo ha hecho así y los resultados saltan a la vista: un gobierno inoperante, en permanente crisis, desordenado, inactivo, en piloto automático, sin rumbo cierto. Con el peor pronóstico posible.

Tags:

Christopher Acosta, Premier, Presidente Castillo

Si el viaje presidencial en curso, su contacto con otros líderes políticos y empresariales, su conocimiento de otras realidades, ir a los Estados Unidos (ojalá lo reciba Biden), codearse con el mundo capitalista, no sirve para que el Primer Mandatario reconvenga los términos fallidos, mediocres y banales con los que ha conformado hasta ahora su gobierno, nos asomamos a un horizonte sombrío para el país.

Se supone que luego de este viaje, el presidente Castillo anunciaría su alejamiento de Cerrón (vía una renuncia a Perú Libre), se desprendería del impresentable de Bellido, apartaría del gabinete a cualquier ministro vinculado a Sendero Luminoso o el Movadef (léase, Iber Maraví), renovaría algunos ministros claramente incompetentes e instruiría lo necesario para que permanezca Julio Velarde en el BCR.

A ello se sumaría un rebajamiento de la importancia estratégica de forzar una Asamblea Constituyente, dejando la suerte de la misma a lo que decida el Congreso, que, como se sabe, se opone mayoritariamente a su convocatoria.

Si este escenario, que algunos allegados a Palacio anuncian extraoficialmente, se plasma, el país daría un giro de 180 grados. Se tranquilizarían los ánimos ciudadanos, políticos y económicos. Probablemente, regresaría buena parte de los 14 mil millones de dólares que se han ido del país por el temor a un gobierno radical y posiblemente, también, se recuperen los niveles de inversión privada (que el BCR acaba de calcular en 0% de crecimiento para el 2022).

Habrá que ver si es cierto. Una dosis de optimismo no viene mal. Ojalá salgamos de esta situación maloliente de un régimen atrapado por la lógica radical anacrónica del cerronismo y del Movadef y atravesado por decisiones mediocres y absurdas, que nos llevan a paso firme hacia una situación pronta de desastre e ingobernabilidad, peor si se ve acompañada de una ausencia absoluta de liderazgo presidencial.

La definición del gobierno respecto de qué ruta tomar, será crucial para saber si viviremos cinco años infernales y perdidos para el desarrollo del país, o al menos construiremos una nación digerible por el lustro venidero. Al retorno de Castillo lo sabremos.

-La del estribo: notable el libro ilustrado, la novela gráfica En la cara no, del periodista y escritor Óscar Malca y el ilustrador y humorista gráfico Mario Molina. Una pieza de colección por la calidad narrativa y la excelencia gráfica. Un recuerdo ácido y crítico de los años terribles que pasamos hace pocas décadas en el país.

Tags:

Cerronismo, Congreso de la República, Guido bellido, Movadef

Si alguna lección debe extraerse de la nueva realidad política que en el Perú se ha erigido luego del triunfo popular de un candidato de abajo como Pedro Castillo, es que el centro y la derecha deben renovar radicalmente sus rostros visibles en el quehacer electoral.

La izquierda se prepara para que el 2026 sean Antauro Humala e Indira Huillca quienes protagonicen sus candidaturas principales (aunque la necedad de Verónika Mendoza seguramente la va a llevar a insistir en su tercera derrota). Figuras novedosas y atractivas. ¿Y en la derecha o en el centro? No se oye, padre.

Por lo pronto, candidatos como Hernando de Soto, Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, Alfredo Barnechea, Raúl Diez Canseco, Lourdes Flores, Julio Guzmán, Rafael Santos, Renzo Reggiardo, Mauricio Mulder, Jorge del Castillo, Alberto Beingolea y demás, deberían asumir que su tiempo presidencial ya pasó (pueden ser, en el mejor de los casos, figuras congresales respetables).

El centro y la derecha deben renovar cuadros. Nombres como los de Richard Acuña, Patricia Chirinos, Norma Yarrow, Carlos Añaños, Roque Benavides, Carolina Lizárrraga, Marianella Ledesma, Carla García, o jóvenes como Rosangella Barbarán, Adriana Tudela, Lucas Ghersi (aunque los últimos tres no alcancen edad para protagonizar lides presidenciales el 2026), deben prepararse para las grandes ligas.

Por lo demás, la única manera de reconquistar las zonas andinas de un país disfuncional como el nuestro -requisito fundamental para ganar y gobernar con tranquilidad en el Perú de hoy-, por parte de la derecha o el centro, pasa porque logren presentar propuestas disruptivas, contestatarias y llamativas, pero, como es obvio, que se vean representadas por rostros que expresen cabalmente esa renovación ideológica.

¿Se van a presentar las mismas caras ajadas de la derecha y el centro a las elecciones del 2026 o antes (si por alguna circunstancia dramática se recorta el mandato de Castillo)? Eso supondría encaminarse a una derrota segura y a permitir que la izquierda, a pesar del desastre al que parece se encamina el actual régimen, logre entregarle la posta a alguien de su propia orilla ideológica.

Nuevas ideas, nuevos rostros. Ojalá mayores dosis de liberalismo tanto en el centro como en la derecha, por cierto, que le haría mucho bien al país una modernización ideológica de ese calibre para augurar un mejor futuro nacional y no resignarnos a los extremos autoritarios y conservadores.

Tags:

Centro, Derecha, ideológica

Pocas veces se ha visto un gabinete ministerial tan mediocre como el que ha conformado la coalición de izquierdas que hoy nos gobierna y que no excluye a ninguno de los segmentos ideológicos de ese sector político.

Durante muchos años, la izquierda disfrutó a placer burlándose de los cuadros tecnocráticos de la derecha, cuestionando su idoneidad profesional e inclusive moral para ejercer los distintos cargos para los que eran nombrados en los últimos lustros.

Pues bien, hoy la izquierda tiene el encargo de gobernar y están todos: hay castillistas, filosenderistas, cerronistas, mendocistas, aranistas, caviares e independientes de izquierda en una amalgama indigesta, de la que se salvan apenas cuatro o cinco ministros. El resto es para llorar.

¿Tanto tiempo se pasó la izquierda preparando cuadros, gastando en ONGs que nutrieran expertos en diversas políticas públicas para que a la hora de asumir el desafío real de gobernar, produzca el resultado nefasto que hoy se aprecia?

Desde la izquierda suelden regodearse diciendo que la derecha tiene tecnócratas, pero no intelectuales. La izquierda celebra su abundancia académica, pero, en contraposición, es una lágrima a la hora de ejercer y desplegar políticas concretas desde el aparato estatal.

Desde hace poco más de 50 días tiene el poder entre manos y no hay, ni siquiera desde su propia perspectiva ideológica, nada que pueda ser al menos controversial o merecedor de discusión. Lo suyo es piloto automático con un mapa de navegación errado.

Hoy la izquierda, en todas sus variantes, se refugia en la idea de que solo con una Asamblea Constituyente podrá ejercer el tipo de poder socialista y revolucionario al que aspira. La verdad, como bien lo dijo uno de los pocos ministros que se salva, como es Pedro Francke, se pueden hacer políticas públicas disidentes del por ellos llamado modelo liberal, sin necesidad de cambiar la Carta Magna. Si no lo hacen, es por pura medianía y falta de perspectiva gubernativa.

Hizo bien, por lo que se ve, dicho sea de paso, Ollanta Humala en desprenderse rápidamente de la izquierda cuando fue gobierno. Con ella a bordo, el suyo hubiera sido un desastre de inacción y de indecisiones, o discusiones estériles. La izquierda lo acusa de traidor. El país le debería agradecer su perspicacia para darse cuenta prontamente de que la izquierda era un desastre ejecutivo.

Las pruebas están al tanto. El gobierno de Castillo, el candidato de las izquierdas, no da ni para adelante ni para atrás. Y no es solo responsabilidad de un Presidente diletante o incompetente. Es la izquierda en su conjunto, la responsable del desastre.

Tags:

Asamblea Constituyente, Izquierda, Ministros, Perú

Mientras la derecha o el centro no logren capitalizar una votación importante en las zonas andinas del país, es improbable que se alcen con el triunfo electoral en el futuro o, si lo logran, probablemente sea con un nivel de contestación en esa zona del país que prontamente generaría cuotas de ingobernabilidad.

Hoy vemos que a pesar de los groseros errores cometidos por el gobierno, la cuestionada designación de un Premier impresentable como Bellido, la rechazada presencia dominante de Vladimir Cerrón, la impugnada cercanía de elementos vinculados a Sendero Luminoso, las designaciones cuestionadas de funcionarios públicos, la profusión de ministros incompetentes y un Presidente dubitativo, indeciso e inaparente, las zonas andinas del país le siguen brindando su respaldo.

Según Ipsos, si bien en Lima desaprueba al gobierno el 62%, en el centro lo aprueba el 49% y en el sur el 57%. Según Datum, en Lima lo aprueba apenas el 29%, pero en el centro el 55% y en el sur el 58%. Datum pregunta también sobre la percepción de la capacidad de Castillo para gobernar: en Lima solo el 22% estima que está capacitado, en el centro lo cree el 45% y en el sur el 49%. Para CPI, el 62.4% de Lima desaprueba a Castillo, pero en la sierra y centro sur lo respalda la abrumadora cifra del 64.4%.

Por cierto, Castillo no es que haya hecho nada en particular para conquistar tamaños niveles de aprobación en esas regiones del país. Es la inercia del voto de la segunda vuelta (donde, inclusive, obtuvo cifras más altas de votación: el centro político de las zonas andinas parece haberse ido desprendiendo del respaldo al Presidente), pero pesan también razones identitarias que la derecha parece incapaz de responder o contestar.

Sociológicamente hablando, regiones como Puno o Junín ya dejaron de ser predominantemente agrarias para pasar a ser eminentemente comerciales. Son poblaciones comerciantes, capitalistas, negociantes, y si se pudiese establecer una correlación entre la actividad económica y la perspectiva ideológica deberían inclinarse mayoritariamente por la derecha antes que por la izquierda, como suelen hacer.

A la postre, cuando el desarrollo económico genere en las zonas andinas peruanas los mismos niveles de integración a los beneficios del mercado que se ven en el resto del país, ese fenómeno de derechización ocurrirá (véase, por ello, la votación de las zonas populares de Lima y la costa norte), pero mientras ello no ocurra, la derecha tiene allí un desafío político que afrontar. No tendrá viabilidad electoral futura si no hace suyo el mundo andino.

Tags:

andino, Pedro Castillo, sociología

Muchas voces reclaman la aparición de un líder de la oposición que capitalice el descontento de un sector de la población con el gobierno y que galvanice y potencie los ánimos disidentes, que irán creciendo conforme el régimen se vaya deteriorando, producto de su inmensa mediocridad administrativa y desparpajo político.

Se habla, inclusive, de la necesidad de conformar un gabinete en la sombra que le respire en la nuca al oficialismo y vaya generando en la población la sensación de que hay mejores alternativas, o siempre las hubo, respecto de lo que está aplicando Palacio a trompicones, en medio de una confusión programática feroz (donde coexisten castillistas, cerronistas, caviares e improvisados, en un guiso políticamente indigesto).

Así, se menciona la posibilidad de buscar cuadros nuevos, distintos al establishment o elenco estable de la política de centro y derecha (mucho del que aparece en los mítines de Erasmo Wong), para que aglutinen fuerzas y reemplacen inclusive a quienes fueron candidatos presidenciales en la última jornada electoral (Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, César Acuña, Yonhy Lescano, Alberto Beingolea, Daniel Urresti, etc.).

En verdad, no les falta razón a quienes creen que ya ese conjunto de figuras cumplió su ciclo y que la única forma de derrotar la aparición de una izquierda disruptiva (que hoy ha sido Castillo, pero que mañana puede ser Antauro Humala o Indira Huillca), es cultivar la presencia de figuras nuevas, fuera de la caja, novedosas.

Pero también es cierto que a estas alturas del partido, cuando aún existe absoluta incertidumbre respecto del rumbo que va a tomar el gobierno, si moderado, con un Castillo desprendiéndose de Cerrón y el Movadef y, por ende, de la Asamblea Constituyente, si acaso un Castillo manteniendo esa alianza y ese propósito, haciendo de su afianzamiento en el poder una herramienta para radicalizarse antes que para centrarse, es mejor mantener en ristre todas las fórmulas opositoras, cada una con su afán y su estrategia, funcionando libremente.

La oposición como un racimo, no como un puño único, parece ser la mejor manera de transitar esta fase de lucha política. Y en esa medida, bienvenidos los mítines de sábados y domingos, la radicalidad de cierta derecha, la oposición congresal, las organizaciones sociales populares, la manifestación principista de gremios empresariales, el rol mediático de denuncia -tan importante en estos días-, la aparición en la prensa de diversos líderes de ese amplio espectro que va del centro a la derecha. Todo suma, nada resta.

Tags:

descontento, Gobierno peruano, Oposición

La confianza dada por el Congreso al Ejecutivo es la principal razón de su estabilización política, reflejada en el crecimiento -aunque pequeño- que muestra en las últimas encuestas.

Según CPI, su aprobación pasa de 40 a 43.5%; Datum muestra un crecimiento de 39 a 41% y la más reciente, de Ipsos, revela que su tasa aprobatoria pasa de 38 a 42%. Coincidencia que marca una clara tendencia.

Algunas lecturas políticas de estos resultados: 1) La claudicación del centro (básicamente Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos) le ha dado un baño de legitimidad al gobierno, a pesar de que los índices de desaprobación del impresentable gabinete Bellido sigan siendo muy altos.

2) Se mantiene incólume la marcada diferencia entre Lima-Costa Norte y las zonas andinas respecto de la valoración política del régimen. Por ejemplo, según Ipsos, el 62% en Lima lo desaprueba y solo el 29% lo aprueba, mientras que en el sur el 57% lo aprueba y solo el 29% lo desaprueba.

3) Sucede lo mismo respecto de los niveles socioeconómicos. Mientras que en el sector A, 82% lo desaprueba y solo un 15% lo aprueba, en el E, el 55% lo aprueba y el 32% lo desaprueba. Una cabal demostración de que mientras la oposición se limite a unas cuantas marchas pitucas con el estrado lleno de políticos tradicionales, refuerza la hipótesis de partida de que esta es una confrontación entre ricos y pobres.

4) Si los despropósitos políticos del gobierno, la percepción de que Castillo no manda sino Cerrón, la cercanía de elementos filosenderistas, la presencia de ministros incompetentes, que haya tres titulares ministeriales con denuncias de violencia de género, no ha producido un colapso en la aprobación del régimen, quiere decir que no basta la labor de la prensa -que ha sido la principal portavoz de tales denuncias- para afectar al gobierno, sino que se requiere de un perfil político opositor que le saque partido a los gazapos del gobierno y los empiece a capitalizar.

5) Dado ese panorama, se empieza a desinflar la expectativa de una vacancia express. Mientras la oposición política claudique respecto de sus obligaciones básicas de fiscalización de un gobierno atrapado en su mediocridad, no pasará nada y tendremos que soportar, en el mejor de los casos, cinco años de medianía y de deterioro, y, en el peor, un escenario de descalabro democrático perpetrado por el propio régimen, con la fatal anuencia de una clase política moralmente enclenque.

Tags:

Cuestión de confianza, filosenderistas
x