La confianza dada por el Congreso al Ejecutivo es la principal razón de su estabilización política, reflejada en el crecimiento -aunque pequeño- que muestra en las últimas encuestas.
Según CPI, su aprobación pasa de 40 a 43.5%; Datum muestra un crecimiento de 39 a 41% y la más reciente, de Ipsos, revela que su tasa aprobatoria pasa de 38 a 42%. Coincidencia que marca una clara tendencia.
Algunas lecturas políticas de estos resultados: 1) La claudicación del centro (básicamente Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos) le ha dado un baño de legitimidad al gobierno, a pesar de que los índices de desaprobación del impresentable gabinete Bellido sigan siendo muy altos.
2) Se mantiene incólume la marcada diferencia entre Lima-Costa Norte y las zonas andinas respecto de la valoración política del régimen. Por ejemplo, según Ipsos, el 62% en Lima lo desaprueba y solo el 29% lo aprueba, mientras que en el sur el 57% lo aprueba y solo el 29% lo desaprueba.
3) Sucede lo mismo respecto de los niveles socioeconómicos. Mientras que en el sector A, 82% lo desaprueba y solo un 15% lo aprueba, en el E, el 55% lo aprueba y el 32% lo desaprueba. Una cabal demostración de que mientras la oposición se limite a unas cuantas marchas pitucas con el estrado lleno de políticos tradicionales, refuerza la hipótesis de partida de que esta es una confrontación entre ricos y pobres.
4) Si los despropósitos políticos del gobierno, la percepción de que Castillo no manda sino Cerrón, la cercanía de elementos filosenderistas, la presencia de ministros incompetentes, que haya tres titulares ministeriales con denuncias de violencia de género, no ha producido un colapso en la aprobación del régimen, quiere decir que no basta la labor de la prensa -que ha sido la principal portavoz de tales denuncias- para afectar al gobierno, sino que se requiere de un perfil político opositor que le saque partido a los gazapos del gobierno y los empiece a capitalizar.
5) Dado ese panorama, se empieza a desinflar la expectativa de una vacancia express. Mientras la oposición política claudique respecto de sus obligaciones básicas de fiscalización de un gobierno atrapado en su mediocridad, no pasará nada y tendremos que soportar, en el mejor de los casos, cinco años de medianía y de deterioro, y, en el peor, un escenario de descalabro democrático perpetrado por el propio régimen, con la fatal anuencia de una clase política moralmente enclenque.