Pie Derecho

Castillo, un inmoral de marca mayor

“Que la izquierda cómplice del latrocinio asuma su responsabilidad y no le sea posible lavarse las manos tan fácilmente, reciclándose políticamente con la oposición a Dina Boluarte”

Algunos pensaban que exageraba cuando advertía, antes de su elección, que Pedro Castillo iba a ser peor que la pandemia. Los hechos lo vienen corroborando hasta la saciedad.

Montó una red de corrupción desde el primer instante, sin esperar siquiera a organizar su gobierno. Primos, sobrinos, allegados, copartidarios y adúes, coparon el Estado y se dedicaron al latrocinio de las arcas públicas.

En abierto atentado contra las formas democráticas intentó armar una red de espionaje de sus adversarios políticos, judiciales y mediáticos. Una inmoralidad de tal envergadura que jamás se ha visto ello con tan precoz afán (hasta el montesinismo demoró más en disponer esa red mafiosa).

Destruyó las capacidades operativas del Estado, dejándolo en escombros. Fue advertido del probable Niño que se venía y no movió un dedo para ejecutar políticas de prevención. No cabe ni imaginarse lo que se hubiera producido si nos agarraba la desgracia natural que hoy soportamos con los funcionarios del castillismo en el poder.

Destruyó las capacidades logísticas de salud y educación (allí nomás, si se tratase de cuantificar, debe haberse producido más muertes que las que nos provocó la pandemia). Sumió en la pobreza a cientos de miles de peruanos, razón adicional para sumar en la maldita contabilidad de muertos (la pobreza mata de mil maneras).

Encima de ello, diseñó un plan autoritario de destrucción de la democracia, cuya estrategia, montada seguramente por personajes más inteligentes que él, abortó gracias a su torpeza mayúscula del 7 de diciembre del 2022, que nos permitió, felizmente, poder librarnos de esa calamidad que ocupó Palacio un año y casi cinco meses.

No debe cesar la campaña de demolición de Pedro Castillo. Sus niveles de inmoralidad y punible negligencia los ha pagado el pueblo peruano y aún cuesta recuperarse de su paso destructivo. Y que la izquierda cómplice del latrocinio asuma su responsabilidad y no le sea posible lavarse las manos tan fácilmente, reciclándose políticamente con la oposición a Dina Boluarte, queriendo construir un monstruo que no existe en la realidad (“Dina genocida”, “dictadura cívico militar” y demás sandeces que la izquierda repite y, lamentablemente, un sector del pueblo peruano, dolido, por razones identitarias, por la salida abrupta del poder de su líder mal elegido, también acoge).

La del estribo: estupenda la novela que, sorpresiva y silentemente, ha publicado Mario Ghibellini, La canción del capitán Garfio, dotada de una estética propia y dinámica narrativa original. Publica Alfaguara y ya está en todas las librerías.

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Estado, Pedro Castillo, Perú

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