Pie Derecho

Gobierno prende la mecha del SUTEP

“Una movilización beligerante de la masa magisterial puede ser el gran gatillador de la indignación popular respecto de un régimen que apenas tiene 5% de aprobación”

Este es un gobierno que brilla por su ineptitud. En diversas conversaciones sostenidas con la dirigencia magisterial del SUTEP, tanto el Ministerio de Educación como el MEF habían llegado a diversos acuerdos que iban a ser tenidos en cuenta en el pliego presupuestal del próximo año.

El gobierno, haciendo caso omiso a su propia palabra, ha decidido romper su compromiso y pretende aprobar un Presupuesto General en el que no se incluirían ninguno de los acuerdos tomados. Como resultado de ello, el SUTEP, gremio que agrupa a 320 mil maestros y que el pasado 23 de mayo convocara a un exitoso paronacional que diera lugar a inmensas movilizaciones callejeras en todo el país, ha decidido iniciar desde hoy una huelga de hambre en cuatro macrorregiones y, de seguir siendo soslayado, convocar a una pronta huelga nacional indefinida.

No solo estamos frente a un incumplimiento de la palabra oficial empeñada sino frente a un acto de torpeza política mayúscula del régimen. Como hemos sostenido recientemente, este gobierno no va a caer por acción del Congreso (jamás van a vacar a Dina Boluarte), pero un movimiento de las masas en las calles, que ya están en punto de ebullición -como se aprecia por diversos actos aislados de furia popular-, sí puede ser el detonante de su caída.

Este gobierno, que dilapida recursos, de la mano de un Congreso populista, no es capaz de cumplir acuerdos básicos, que deberían llevarlo a cumplir la Constitución, que asigna el 6% del PBI al sector Educación, está jugando con fuego.

Una movilización beligerante de la masa magisterial puede ser el gran gatillador de la indignación popular respecto de un régimen que apenas tiene 5% de aprobación. El ministro de Educación y el titular del MEF son ciegos frente a esa posibilidad. Ojalá el premier Adrianzén, quien parece más ducho en política, se dé cuenta del grave riesgo que implica tener a todo el magisterio movilizado y el potencial de contagio y de detonante de la furia callejera que ya las encuestas reflejan, pero que aún no cuaja en protesta pública.

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