Carla Sagástegui

A golpes

"Los medios que viven de difundir golpes y peleas de famosos hacia sus parejas, sonríen, dándole la espalda a una generación de niñas, niños y adolescentes abandonados en un sistema educativo a punto de colapsar. "

En estos últimos días, la prensa se ha concentrado en varios casos de peleas conyugales de congresistas y de un futbolista muy conocido. Todos los conflictos han implicado situaciones de violencia que la prensa ha sabido aprovechar para circular relatos, imágenes, opiniones y así aumentar su audiencia y fidelidades mediáticas. Desde los años 90 varias conductoras de televisión han conseguido un éxito comercial muy grande gracias a los engaños y violentas respuestas que sus reportajes y entrevistas traen consigo. Como en el Perú no existen comités dentro de los mismos medios o en el Estado que pongan freno a tan gran negocio, parece haberse naturalizado que sea la opinión pública la que sustente toma de bandos, si con uno, si con otro, e incluso presionen sobre la decisión de las instituciones a las que pertenecen. 

Esta práctica trae riesgos muy grandes, pues dado que el ser humano va asentando su personalidad y comportamiento siguiendo ejemplos y modelos en el hogar y en su entorno, no solo naturaliza la violencia, si no el éxito mediático que está trae consigo. Y alcanzar la popularidad en redes y medios no es ahora tan sólo un pasatiempo sino una profesión que buena parte de la adolescencia mundial tiene como meta laboral; pareciera entonces que fomentamos el saber manipular la violencia conyugal como un recurso para conseguir la fama tan ansiada y sus beneficios económicos. 

Si como sociedad tuviésemos un juicio sano, deberíamos haber desarrollado herramientas para detener las distintas formas de violencia que nos rodean porque la violencia escala, se multiplica y nos anula, nos acorta y amarga la vida, sobre todo la de las niñas y niños obligados desde su fragilidad a conformarse o defenderse sin tener el poder de un adulto. Y traigo el tema del poder porque está asociado directamente con la violencia. La prensa difunde los casos en los que congresistas y futbolistas son los agresores. Es por eso que las víctimas requieren del apoyo de un sistema judicial que pueda dar protección, y no otro que responda a la presión mediática, las conveniencias de las instituciones a las que pertenecen y a otros arreglos que son tradición en nuestro sistema de justicia. 

Y han sido precisamente congresistas, vergonzosamente liderados por mujeres, quienes han perseguido y prohibido la educación sexual integral en las escuelas, principal materia en buena parte del mundo, donde se enseña cómo relacionarse sanamente con las personas con las que se mantienen relaciones sexuales, cómo cuidar y defender nuestros cuerpos, cómo evitar los abusos de poder de género en sociedades tan machistas como la nuestra.  Les hemos quitado la posibilidad de educar generaciones libres de tremenda opresión que vive más de la mitad de hogares peruanos. De darles herramientas para escapar de la trata, principal crimen que ha repuntado de manera escalofriante en el país debido a la minería ilegal y el narcotráfico. 

Si nuestros congresistas citan la Biblia para evadir esta responsabilidad y luego la utilizan para afirmar que ser autoridad es ser un rey elegido por Dios, están llevando al límite la política y la democracia con tal de continuar defendiendo el derecho que sienten de cometer abuso, contra las mujeres, contra la diversidad sexual, contra la defensa de nuestros cuerpos. Y los medios que viven de difundir golpes y peleas de famosos hacia sus parejas, sonríen, dándole la espalda a una generación de niñas, niños y adolescentes abandonados en un sistema educativo a punto de colapsar. 

Nuestro siguiente gobierno, tendrá que ser uno con la capacidad de hacerse cargo, de sentirse responsable de ponerle freno a este abandono. Pongamos toda nuestra imaginación en conseguirlo. Nuestro futuro lo reclama.

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