Ya nada que haga la presidenta Boluarte -considerando sus tremendas limitaciones- la hará remontar los altísimos índices de desaprobación que exhibe de modo creciente. Datum le otorga 92% de desaprobación y apenas 5% de aprobación (de 20 personas solo la aprueba una) e Ipsos le da 92% de desaprobación (igual que Datum), pero apenas 4% de aprobación (cae de 6 a 4%, un tercio menos en un mes).
La presidenta se desgañita diciendo que hay una suerte de terrorismo mediático que la golpea y que esa es la causa de sus cifras desaprobatorias. Es verdad que la mayoría de medios no le tiene simpatía alguna, pero está probado también que ya la prensa no influye en la sociedad como antes. Las causas de su situación son otras.
No hay una sola política pública que se precie de serlo a carta cabal, no hay una sola entidad estatalque haya mejorado desde que asumió el poder, no hay casi ministerio respetable, no hay obra pública relevante (se tiene que colgar de la inversión privada, como Chancay o el aeropuerto), no hay perdón sincero y reparación judicial por la enorme cantidad de muertos con laque estrenó su gobierno (al contrario, algunos ministros y el Premier siguen hablando de terrorismo subversivo detrás de la algarada).
A ello se suma la sumatoria de escándalos (Rólex, Cerrón, patinazos verbales recurrentes), que contribuyen a desdibujar la investidura presidencial, no haciéndola respetable.
Lo peor es que nada de eso va a cambiar, si no es para peor. Normalmente, en una situación de crisis semejante (agravada ahora con el resurgimiento de la protesta social en varios frentes), uno acude a cambios ministeriales radicales para refrescar el ambiente, pero ya se anticipa que -como ocurrió con el último- seríapara peor y no para mejorar.
Y que no se haga la desentendida de este desastre la izquierda, porque si tenemos a Dina Boluarte sentada en Palacio es porque ganó Pedro Castillo con el apoyo de toda la izquierda, inclusive la moderada. Lo único que cabe agradecer es que interrumpió el itinerario estatista y golpista de Castillo, pero fuera de ello Boluarte no tiene mérito que exhibir y las encuestas son el fiel reflejo de semejante estado de cosas.