No sé qué es peor en términos socioculturales, si la autocensura de la Pontificia Universidad Católica del Perú respecto de una obra de teatro que trataba con irreverencia la figura de la virgen María, o si la vuelta de la estatua de Pizarro a un lugar prominente en la ciudad, a despecho de la orgía de violencia y saqueo que tuvo para la población indígena de estos territorios la llegada de los conquistadores españoles.
La PUCP ha cometido un grosero error, llevada por el temor a la reacción furibunda de la derecha conservadora y les ha dado un mensaje terrible a sus propios alumnos, al hacerles saber que el arte tiene parámetros religiosos que debe cumplir si quiere estar en caja. El festival “Saliendo de la caja” ya nunca más será el mismo luego de este acto de pusilanimidad mostrado.
Y Pizarro, el iniciador de la tragedia apocalíptica que supuso para las masas indígenas la llegada de los españoles, ha vuelto por sus fueros gracias al hispanismo iletrado del alcalde de Lima, que hace suyas tesis hispanistas que por estos días la ultraderecha ha insistido también en subrayar. El mestizaje que tanto se pondera no nació de armoniosas relaciones consentidas entre blancos e indios sino que fue producto de la violación y esclavitud sexual de las indias a sus conquistadores. Ello no merece ponderación ni rescate sino superación. Es inevitable nuestra condición de país mestizo, pero deberá asumirse bajo la contrición de un pecado original que nunca debió ser reivindicado como hecho cultural positivo.
¿Es cierto que después, con la República, el indio mereció peor suerte? Sí, he allí, pues, la herencia colonial, que aun hasta nuestros días cargamos encima y que es menester superar. Y ello no se logrará con gestos simbólicos retrógrados, como devolver la estatua del iniciador del proceso de conquista a un sitial que no merece.
Felizmente, en algo compensa estos trastes, la decisión del Vaticano de disolver el Sodalicio de Vida Cristiana, una orden religiosa preñada de denuncias de abuso sexual y psicológico por parte de la mayoría de sus fundadores. Tarde ha llegado la reacción del Vaticano, pero ha llegado y solo queda confirmar que la información se haga oficial. Un duro golpe a las huestes reaccionarias del país que la justicia demandaba. Una buena noticia en medio de una semana cargada de avances culturales de la derecha ultramontana.
–La del estribo: muy placenteras y recomendables dos obras de la premio Nobel coreana, Han Kang: La vegetariana y La clase de griego. Literatura fácil en términos narrativos, pero honda en su densidad psicológica. Y sigue llegando buen teatro. A ver La Cena, obra dirigida por María Dalidou, basada en la obra de Herman Koch. Va en el entrañable teatro Ricardo Blume del 24 de enero al 2 de marzo. Entradas en Teleticket.