[OPINIÓN] La Municipalidad de Barranco anunció, sin el menor pudor, que la Costa Verde volverá a cerrarse tres veces más: miércoles 3, viernes 5 y sábado 6 de diciembre. No es un aviso, es una advertencia: los vecinos y los ciudadanos deberán soportar otro round de caos porque a algún pelotudo se le ocurrió que 50 atletas merecen paralizar media ciudad.
Mientras tanto, cientos de miles de personas que necesitan trabajar o estudiar tendrán que meterse nuevamente por las calles frágiles de Barranco, hechas polvo desde hace años por absorber semejante carga. Las pocas vías que aún resisten simplemente seguirán cediendo. Todo porque los organizadores de los Juegos Bolivarianos no hicieron su trabajo y el Gobierno Regional de Ayacucho no construyó nada pese a haber recibido los fondos. Resultado: la competencia que debía realizarse allá termina improvisada acá.
Lo curioso es la tranquilidad con la que lo informan. Como si fuese normal cerrar una vía vital tres veces en una semana. Como si los limeños no estuviéramos hartos de que nuestro tiempo y paciencia sean deleznables. Como si no supiéramos que todo esto responde a la incapacidad de una cadena completa de funcionarios pelotudos que no entienden la ciudad que administran.
Y esto no es nuevo. Durante dos años, Porky y sus aliados en Miraflores, Barranco y San Isidro ya nos habían dejado bien entrenados: tráfico interminable, obras sin orden y una planificación urbana digna de una comedia negra. Nada cambió. Solo se confirmó que la improvisación es política pública y que la ciudadanía sirve como pera de boxeo.
Así que tomen nota: este fin de semana pueden mirar el sol, pero la playa no es opción. La Costa Verde estará cerrada otra vez, gracias al mismo grupo de pelotudos iluminados que insiste en recordarnos que la ciudad está en manos de gente que no debería administrar ni un semáforo.







