[EL DEDO EN LA LLAGA] No. No me refiero al congresista peruano Fernando Rospigliosi, quien militó en su juventud en el partido marxista Vanguardia Revolucionaria y ahora forma parte de la derecha autoritaria, mercantilista y antidemocrática representada por el partido Fuerza Popular de Keiko Fujimori. Me refiero al abogado alemán Horst Mahler, quien ha fallecido recientemente, el 27 de julio, a la edad de 89 años.
La primera vez que supe de él fue cuando leí su nombre en la extraordinaria investigación periodística plasmada en el libro “El complejo Baader-Meinhof” (“Der Baader-Meinhof-Komplex”) del periodista Stefan Aust, publicado por primera vez en 1985. Allí se narra al detalle la historia de la Fracción del Ejército Rojo (Rote Armee Fraktion, RAF), el grupo terrorista de izquierda que mantuvo en vilo a la sociedad alemana allá en la década de los setenta.
Al haber planeado la liberación violenta de Andreas Baader, quien purgaba prisión por ser responsable de haber iniciado incendios en dos tiendas de departamentos de Frankfurt, Horst Mahler es considerado junto con el mismo Baader, además de la periodista Ulrike Meinhof y Gudrun Esslin, pareja de Baader —quienes también participaron del plan efectuado el 14 de mayo de 1970—, uno de los iniciadores del grupo terrorista.
Ya el año anterior, el 1° de mayo de 1969, Mahler había fundado, junto con los abogados Klaus Eschen, Hans-Christian Ströbele y Ulrich K. Preuss, el Colectivo Socialista de Abogados (Sozialistische Anwaltskollektiv), un bufete gestionado colectivamente en Berlín Occidental, que defendió principalmente a estudiantes del movimiento del 68 de acusaciones penales y se hizo especialmente conocido en la opinión pública por la defensa de varios miembros de la Fracción del Ejército Rojo en el proceso de Stammheim (Stuttgart, mayo de 1975 a abril de 1977).
Pero Mahler no participaría de ese proceso ni como acusado ni como abogado defensor. Tras la liberación de Andreas Baader, huyó con más de 20 miembros de la RAF a Jordania para entrenarse allí en la “lucha armada”. De regreso en Alemania, tras participar en tres asaltos a bancos, fue arrestado en septiembre de 1970 y posteriormente condenado a 14 años de prisión. En 1974 decidió unirse a un insignificante partido maoísta y fue expulsado de la RAF. Asimismo, renunciaría al terrorismo como vía política. Con la ayuda de su entonces abogado, el ulterior canciller federal Gerhard Schröder, fue liberado anticipadamente en 1980 tras cumplir dos tercios de su condena. Su oficial de libertad condicional fue el teólogo evangélico Helmut Gollwitzer.
En 1987, el Tribunal Federal Supremo le permitió a Mahler recuperar su licencia como abogado. Nuevamente fue representado por Gerhard Schröder. El abogado exterrorista de izquierda, ¿se había finalmente rehabilitado? Aparentemente. Sin embargo, otro cambio se iba a operar en la vida del protagonista de esta historia.
Aproximadamente a partir 1997, Mahler comenzó a hacer pública su inclinación hacia el extremismo de derecha y a moverse en ese entorno. El 12 de agosto de 2000, se unió al Partido Nacionaldemócrata de Alemania (Nationaldemokratische Partei Deutschlands, NPD), una agrupación política de orientación neonazi, fascista y antisemita. En su comunicado de prensa al respecto, afirmó que consideraba la constitución alemana (Grundgesetz) como un «texto provisional para el período de transición hasta la restauración de la capacidad de actuar del Reich alemán». Entre 2001 y 2003, Mahler representó al NPD ante el Tribunal Constitucional Federal, cuando el gobierno federal intentó lograr su prohibición. Sus comunicaciones escritas al tribunal consistían en gran parte en pasajes de textos ideológicos de diversas procedencias. En 2003, tras el fracaso del procedimiento de prohibición, Mahler abandonó nuevamente el NPD, argumentando: «El NPD es un partido orientado al parlamentarismo, por lo tanto, anticuado y, al igual que el propio sistema parlamentario, condenado al colapso». Confirmaba así sus convicciones antidemocráticas.
En noviembre de 2003, Mahler fundó una asociación para la rehabilitación de los perseguidos por negar el Holocausto, a la que, además de él mismo, pertenecían varios conocidos negacionistas del Holocausto judío. La asociación fue prohibida en 2008 por ser contraria a la constitución.
Desde su liberación de prisión, Mahler defendió una y otra vez posiciones antisemitas. La base era una interpretación antisemita del idealismo hegeliano, en la que veía el germanismo y el judaísmo como opuestos dialécticamente. De la superación de esta oposición esperaba la constitución del “espíritu objetivo”, de acuerdo a la filosofía de Hegel.
Desde febrero de 2004, como cofundador del extremista Deutsches Kolleg junto con Reinhold Oberlercher y Uwe Meenen, enfrentó un juicio en el Tribunal Regional de Berlín por incitación al odio. El motivo fue un panfleto titulado “Proclamación del levantamiento de los decentes”, publicado en internet el 15 de octubre de 2000, poco después del llamamiento de Gerhard Schröder al «levantamiento de los decentes». En este texto se exigía, entre otras cosas, la prohibición de las comunidades judías en Alemania y la expulsión de todos los solicitantes de asilo y de «todos los extranjeros que se hayan quedado sin empleo». Además, se acusó a Mahler de haber permitido, en septiembre de 2002, la distribución a periodistas en la sede del NPD en Berlín-Köpenick de un documento en el que el odio contra los judíos se describía como «una señal infalible de un sistema inmunológico espiritual intacto». Según Mahler, los judíos «trabajan conscientemente en la descomposición de los espíritus nacionales y aspiran al dominio sobre los pueblos». Por ello, afirmaba, «incluso los Protocolos de los Sabios de Sion, aunque sean una falsificación, son testimonio auténtico del espíritu judío».
Debido a diversos delitos y actividades inconstitucionales —algunos de ellos ya descritos anteriormente—, incluyendo negación del Holocausto, amenazas de muerte y violencia, declaraciones antisemitas y neonazis, y el uso de símbolos de organizaciones contrarias a la constitución, Mahler fue condenado al pago de multas y a penas de prisión. Con una interrupción de dos años, estuvo encarcelado desde 2006 hasta 2020. Además, una prohibición provisional en 2004 para ejercer la profesión de abogado fue confirmada en 2009 con la revocación definitiva de su licencia de abogado.
Poco antes de su liberación de prisión en 2020, Mahler manifestó que existía una «dominación extranjera judía sobre el pueblo alemán». Los «alemanes con voluntad de ser alemanes» serían, según él, «presa fácil en el ámbito del poder judío».
Hay algunas constantes en la trayectoria de Horst Mahler, donde parece cumplirse aquello de que «los extremos se tocan». Sea de izquierda o derecha, siempre tuvo una posición antidemocrática, alimentada por un fanatismo extremista y un odio hacia determinados sectores de la población, que debían ser expulsados —si no suprimidos— de la sociedad. Y, por supuesto, un desprecio hacia los derechos humanos de esos grupos poblacionales.
Lo cierto es que su trayectoria de vida, desarrollada en otro contexto que el peruano, nos ilumina y nos ayuda a entender la metamorfosis cucarachenta de Fernando Rospigliosi, quien pasó de ser un militante de izquierda recalcitrante a un fujimorista derechista de línea dura, que se zurra en los derechos humanos de las víctimas de la violencia y defiende los derechos de los victimarios —entiéndase, derecho a que sus crímenes queden sin castigo— a través de leyes de impunidad y amnistía. Y eso sólo se explica, al igual que en el caso de Horst Mahler, por una posición antidemocrática, un fanatismo extremista y una defecación habitual, carente de principios e ideas, sobre los derechos a la justicia y a la reparación de los más vulnerables y afectados. Y sobre el derecho a una vida digna según valores democráticos, valores en los cuales Rospigliosi parece nunca haber creído realmente.