Rik Ahrdo

Quiero ser presidente

"En el Perú, lanzarse a la presidencia no exige logros ni virtudes, sino solo autoestima ilimitada. Aquí les presento a Rafael López Aliaga, alias “Porky”: alcalde de Lima, profeta digital y rottweiler de verbo suelto, que por ahora, sueña con gobernar… en TikTok."

Por: Rik Ahrdo

Para aspirar a la presidencia del Perú se requiere más que títulos o fortuna: se necesita un ego descomunal. Considerarse predestinado a dirigir una nación donde la envidia es deporte nacional y las instituciones están infiltradas por la corrupción, la mediocridad y el progresismo caviar, no es empresa fácil. El simple hecho de lanzarse al ruedo ya merece reconocimiento… pero de carácter psiquiátrico.

En este escenario de aspirantes mesiánicos, emerge Rafael López Aliaga, un hombre de Dios,  más conocido como “Porky”. Un personaje de apariencia afable y cariñosa, pero con temperamento de rottweiler enjaulado. Actual alcalde de Lima y, según sus propias declaraciones, futuro presidente de la República. ¡Ajá!

Don Rafael ha convertido la confrontación en su ejercicio matinal. Se enfrenta diariamente a periodistas, medios, empresarios, transportistas, autoridades y, si el tiempo lo permite, hasta a su propio reflejo. Los analistas más perspicaces atribuyen su excedente energético a la soltería —sin cónyuge, hijos ni suegra con quien contrastar opiniones— lo que lo impulsa a salir a las calles dispuesto a repartir golpes dialécticos al primer proyecto de adversario que le respire cerca.

Su entorno, además, no genera confianza alguna: el elenco de funcionarios que lo rodea resulta inquietante. Si entre los actuales alcaldes distritales y asesores de Renovación Popular se encuentra la cantera de futuros congresistas o ministros, el panorama se torna de sombrío a casi desolador.

Mientras su socio celestial, el Creador, diseñó el universo en seis días, a Porky ya se le fueron tres años vendiéndonos una utopía virtual. Obras grandiosas que solo existen en videos de Instagram o notas en TikToks con efectos especiales. En la realidad tangible: muy poco.

Y aunque él asegura mantener línea directa con lo divino, me parece que ha pecado incurriendo en una grave falta al octavo mandamiento: Y es que Lima no es hoy, ni por asomo,  una “potencia mundial”… ni vislumbra serlo si continuamos por este camino.

Y el pecado se agrava con una estrategia de popularidad digital sustentada en trolls —especialistas en desinformar— y distrayendo la atención de los incautos con un simpático morenito saltando por la metrópoli, que no construye liderazgo, menos soluciona el tráfico caótico o la creciente inseguridad ciudadana… por mencionar lo apremiante.

Querido Porky: El dinero puede sostener una campaña de apariencias e ilusiones por un tiempo, pero no podrá ocultar la ausencia de obras tangibles por mucho tiempo más. Más temprano que tarde, la verdad saldrá a la luz.

Ante tal escenario, estimado amigo: si verdaderamente anhelas la presidencia, convendría que reconsideres tu enfoque de bulldozer y ajustes tus ofertas a la realidad. Porque, en las actuales condiciones, ni la Providencia ni este servidor votaremos por ti —ni en la primera vuelta.

Un apunte final: hoy, tanto Rafael como el “Payaso Talentoso” encabezan los supuestos sondeos. Sin embargo, la experiencia política peruana es contundente: quien lidera las encuestas con un año de anticipación, suele terminar observando la ceremonia de juramentación desde la tribuna. Y no olvidemos a los ausentes con mayor organización: Antauro y Cerrón. Sus planteamientos son deplorables, sin duda… pero al menos constituyen propuestas concretas. Proponer matar a los corruptos es inviable, ciertamente, pero resulta más transparente que anunciar milagros sin materializar obras.

¡Hasta la próxima!

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