Rik Ahrdo

Quiero ser presidente

"Hernando de Soto, el autoproclamado "mesías del capitalismo informal" regresa nuevamente a la arena política sumando a su trillado currículum, una característica innegable: la vejez."

Parte tres ¡Papapa Presidente! A la tercera va la vencida…

Por: Rik Ahrdo

En un país acostumbrado a los personajes políticos extravagantes, Hernando de Soto logra destacarse con méritos propios. A sus 83 años, el autoproclamado «mesías del capitalismo informal» regresa por tercera vez a la arena electoral como si fuera la primera vez : con la misma sobreactuación, idéntico narcisismo y rodeado de teorías a medio digerir que vende como propias y revolucionarias. La única diferencia es que ahora suma a su currículum político una característica innegable: la vejez.

La derecha peruana ha degenerado en las últimas décadas. De tener representantes con convicción y sustancia, ha pasado a delegar su representación en voceros de quinta categoría que brillan en la Confiep mientras los verdaderos dueños del poder económico observan cómodamente desde la distancia. En este escenario, De Soto ha encontrado su nicho perfecto: ni empresario genuino, ni político con base social, sino simple intermediario que sobrevive en las grietas del sistema.

Su mayor habilidad no está en elaborar propuestas viables, sino en reciclar ideas ajenas presentándolas como propias. Resultó casi cómico verlo hace pocos días apropiarse del concepto de las 200 millas marítimas —una política establecida a fines de los años 40 por Bustamante y Rivero— como si fuera una solución revolucionaria de su propia cosecha. Un patrón de apropiación intelectual, ya visto con «El Otro Sendero»  y que, al parecer,  constituye desde hace un tiempo su método preferido. “A la vejez, viruela”, diría mi abuelita. Eso de tomar textos existentes y presentarlos como propios, no es muy digno de quien pretende representarnos. 

En ese sentido, su historial de coqueteos  políticos ha sido tuttifrutti. Salvo con los ahijados de MVLL, Toledo y Humala, De Soto se ha fotografiado con todos; con Keiko, su papá, con García y hasta con Chibolín… y como cereza de la torta, la patética foto con Pedro Castillo tras las elecciones de 2021. No importa la orientación política de quien ostente el poder; él siempre encuentra la manera de posar para una foto oficial, aunque sea con Gadafi. 

Lo más preocupante es que, detrás de su fachada de «Super International Advisor», existe un vacío propositivo absoluto. ¿Qué ha logrado concretamente en sus múltiples «asesorías? ¿A quién le ganó?

A estas alturas, lo que proponga De Soto carece de relevancia. Su trayectoria habla por sí sola: un aficionado bailarín, copy-paste,  con el idioma masticado y el ego exacerbado.

Por ello, en las próximas elecciones, votemos por quien queramos, pero al menos hagamos el esfuerzo de evitar que nuestro voto engrose la estadística de este eterno candidato que nunca llegará a presidente, pero que siempre consigue lo que realmente busca: una foto más para su colección de vanidades.​​​​​​​​​​​​​​​​

Palabra de maestro. 

Mas artículos del autor:

"Quiero ser presidente"
"Una sola lección, un anzuelo y un eslogan"
"Quiero ser presidente"
x