¿Se puede gobernar con tan bajos índices de aprobación? Sí. Toledo es la mejor demostración de ello y el suyo no fue un mal gobierno, visto en perspectiva. Pero también es cierto que en una circunstancia en la que se impone la necesidad de reformas y no solo gobernar en piloto automático, es preciso contar con ciertos consensos. Y con la población, no con el Congreso, que a su vez muestra sus propios problemas (cae de 11 a 8% en su aprobación en la referida última medición de Datum, seguramente por los escándalos del bufet y de los viajes).
Este gobierno es abismalmente superior al de Pedro Castillo. Mejoría tecnocrática, claridad económica superlativamente mejor, liderazgo presidencial claro. Le ha tocado bailar con la tribuna enfervorizada en contra, a lo que contribuyó él mismo con la inaceptable respuesta represiva inicial, pero que merece una mejor suerte en las encuestas. Esperamos que las semanas siguientes confirmen que comienza a estabilizarse.