No me parece una mala noticia que el gobierno haya decidido tomar distancia del empresariado, dejando de asistir en bloque (ningún ministro ni la presidenta acudieron al último CADE) al evento empresarial más importante del año.
Claramente, ello ha obedecido a los pronunciamientos críticos de varios gremios empresariales respecto de decisiones gubernativas, siendo la cereza del postre una encuesta de Ipsos a los propios asistentes al evento que mostraba una enorme desaprobación de la gestión presidencial.
Los organizadores lamentaron esa ausencia, aunque la revistieron de sensatez al considerar que ello era un acicate a seguir propendiendo a un acercamiento del gobierno con la inversión privada. La verdad es que veo más bien como una buena noticia esa ausencia y esa distancia premeditada.
No les hace bien a los poderes fácticos de la derecha ser asociados con el régimen. Ya suficiente con que la ciudadanía identifique a este gobierno como el resultado de una coalición de derechas afincadas en el Congreso como para que el núcleo duro de la derecha -el empresariado- también se vea metido en la colada.
No pierde nada el inversionista privado con esta lejanía. Igual, sus decisiones de invertir o no se van a mantener, hayan visto presencialmente a ministros o a la gobernante o éstos hayan brillado por su ausencia.
El empresariado debe seguir con el pie en alto siendo vigilantes y críticos de la mediocre gestión gubernativa. Este es un gobierno que no ata ni desata y el empresariado se equivocó garrafalmente al inicio de la gestión de Boluarte cuando ponderó la relativa estabilidad que ofrecía -luego del caos castillista-y le endosó un apoyo superlativo. Después, felizmente, ha enmendado el error.
No hay que darle tregua al gobierno. Sus actos son de una ineficacia e indolencia tales que ameritan una actitud crítica no solo de los medios de comunicación -que felizmente es mayoritaria-, sino también de la sociedad civil, dentro de la cual el empresariado es pieza fundamental.
De lejitos mejor
“El empresariado se equivocó garrafalmente al inicio de la gestión de Bolaurte cuando ponderó la relativa estabilidad que ofrecía y le endosó un apoyo superlativo”