Ahora resulta que también el APRA, cuyo último periodo de gobierno fue el más derechista de todos los que ha habido en la transición democrática, lejos de reivindicar ello, opta por la muletilla histórica de ser una opción de izquierda democrática, sumándose así a la tendencia general de otros grupos, como el fujimorismo, que dice abominar de la extrema derecha, o de Renovación Popular que dice no ser de derecha sino un partido socialcristiano.
Obviamente, no estamos siendo testigos de un camino de conversión ideológica fruto de un largo proceso interno de reflexión. Los tres van a seguir siendo partidos de derecha, como siempre lo han sido. Ante lo que estamos es ante una estrategia de marketing, bajo la convicción cada vez menos cierta de que es por el centro que se sube al poder en el Perú.
Pueden estar cometiendo, por ello, un error. Es verdad que históricamente –en los últimos treinta años- los partidos que se han colocado en el centro han sido los que han logrado ganar las elecciones, pero eso no solo no ha sido cierto en la última elección, donde un Castillo radical triunfó sin centrarse, sino que las encuestas reflejan que las identidades ideológicas son, más bien, proclives a candidaturas de derecha (en la última encuesta del IEP, el 36% de la población se autodefine de derecha, un 36% semejante de centro, y un minoritario 28% de izquierda).
Más importancia va a tener la novedad que represente el candidato presidencial (las encuestas prefieren alguien fuera del establishment), que las movidas presuntamente ideológicas que algunos partidos de derecha están tratando de insertar en el imaginario ciudadano desde ya.
De la mano, más significativo va a ser que las propuestas que se planteen sean disruptivas y atractivas, que autodefinirse de centro, bajo la falaz creencia de que un centro impostado va a calar en la credibilidad del ciudadano elector.
Estas impostaciones ideológicas citadas no van a ayudar en nada a las pretensiones electorales de las tres fuerzas políticas mencionadas (Fuerza Popular, Renovación Popular y APRA). Las tres tienen activos propios suficientes como para hacerse valer sin enmascaramientos deleznables para la contienda electoral venidera.