Para construir una sociedad más segura, es necesario trabajar en la prevención del delito, promoviendo políticas públicas que fomenten la educación, la cultura, el deporte y el empleo, entre otros aspectos. También es importante fortalecer los sistemas de justicia y garantizar que las víctimas de delitos reciban la atención y protección necesarias.
No hay convivencia democrática ni calidad de vida mínima si el Estado permite que la delincuencia campee a su antojo, con absoluta impunidad, y sin sistemas de actuación efectivos (policía, justicia, penitenciaría, etc.). La democracia peruana está en juego permanentemente, por muchos factores, pero quizá el más incidente sea el de la delincuencia y la consecuente inseguridad ciudadana, que, como siempre, afecta, sobre todo, a los más pobres, que se sienten abandonados por el Estado y se constituye así en otro caldo de cultivo del sentimiento antiestablishment.