El lado A y el lado B

Bastiat fue un economista francés que vivió entre 1801 y 1850. Uno de sus principales escritos fue un conjunto de artículos en un libro denominado “Lo que se ve y lo que no se ve”. Dentro del mismo uno de ellos se denominó, el cristal roto. La historia es simple y sirve para analizar varias de las ideas que circulan en economía y que servirían para tomar mejores decisiones en estos momentos complicados.

Un niño arroja una piedra y rompe un vidrio. Lo que parece ser una desgracia puede, según algunos, servir para reactivar la economía. Algún familiar del niño deberá destinar dinero, para seguir el ejemplo de Bastiat, seis francos, para reponer el vidrio. Esto creará la demanda por un vidrio nuevo, por lo que algún vidriero tendrá ahora trabajo y recibirá el pago mencionado, a cambio de construir y colocar el vidrio. Con esos seis francos, el vidriero comprará otros bienes, digamos alimentos, con lo que se moverá otro sector de la economía. De acuerdo con Bastiat, esto es lo que se ve.

Sin embargo, lo que no se ve, es que esos seis francos han dejado de gastarse en otro objetivo, digamos zapatos, pues se han usado en el vidrio nuevo. El dinero tiene un costo de oportunidad, pues puede usarse en otra cosa. Lo que no se ve es que se ha dejado de comprar zapatos y por ende el productor y vendedor de zapatos no ha recibido el dinero que habrían recibido si es que no se hubiera usado el dinero en reponer el vidrio. El resultado es que dejó de moverse el sector que produce zapatos.

Nótese que en caso no se hubiera roto el vidrio, la economía tendría además del vidrio, los seis francos invertidos en zapatos. Habría vidrio más zapatos. Al romperse el vidrio, solo tendría un vidrio nuevo.

Además, si el hecho que haya una desgracia implica que la economía se vaya a reactivar por el gasto que se hará en la reparación, entonces bastaría destruir infraestructura o esperar por un desastre natural para que luego con la reconstrucción, se levante la economía. Y eso no tiene sentido. 

Esto pone en cuestión varias cosas. Veamos un caso puntual. El gobierno decidió usar más de cinco mil millones de soles en el bono Yanapay y así elevó el gasto público. Más de trece millones se benefician con 350 soles cada uno. Ese es el lado A. Sin embargo, ese dinero se pudo usar en otros fines que tuvieran un mayor impacto sobre el bienestar. Por ejemplo, asegurar insumos alimentarios a todos los comedores populares, ollas comunes y organizaciones de base, de modo que los ciudadanos más vulnerables tuvieran desayuno, almuerzo y comida durante más de un año. Ver lo que no se ve es fundamental para evaluar las políticas públicas, pues todas generan efectos colaterales a veces no deseados y siempre el dinero o cualquier recurso, puede usarse en otro fin.

Piense ahora en los últimos veinte años y vea en qué gastó el dinero. ¿Qué hubiera pasado si ese dinero se invertía en salud y educación? ¿Cómo estaríamos ahora? ¿Quiénes son los responsables entonces?

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Carlos Parodi, Entendido de economía

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