Padre no ve a sus hijos-Sudaca

Los padres que no pueden ver a sus hijos

Jorge no sabe nada de su hija, luego de denunciar a la madre por maltrato físico y a la pareja de ella por abuso sexual contra la menor. Héctor busca la tenencia de su primogénita tras probar que su mamá la golpeaba y la insultaba. José no puede ver a su pequeña a pesar del régimen de visitas. “Papá, yo te quiero mucho, pero no te recuerdo tanto”, le dice la niña. Todos buscan que el Congreso apruebe un proyecto de tenencia compartida.

«Es la peor pesadilla, no se lo deseo a nadie. Es un infierno todos los días no saber nada de mi hija”, se lamenta Jorge Romero Espinoza, quien desde hace dos años no tiene noticias de Massiel (6). “No sé si sigue viva o si está bien”, asegura. Presume que Nilda Quispe Huamantica, la mamá, se la ha llevado. Antes de desaparecer, él la denunció por violencia física y psicológica contra la niña. También acusó a la nueva pareja de Quispe de abuso sexual.

Como Jorge Romero, hay más padres que sufren por no poder ver a sus hijos. Muchos de ellos son parte de la Asociación Tenencia Compartida, que agrupa a más de 400 personas. Aunque también hay mujeres, el 90% de los integrantes de este grupo son hombres. En nuestro país, lo más común tras una separación es que la tenencia se la otorguen a la madre.

Jorge Romero cuenta que su hija Massiel sufrió maltrato psicológico por parte de su madre desde sus primeros años de vida. Cuando la niña tenía tres años, él pidió la tenencia. Sin embargo, la jueza que llevaba el caso le recomendó que lo mejor era ir por el proceso de conciliación con la mamá, porque un juicio iba a demorar mucho tiempo.

El resultado de la conciliación: en enero del 2019 le otorgaron la tenencia a la mamá, mientras que a él solo le asignaron un régimen de visitas y un monto de pensión de alimentos que debía pasar mensualmente. Romero no estaba de acuerdo con el resultado, pero asegura que se vio “coaccionado y presionado para tener un documento que me permita ver a mi hija”.

 

La abogada María Espinoza Muñoz, autora del libro “Tenencia Compartida”, explica que, en las conciliaciones de este tipo, las madres se encuentran en una situación de ventaja. Esto se debe a que “todavía se cuenta con un sesgo de que las mujeres son mejores madres por su capacidad biológica. Se presume que la mujer es más capaz en el rol del cuidado de los hijos, a diferencia de los hombres”.

Luego de la conciliación empezó el calvario para Jorge Romero. Pero quien se llevó la peor parte fue Massiel, porque el maltrato dejó de ser solo verbal. “Ahí es donde comencé a perder el rastro a mi pequeña, porque la señora se negaba a cumplir el régimen de visitas […] Ahí también aumentó la violencia contra mi hija. En una de las pocas veces que me dejaba verla, mi hija me comenzó a decir que su mamá le pegaba”, cuenta el padre.

Un mes después de que le otorgaran la tenencia a Nilda Quispe, Massiel le contó a su papá que su madre la había golpeado con un palo en la pierna. “Mi mamá me golpea. Todos en casa de mi mamá me golpean”, le dijo la menor a la psicóloga que la atendió, según una resolución judicial del 2020 que le dio la razón al padre sobre los abusos. Indignado, Romero fue a la comisaría para denunciar a Quispe. El resultado del examen médico confirmó que la menor había sido violentada.

Aquella vez, Romero quiso llevarse a su hija con él y acudió al Centro de Emergencia Mujer (CEM) de Ate Vitarte para buscar ayuda. Sin embargo, en vez de ayudarlo a proteger a una niña de tres años, el personal impidió que se lleve a la menor porque la madre tenía la tenencia. Luego de insistir y reclamar por varias horas, a Jorge no le quedó más que irse sin su hija.

“Me dijeron que firme para darle a la niña, pero yo me negaba. Como no quise firmar, el abogado del CEM se paró y, empujándome, me sacó de la oficina. Ahí es donde se quedó mi hija con su mamá”, cuenta.

Como era de esperarse, el abuso contra la pequeña Massiel se intensificó. Un mes después ya no era solo violencia física, sino que ahora la niña le decía a su papá que su ‘tío Samuel’ -la nueva pareja de su mamá- “me toca la vagina, me besó en la boca, en el cuello”, como se puede escuchar decir a la pequeña en un video que consta en la resolución judicial.

 

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Resolucion judicial donde se da cuenta del maltrato fisico, psicológico y sexual contra Massiel.

 

 

Para recolectar pruebas y lograr demostrar el abuso hacia su hija, Jorge Romero fue personalmente a hablar con los vecinos. En los audios se escucha cómo una de las amigas de Massiel comenta lo que ella, con solo tres años, le contaba: “Le besaba en la boca. Medio triste me hablaba”.

Debido a esta denuncia y las pruebas que presentó el padre, un juzgado de familia le otorgó a Romero la tenencia provisional en enero de 2020. También le exigieron a Nilda Quispe y al ‘tío Samuel’ “el cese inmediato de todo tipo de violencia familiar […] que implique maltrato psicológico y sexual en agravio de la menor”.

Sin embargo, Jorge Romero nunca pudo llevarse a su hija. Cuando fue a buscar a Massiel a casa de su mamá, no las encontró. Desesperado, el papá acudió al Ministerio de la Mujer. Ante su insistencia, un funcionario le respondió que “denuncie al Ministerio y al CEM de Vitarte”.

Han pasado dos años y Romero aún no tiene noticias de su hija. “Ni una foto  ni  una   palabra  ni  una  llamada.  Absolutamente nada”, dice. Lo último que le dijeron en el CEM de Ate es que “no se sabe nada de la señora [Nilda Quispe], su celular suena apagado. Si usted sabe algo más, podría ayudarnos”.

 

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Hasta el día de hoy, Jorge Romero no tiene noticias de su pequeña Massiel. “Es un infierno todos los días no saber nada de mi hija”, se lamenta.

 

Pero Jorge Romero sigue buscando a Massiel. Cada mes deposita la pensión de alimentos con la esperanza de que a su hija no le falte nada. De haber tenido la oportunidad de una tenencia compartida desde el inicio, tal vez las cosas habrían sido distintas, reflexiona el hombre.

Intentamos comunicarnos con la madre, pero su teléfono no está activo. Fuimos a buscarla hasta la dirección consignada en su DNI, pero nos dijeron que ella no vivía ahí hace más de 15 años. Tampoco pudimos ubicar el supuesto domicilio que declaró al momento de la conciliación, en Ate. A septiembre del 2021, la policía no ha podido encontrarla, según consta en un parte policial.

NO SON “LESIONES GRAVES”

Héctor Lazo Cuba es contador y padre de dos niñas de seis y tres años. Busca que le otorguen la tenencia de ambas. La madre no deja que Lazo las visite, a pesar de contar con un régimen establecido. La historia también incluye acusaciones de violencia.

Una de las primeras agresiones físicas ocurrió, recuerda Lazo, cuando estaba bajando las escaleras con su hija mayor en brazos. Se dirigían al parque y de pronto “la señora salió corriendo y me rompió un muñeco de plástico en la espalda”, dice.

En el 2019, los ataques alcanzaron un nuevo nivel: Héctor Lazo denunció a su entonces esposa por apuñalarlo en la espalda con un lapicero. Un documento judicial que le otorgó medidas de protección confirma el daño: “Los resultados de la evaluación física y psicológica del denunciante concluyen que presenta signos de lesiones traumáticas corporales recientes y evidencia afectación emocional”.

Esta fue la gota que derramó el vaso y el motivo por el que el padre pidió el divorcio. Como en el caso de Jorge Romero, a pesar del antecedente de violencia, en la conciliación le dieron a la mamá la tenencia de las dos pequeñas y a él un régimen de visitas. En lo que duró este proceso, Lazo no pudo ver a sus hijas. “No pude ver a las niñas por ocho meses. Me enteré del nuevo domicilio de la madre cuando en los documentos del juzgado me llegó su dirección. Fue terrible porque en ese tiempo no sabía cómo estaban”, cuenta.

 

 

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A pesar de que Héctor se divorció de su esposa porque esta lo apuñaló con un lapicero, le dieron la tenencia de las dos niñas a la mamá. Hector solo tiene un régimen de visitas y denuncia que su exesposa maltrata a su hija mayor.

 

Cuando él se fue de la casa, quien se llevó la peor parte fue su hija mayor -a quien llamaremos ‘Ariana’ para proteger su identidad-, de seis años. Según Lazo, ella le contaba que sufría agresiones físicas y psicológicas, pero en la comisaría no mostraron interés en ayudarlo. Uno de los policías le dijo que debía llamar al 105 para pedir ayuda. Cuando Lazo lo hizo, al otro lado de la línea le dijeron que vaya a la comisaría. Al final, debido a la insistencia, un efectivo lo acompañó a casa de su exesposa a buscar a Ariana.

“Llegamos a la comisaría e increíblemente hicieron que mi hija pase al médico legista con la mamá, con la agresora. Como no había lesiones graves, me dijeron que no podían hacer nada y todo quedó ahí. Yo me quedé como ‘¿Qué hago ahora?’”, cuenta el padre.

El problema se repitió, pero ahora con la niña llorando encerrada en el baño de la casa, mientras la mamá golpeaba la puerta y gritaba. Nuevamente, Lazo acudió a la comisaría para pedir ayuda. Esta vez, para que le hagan caso, llevó un video donde se veía a la mamá gritándole a la niña y jalándole el cabello. El archivo también fue revisado por Sudaca y confirma la versión del padre.

 

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Captura de pantalla del video donde se ve a la madre de Ariana gritarle y jalonearla del cabello. La asustada niña permanece a un lado cubriéndose la cabeza.

 

Consultada por este medio, la madre denunciada acepta la veracidad del video. “El papá me ha acusado a mí por un video que ocurrió en agosto del año pasado. Él ha difundido que yo soy una madre violenta. Está vengándose porque yo lo boté de la casa”, dice en su intento por defenderse.

Aunque un policía lo acompañó a la casa de la mamá, al final no hicieron nada porque la señora se negó a salir. “No, señor. No puedo entrar porque no escucho gritos, no escucho nada», asegura Lazo que le dijo el efectivo cuando él le pidió que ingresara a la casa. Incluso, cuenta que deslizaron la idea de que estaba haciendo problemas “porque no quiere pasar pensión alimenticia”.

En enero de este año, Lazo volvió a denunciar a su exesposa por maltrato psicológico, también contra Ariana. El Juzgado de Familia resolvió otorgar medidas de protección a la menor y ordenó a la mamá a “no realizar cualquier acción que cause daño” a su hija. Además, se le ordenó tomar terapia psicológica. La lucha judicial continúa para ver quién se queda con la custodia de las dos menores.

Lazo dice que, para poder denunciar a la madre por violencia física, los policías le han dicho que su hija debe “tener el ojo morado, haber perdido un mechón de pelo o moretones”. “Pero como no tiene nada de eso, no puede pasar por el médico legista. Eso es precisamente lo que quiero evitar. La violencia es gradual. Conmigo empezó así”, apunta.

 

“TE QUIERO, PERO NO TE RECUERDO”

José -quien pidió mantener su nombre en reserva- se separó de su esposa en el 2011. Su hija tenía apenas un año. Desde entonces, verla o conversar con ella se convirtió en toda una batalla.

A pesar de tener un régimen de visitas, muchas veces la madre no permitía que José salga con la menor. Prueba de ello son las más de 50 constataciones policiales donde se deja evidencia que fue a la casa de su expareja y no le entregaron a su niña. “Mi hija tiene el derecho de crecer con sus dos padres”, sostiene él.

Las pocas veces que sí le dejaba salir con su hija, no podía demorarse ni un minuto en llevarla a casa de nuevo porque la mamá se enojaba y le reclamaba. “A veces íbamos al cine y teníamos que salir a la mitad de la película porque me empezaba a llamar para decirme que teníamos que regresar en ese momento”, continúa.

Incluso, cuenta José, la mamá de su hija llegó a tal punto que le negó cualquier contacto con el colegio de la niña. Según un documento de la institución, en el 2019 la mamá presentó una solicitud donde pedía ser la única apoderada que podía acercarse al colegio. Por ello, cuando José asistió a una reunión de padres, fue expulsado de la escuela.

 

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En la pandemia, la poca comunicación se hizo aún más escasa. José explica que su hija no tiene celular, pues la mamá no se lo permite. Tampoco puede llamar al número de la madre o mandarle mensajes, porque ella no le responde. “Una vez tuve el atrevimiento de llamarla para preguntarle por mi hija porque por mensajes no me contestaba. Me dijo: ‘este es mi teléfono personal, no tienes por qué llamarme’”, cuenta. Su única manera de hablar con la menor es a través de correo electrónico.

Lo que más lamenta José es no haber disfrutado crecer junto a su hija. “Mi hija ya tiene 12 años y me dice: ‘Papá, yo te quiero mucho porque eres mi papá, pero no te recuerdo tanto’. A mí me duele. ¿Cómo le puedes explicar a tu hija que no estás con ella no porque no la quieres, sino porque su mamá no me lo permite?”, comenta.

Lo que anhela es recuperar el tiempo perdido. “Yo como padre no sé llevar a mi hija al colegio. Nunca estuve en sus primeras palabras, no supe cómo creció, no la vi en su primer día de colegio. Son cosas que me he perdido por culpa de la ‘justicia’”, reclama.

José sabe que, en su caso, es tarde para pedir una tenencia compartida porque su hija ya está grande. Pero le hubiese gustado tener esa opción. “Cuando me enteré del proyecto de ley de tenencia compartida, me agradó la idea. Si la primera opción del juez hubiese sido eso, creo que este maltrato no habría ocurrido”, apunta.

El proyecto de ley al que hace referencia tiene como objetivo que el niño pueda disfrutar de ambos padres. Actualmente es promovido por Fuerza Popular y se encuentra en las comisiones de Mujer y Familia, y de Justicia y Derechos Humanos, a la espera de ser debatido. La propuesta establece, además, sanciones a aquellos que obstruyan el régimen de visitas y busca que no se le hable mal a los hijos sobre los padres.

La abogada María Espinoza Muñoz explica que actualmente “hay un uso abusivo de la tenencia”. Lo que ocurre, según la especialista, es que, cuando uno de los progenitores tiene la tenencia exclusiva de los hijos, el otro padre -normalmente con un régimen de visitas- se encuentra en una situación de desventaja. Por lo general, como hemos señalado, es la madre a quien se le otorga este “privilegio”.

Lo que hace, entonces, la tenencia compartida, es reivindicar que “ambos progenitores tengan los mismos derechos y obligaciones con sus hijos”, asegura la abogada.

 

 

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Paternidad, Poder Judicial, Tenencia compartida

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