Ese será el discurso pertinente. La derecha y el centro van a tener que salir de su zona de confort ideológica y poner en segundo plano la defensa del modelo promercado o proinversión, necesarios sin duda, pero sin capacidad de tener eco en las expectativas populares de acá a cuatro años.
Se va a necesitar un centro y una derecha disruptivos, que puedan competir contra los discursos antiestablishment que la izquierda, en cualquiera de sus variantes, va a desplegar, y cuyo impacto va a hacer que se soslaye el claro desprestigio de las ideas izquierdistas que un régimen como el de Castillo debería, normalmente, haber provocado. Es un mito político muy dañino creer que el pueblo se va a volcar masivamente hacia el centro o la derecha en las próximas elecciones. Si ambos sectores no lo entienden, el chasco puede terminar siendo terrible, para ellos y para el país.