Alejandra Cuba, la emprendedora que logró darle hasta tres vidas al cacao

La ingeniera, que ha sido reconocida por el MIT entre los cinco peruanos más innovadores menores de 35 años, reutiliza las cáscaras de la materia prima del chocolate para elaborar envases. A su vez, estos se pueden convertir en abono y degradarse en solo una semana.

Con apenas 22 años, Alejandra Cuba Canales, estudiante de la carrera de Ingeniería en Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, se puso a investigar qué residuos naturales podía utilizar para crear materiales que puedan degradarse mucho antes que el plástico, que puede quedarse cientos de años contaminando el planeta.

Primero intentó con las cáscaras de plátano, porque ya había investigaciones con este residuo, pero finalmente se decantó por la cascarilla de cacao porque ¿a quién no le gustaría un empaque a base de chocolate? La idea fue ganando consistencia y en el 2018 nació Caopack, la startup de empaques biodegradables que la ha llevado a distintos países, y que el año pasado la colocó en una lista del MIT como uno de los cinco peruanos, menores de 35 años, más innovadores.

“Me pone muy feliz porque es un reconocimiento de una universidad a la que siempre he admirado. Empezó con una postulación. Yo pertenecía a una red de emprendedores en Startup Chile, que ya tenía varios emprendedores reconocidos con este premio. Miré las bases y había reconocimientos para el área que más me apasiona que es innovación. Presenté mi propuesta y quedé seleccionada”, comenta.

Extendiendo la vida del cacao

Asegura que en todas sus presentaciones algo que llama mucho la atención es la capacidad que tienen los empaques de Caopack para desintegrarse en un tiempo tan corto como una semana. Con ello, no solo se aprovecha un residuo de un proceso previo, sino que el empaque mismo se va sin dejar huellas.

“Si es puesto en el jardín, en un macetero o como compost (mezcla de desechos orgánicos), su degradación a biomasa se da en una semana, que ya no se logra diferenciar de la tierra. En realidad, es un producto que puede echarse en el vertedero de productos orgánicos. Lo ideal es compostarlo o ponerlo de abono para las plantitas porque así se le da una tercera vida”, asegura sobre Caopack, emprendimiento que recibe soporte empresarial de la incubadora de empresas del CIDE PUCP.

Para los productos con los que trabajan, principalmente empresas de chocolate, la posibilidad de tener una lámina que sea degradable y hasta comestible, porque está hecha de cacao, resulta mucho más atractivo que tener las típicas láminas metalizadas que se descomponen en años. Las empresas responsables con los residuos afrontan un problema por este lado.

“Los plásticos se tienen que disponer a nivel industrial, incluso los que tienen solo cierto porcentaje de plástico, que es el bioplástico. Hay que usar algo que no genere tanto impacto”, precisa.

Un proceso largo y costoso

Mientras la parte tecnológica y de innovación avanza con velocidad, Alejandra explica que los productos que trabajan con residuos se enfrentan a un mercado desarticulado donde los insumos tienen un largo camino de procesamiento antes de ser reaprovechados.

“Si todo el sistema estuviera bajo un esquema de economía circular, esto no ocurriría. Sin embargo, como las cadenas son muy pocas, hay gastos que uno tiene que asumir como son la logística, los envíos. Por ejemplo, con las botellas de vidrio, se necesita de un desinfectado, mano de obra y equipo. Es una cadena que el consumidor no ve, pero que también cuesta más porque genera más empleos y hay más gastos detrás”, explica.

Considera que el Estado podría ayudar a que ocurran estos encadenamientos, pero que los consumidores también tienen responsabilidad en el tema y recuerda que existen países donde el cliente paga más por los desechos que genera o por no disponerlos correctamente.

“En Perú no está pasando, pero si eso ocurriera, ¿generaríamos los mismos desechos que ahora o nos preocuparíamos más por compostar lo que pueda compostarse? No solamente el Estado, sino también al consumidor tiene que cambiar, es lo que debería pasar”, observa.

Parte de sus planes para este año tiene que ver con mejorar la operación para reducir sus costos, pero también con mejorar propiedades como la permeabilidad para reforzar sus productos. A nivel internacional, van a seguir trabajando en programas y redes, y confía en que más adelante puedan estar suficientemente listos para producir en volumen y exportar.

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