Steven Levitsky

Levitsky: “Los congresistas ni siquiera son políticos, son empresarios. Llegaron para hacer su negocio”

Para el analista político estadounidense el sistema político peruano resulta, cuando menos, inverosímil “¿A quién representan UPP, Acción Popular, Somos Perú?”, se pregunta. “No son partidos políticos, son franquicias”, se responde. Y sin partidos –prevé– el movimiento ciudadano de hoy se disolverá como el de los Cuatro Suyos.

Por Fabrizio Ricalde y Paolo Benza

Miles de peruanos, de distintas tendencias ideológicas, lograron en las calles un cambio político. En el séptimo día, sin embargo, el Congreso no logró concluir la obra. La clase política ha vuelto a demostrar su desconexión con el país y sus necesidades ayer domingo, al no ponerse de acuerdo para elegir una sucesión democrática. Le ha fallado, una vez más, a los ciudadanos.

Mientras que los medios internacionales difunden al mundo la ambigüedad del caso peruano -crisis política, pero movilización ciudadana efectiva-, en la Universidad de Harvard hay un profesor que tiene más de dos décadas estudiando el fenómeno del Perú. Steven Levitsky ya no tiene fe en los actuales congresistas, pero encuentra razones para entusiasmar al país con una nueva generación que -quizás- pueda alcanzar reformas. Para ello, sin embargo, necesita organizaciones que la representen.

Se suele decir  que la sociedad peruana está desconectada de la actividad política, pero nosotros dos siempre hemos creído que en realidad está desconectada de sus políticos. 

[Los peruanos] no están desconectados totalmente. Lo que pasa es que se sienten mal representados. Hay un nivel de rechazo muy alto en el voto y en las encuestas. Pero están prestando atención y no les gusta lo que ven. Ahí es donde una figura como la de Vizcarra destaca. Muy criticado (y en algunos casos con razón) por los medios, los analistas y los políticos, pero es el único político desde Fujimori que ha logrado tener cierta legitimidad con la opinión pública. Él sí cae bien. Pero casi todo el resto de políticos post-Fujimori han sido desastrosos. Y la movilización en el Perú ha sido baja en los últimos veinte años, si lo comparas con Chile, Ecuador, Brasil, Bolivia y Argentina. Lo de hoy ha sido inédito desde el 2000. Yo espero que sea una sociedad que participa más que solo cada cuatro años.

¿Qué es lo que tienen en común Vizcarra y Fujimori para ser los únicos dos con legitimidad popular en tres décadas? Están en polos ideológicos opuestos y Vizcarra, incluso, ha sido un abanderado del antifujimorismo. 

Vizcarra ha sido también un outsider de la política. Tiene una visión más técnica y no es tan populista como fue Fujimori. Pero no le interesa quedarse en el mundo político y lo critica mucho. Su olfato no ha estado mal y eso lo distingue del resto. Hay un temor en la clase política relacionado a no romper el modelo económico, aunque el pueblo lo demande y el gobierno pierde legitimidad a costa de no hacerlo. Vizcarra ha tenido más afán de conectarse con la gente y estuvo dispuesto a utilizar el apoyo popular para tener logros políticos. Llamó a plebiscito y cambió algunas normas. Es un político mucho más dispuesto a actuar de cerca a las preferencias públicas y rompe con la cultura de mantenerse dentro de lo que define el CADE.

¿Tenemos una clase política incapaz de cambiar el statu quo económico y eso favorece a estos outsiders

[Los políticos] no afectan la economía y la protegen a todo costo. Mira a Alan García: destruyó su carrera política porque no estaba dispuesto a lanzar políticas redistributivas, aunque tuvo un montón de plata en su segundo gobierno. En el Perú, parece como si la política no pudiera jamás afectar la economía…

Pero la termina afectando igual…

Sí, si no hay un sistema político funcional y legítimo, en algún momento va a tocar la economía.

Entonces: si lo que hace populares a Vizcarra y Fujimori es escuchar los pedidos de la gente, ¿qué está pasando en el sistema electoral y político para que la mayoría de políticos no escuchen al ciudadano? 

Hay una o dos generaciones [de políticos] en el Perú que siguen viviendo el efecto de la crisis de los ochenta. Quizás la juventud en las calles no. Pero luego de la violencia y el colapso de la economía, hay un temor por politizar la economía. Evitar a toda costa el retorno de una crisis [económica]. Sin embargo, en democracia, los políticos tienen que escuchar a la gente y generar cierto equilibro entre la gestión pública y la opinión pública. No pueden ignorarse el uno al otro.

Luego, tienes el colapso de los partidos políticos y de la carrera política. Hace mucho que los congresistas, los gobernadores y los alcaldes no son políticos partidarios. Son agentes libres, son empresarios. Compran su espacio en la lista para hacer negocios. Ojalá fuera exagerado, pero es concretamente así. Todavía existen ‘partidos’, pero ya desaparecieron hace rato. UPP, Somos Perú, Acción Popular: los llamamos partidos, pero no lo son. Son franquicias alquiladas a la gente para llegar al Congreso y hacer plata o negocio. Eso no es política. Eso genera un sistema electoral de corrupción que ha extinguido a los partidos y a la carrera política. El sistema absurdo protege a las viejas organizaciones e impide el surgimiento de nuevos (y verdaderos) partidos. ¿Para qué sirve UPP?

La pregunta es: ¿a quiénes representan más allá del momento electoral?

¡A quién representa UPP! ¡A quién representa Somos Perú! Tengo un doctorado en ciencias políticas y no sé qué carajo significan esos partidos políticos. No son partidos, son franquicias. Y por eso tenemos un Congreso lleno de novatos sin experiencia, sin carrera y sin conocimiento sobre el funcionamiento del Congreso y de la democracia. No están ni mínimamente socializados en las normas y prácticas del sistema. Tal vez no sea bueno vacar al presidente cada vez que te da la puta gana. Tampoco piensan en el futuro, porque ahora no se pueden reelegir. Entonces en poco tiempo van a maximizar sus intereses. Si fueran políticos de carrera de verdad estarían pensando en generar alianzas, cohesiones, en entender el sistema y aplicarlo bien para tener una buena imagen. Estos congresistas entraron por la ventana y compraron su lugar.

Pero hay congresistas, como Merino y otros, que aprueban leyes llamadas populistas. Por ejemplo, el retiro de fondos de las AFP. Eso es ir en contra del statu quo económico. Entonces, ¿por qué igual los odian?

El Congreso desde hace mucho tiempo tiene ya ganada y se merece una imagen negativa por su incompetencia, ineptitud y corrupción. Los congresistas defienden sus intereses personales. ¡Es muy obvio! No tienen principios, hay investigaciones en su contra, tienen denuncias. Es la corrupción percibida en el Congreso lo que pesa más.

Los odian porque sencillamente son malos políticos, ¿entonces?

Ni siquiera son políticos. Son empresarios. Llegaron para hacer su negocio. Y la gente lo sabe, porque es obvio. La coalición liderada por Merino que agarró el poder por cinco días ni siquiera intentó esconder o disimular su lucha por intereses personales. Están al desnudo, y la gente no es tonta. Creo que esa imagen pesa mucho más. Veinte años de pésimo rendimiento como políticos y han deslegitimado la democracia. La gente ha formado su opinión sobre el Congreso no por sus posiciones programáticas ni por sus leyes, sino porque son muy malos.

Cerremos hablando sobre el choque generacional. Esa política apolillada, anciana y conservadora que se contradice con una juventud más abierta, liberal y soñadora. ¿Cree que vaya a consolidarse un movimiento juvenil a partir de lo ocurrido?  

Esperábamos algo parecido en el 2000. Hablábamos de una manera muy parecida de la juventud en esa época cuando se bajaron a Fujimori con la Marcha de los Cuatro Suyos. Pero eso no produjo una nueva clase política.

¿Qué les faltó?

Partidos políticos.

Organizaciones que canalicen sus demandas. 

La coalición toledista murió desde el principio porque Toledo no formó partido. El antifujimorismo no tuvo un partido. La izquierda siguió muy débil por razones históricas. Nunca se construyó una fuerza liberal, progresista y en el lado antifujimorista. Se fragmentó en mil pedazos y la gente se cansó de la política. Quizás por voluntad propia o porque sus partidos murieron. Incluso muchos se volvieron más conservadores, como Juan Sheput.

Si no se canaliza en un partido la movilización de los jóvenes, ¿se va a dispersar indefectiblemente?.

Se vuelve más difícil. Es más probable que así la sociedad no aproveche el momento. Pero no es imposible. Una experiencia cómo esta, de salir a la calle, sufrir ataques de gases, organizarse para participar y defenderse, genera la posibilidad de construir una sociedad colectiva y movilizada. Pero es muy temprano para hablar de una nueva generación política. Lo que da es esperanza.

Y, en eso, se vienen las elecciones en seis meses. 

La próxima elección puede generar algo muy parecido a los últimos años: un presidente mediocre, sin popularidad, y un Congreso lleno de la misma mierda. Es muy posible eso. Esta crisis y la movilización social podría cambiar la dinámica, sin eso estaríamos peor aún. El problema es la oferta política. Difícilmente estas generaciones van a encontrar líderes en los candidatos actuales, son un desastre. Una mezcla entre outsiders -algunos muy peligrosos y otros mediocres- y dinosaurios, como los llama Julio Guzmán -donde vamos a poner también a Keiko Fujimori-. La fuerza de estas protestas no tiene un liderazgo dentro la oferta política actual.

¿El Partido Morado?

Podría ser. El mal menor, como siempre. Guzmán ha buscado crear algo, ha reclutado gente decente, pero no le fue muy bien en la elección pasada. Me cae muy bien, es mi amigo, pero hasta ahora no ha logrado ser un talento político y no ha mostrado su capacidad electoral. En las encuestas no le va muy bien. Sería un cambio enorme si el partido nominara a alguien diferente a Guzmán.

Parece imposible que un partido político pueda proponer un proyecto valioso en un sistema malogrado como este. 

Algo ha hecho bien Vizcarra. No es casualidad estar siempre por encima del 50% de aprobación. Eso no lo hizo Toledo, ni Humala, ni García ni PPK. Desde Fujimori, nadie ha tenido eso. Algo deben aprender de Vizcarra. El Partido Morado es el único que ha sido coherente en esta crisis, el más limpio y defensor, pero no tiene un candidato presidencial formidable hasta ahora y eso es algo clave.

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